lunes, 10 de septiembre de 2012

Programa SF 31 - Alan Iud - 8 de Septiembre de 2012


Editorial Sintonía Fina del 8-9-2012. 
Las creen estúpidas (Por Mariana Moyano)
De esas, hubo miles. Pero una siempre me pareció la más particularmente cruel: la revista Noticias la hizo, ¿cuándo no? La tapa era más o menos así: el perfil de Néstor Kirchner sobresalía por dos motivos. Uno, natural, la prominente nariz del ex presidente se veía desde lejos. El otro, bien político. El photoshop y el

encono le habían puesto un pañuelo blanco en la cabeza. Y el título decía esto: “Cómo los Kirchner exponen a Madres y Abuelas. El peligroso uso de los Derechos Humanos”.
Varias cosas siempre me llamaron la atención de aquella edición de junio de ese año parte aguas que fue el 2008. Por un lado, la idea de “utilización”. No tanto porque supusieran, sospecharan o porque tuvieran la certeza de que un gobierno podía sacar tajada de eso que ellos de modo superficial y por pereza intelectual o por profundo desconocimiento político llaman sin precisar “los Derechos Humanos”, sino porque en esa afirmación vuelta denuncia, quedaba implícita una idea peligrosa cuando no estúpida. Sugerían allí de que luego de perder lo más preciado y tener la excepcional capacidad de transformar algo que se siente en las tripas en un ejemplo universal; que después de demostrar con sus propias vidas y trayectorias que la justicia por mano propia no le hace mal al que la sufre sino a la humanidad entera yque habiendo peleado contra los códigos penales y siendo ellas las que le buscaron la vuelta al genetismo a favor de la verdad, estas mujeres eran lo suficientemente pánfilas y limitadas como para, así nomás, sin pensar, “dejarse usar”.
Lo otro que me provocaba especial sorpresa -y risa, tengo que admitirlo- de esa portada es que alguien más o menos lúcido pudiera suponer que dos referentes de dos de las organizaciones más reconocidas en el planeta, enfrentadas entre sí desde hace décadas, quitaban del primer plano sus diferencias sólo porque un hombre, un matrimonio o una mujer las había seducido con vaya uno a saber qué palabras o promesas vacías y que algún tipo de cholulaje o fascinación se había interpuesto entre cada una de ellas y la búsqueda de un objetivo al cual le habían dedicado más de la mitad de sus propias existencias, su salud incluso y más de un tercio de sus vidas privadas.
Estaban ofendidos. Noticias y todos. Pero, ¿por qué? Hay cierta legitimidad, o es por lo menos comprensible, cuando los protagonistas primigenios sienten como una afrenta que otro tome y lleve adelante lo que ellos crearon o cuidaron desde un inicio. Se puede discutir, pero hay lógica en la herida. Pero los que vociferaban eran o los cómplices que se lavaban la cara con estas banderas cuando sabían que no había riesgo de que se volviera política de Estado, o los cínicos que recurrían a la vitrina y quitaban de allí a las mujeres del pañuelo blanco y les entregaban alguna que otra gentileza en los momentos en los cuales ellas estaban bien resguardadas de la posibilidad de accionar y quedaban todos habilitados de colocarlas en el huequito reservado a las figuras decorativas.
Así, cuando uno tira del piolín y sigue el hilo del razonamiento encuentra el porqué del enojo. Lo que les molesta no es que dos a quienes ellos suponen crápulas, ensucien una lucha de décadas y una dignidad intachable. Ni les importa lo que se haga con la honradez de estas señoras. Lo que les interesa, sencillamente porque los atañe y los afecta, es que estas mujeres sigan siendo lo que son pero que en los Tribunales empiece a haber movimiento; que los papeles se pongan en circulación, que los implicados pasen de testigos a imputados y de ahí a la sentencia; que la voz con capacidad de palabra performativa que siempre posee el Poder Judicial pronuncie “lesa humanidad”, “imprescriptible”, “plan sistemático” y, sobre todo, que puedan llegar a caer esas calificaciones sobre personas bajo cuya complicidad hasta hace no mucho Ledesma era sólo la marca de un papel y James Smart, un local de ropa de hombre.
Estela de Carlotto se había enojado feo con aquella edición de la Revista. Y con razón. El semanario hizo un mohín de disculpas y en pluma de la periodista que cometió la canallada dijo: “Nunca estuvo en el ánimo de Noticias confrontar ni agraviar”. No, claro. Si cuando uno sigue el itinerario de la publicación se da cuenta enseguidita que jamás quieren ofender. La prudencia los define. Si, si.
Además, la edición que sin vergüenza publicaron ayer y que hoy decora Buenos Aires, me exime de cualquier otra consideración o ironía.
Pero en esta ocasión, en serio optaron por mesura y la circunspección. Los medios de comunicación más poderosos eligieron estos días la moderación. Y se contuvieron, incluso se reprimieron. Y callaron. Y silenciaron. Y no dijeron una sola palabra. Y escondieron uno de los temas nodales de la semana: que el Tribunal Oral Federal 1 había acusado también de homicidio a 15 represores; que entre ellos se encontraba un ex ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires; que ese era el primer funcionario civil del Estado terrorista que llega a juicio; y que aún con ropa que vale un salario mínimo había sido enviado a una cárcel común.
No es el pañuelo blanco lo que cuidan. Son los trapos propios. Eso les preocupa. Por eso vociferan. Eso los ofende. Que la pilcha de los responsables ya no sea sólo de color verde yque los veredictos no caigan exclusivamente sobre los de uniforme. Que Marcos Paz también sea el destino de quienes tienen coincidencia en DNI y en etiqueta. Que para ellos y para los que se parecen a ellos la cárcel común también pueda ser una opción.

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