martes, 27 de agosto de 2013

programa SF 81 - Gustavo Lopez y Maria Lenz - 24 de Agosto de 2013


"Y dale con los medios!" 
por Mariana Moyano
Editorial SF  24 de agosto de 2013.

“¡Y dale con los medios! ¡Siempre lo mismo! ¡Ya cansás con el sonsonete, piba! ¡Basta con eso, busquen otra cantinela! ¡Ustedes, los K, se quieren llevar puestos a todos los periodistas independientes!”, grita y me aúlla un furioso y feroz opositor al gobierno, que ha decidido conservar su cerebro tabicado y mantenerse en sus 13, en eso de que no estamos hablando de una mega ingeniería mundial, ni de un esquema económico que horroriza a cualquier estudioso o seguidor de la temática, sino de un capricho de un gobierno contra un diario porque una vez esa publicación la criticó a ella.

El debate, aquí, en el Congreso nuestro, el local, el propio, el que quieren (dicen) defender de la embestida oficial afirmó esto: de los 257 diputados que indica la Constitución (y no un panfleto pingüino) que debe haber en la Cámara Baja, 147 votaron a favor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En el Senado, donde desde el fin de la historia institucional suele decirse que los acuerdos son un tantín más complicados, la goleada fue mayúscula: hubo 4 ausentes, 44 dieron el sí y casi la mitad, 24, se opusieron. Son números, datos duros decimos en periodismo, nada de relato, como les gusta susurrar a esos que no tienen ni la menor idea de qué cuernos es esa palabrita en el lenguaje de la teoría de la comunicación.

Pero bueh, como la cosa no les gustó fueron a ver a los vecinos del Poder Judicial, que se manejan más o menos con la misma transparencia republicana y democrática que ellos y, primero, pidieron que se suspendiera una ley que aún no había sido votada; luego que tiraran todo el procedimiento a la basura y después que pararan algunos artículos. Así estamos desde hace 4 años y este 28 de agosto la Corte elige la misma fecha en que Noble creara un diario, para hacer el “como si”.

En el medio, entre aquella votación y este 28 tuvimos: presupuesto no votado, Congreso tomado por Okupas de la timba de la representación, Parlamento paralizado, jueces de vacaciones, magistrados haciendo favores, el oligopolio metiendo púa y una parte de la Corte jugando a las escondidas.

Podría ser un inconveniente puntual, específico, menor, que padece un paisito perdido de la América del Sur. Podría ser una decisión autoritaria de chavistas, kirchneristas y seguidores de Correa que se pasan la República por un sitio impropio. Podría ser una concesión a su propio pasado del ex tupamaro que dirige hoy Uruguay. Podría ser, pero no es.

Porque la problemática sobre lo que son hoy los medios de comunicación es la misma en todo el planeta. Tienen procedimiento calcado y un entramado firme y voraz, de años y calculado de modo milimétrico.

Por si les suena, se los cuento: Cruzando el charco, al proyecto que discute el Frente Amplio en el Congreso uruguayo, los medios opositores lo llamaron… igualito que como le ponen a los que les caen mal, polémico. “Polémica ley de medios”, titularon en Montevideo. Que “no fue discutida”, dijo Reuters, esa agencia internacional que opera como la OTAN pero con máquina de escribir. Y la “opo”, la mismita que acá, afirmó -con ceño fruncido- que si llegan a la Presidencia de la Nación, a esa ley, la derogan.

¿Suena, no? ¿Les suena, no es cierto? Bueno. OK.

Podría ser que como a Artigas la cosa le salió más o menos y que como lo único importante que tienen los vecinos para la derecha sabelotodo es Punta del Este, lo que les acabo de contar no sirve como referencia. Supongamos.

Pero resulta que la cosa se les complica a esos que no saben definir qué significa relato en la teoría de la comunicación, pero que lo construyen con una perfección pasmosa. Hace unos días terminé de leer un libro, uno de esos volúmenes medio perdidos que no ocupan anaqueles de best seller y que no están en las vidrieras de las librerías de los dueños de los medios que dicen que no tienen nada que ver con la influencia editorial. Se llama “Los dueños del periodismo” y no es ni de un militante de La Cámpora, ni de un cuadro del Evita, ni de un referente de la Corriente de la Militancia, ni de un santacruceño pago, ni de un fiel esbirro de Guillermo Moreno. No. El autor se llama Ramón Reig. Para más datos, este señor es español, doctor en Ciencias de la Información, licenciado en Historia y dirige el Departamento de Periodismo II de la Universidad de Sevilla.

“A la flauta”. “Tomá pa´vo´”, diría una doña que a los K no tiene por qué creerles nada.

Bueno, la cosa es que este buen señor escribió que: “Prisa ha firmado alianzas con Clarín, lo que explica la belicosidad hacia la política mediática de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando Clarín se siente atacado por las iniciativas antimonopolio de la Presidenta, también se siente atacado Prisa”. Ahá. Así que no eran miradas ajenas de medios independientes. No, no.

Y por si no les alcanza, este mismo catedrático - que si pensara como ellos sería una cita habitual, pero como los desnuda será tildado de “fuerza de choque”- dice esto: “Prisa, que está unida a la CNN –una de las empresas de la Time Warner- a través, por ejemplo, de la cadena española todonoticias CNN + (propiedad 50% de Prisa y de la CNN) es socio de los grupos latinoamericanos Bavaria de Colombia y Garafulic de Bolivia. Por otro lado, Prisa, Telefónica y otro grupo español de comunicación, Vocento, propiedad de ABC y, hasta 2009, de una parte del accionariado de Tele 5, junto a Silvio Berlusconi, que mantiene la mayoría de la propiedad de la cadena, tienen todos ellos como accionista de referencia al Banco Bilbao Vizcaya Argentinaria (BBVA). Al mismo tiempo, Vocento prolongó su influencia hasta 2007-2008 hacia el mundo mediático argentino a través del grupo Clarín, del que fue relevante accionista, al igual que Telefónica, propietaria de Telefé. En 2009, Prisa ha firmado una alianza con Clarín para promoción mutua. Los mensajes de ambos grupos contra el gobierno de Cristina Fernández, al que califican de populista e izquierdista, se volvieron, en el citado año, especialmente agresivos, sobre todo cuando la presidenta impulsó medidas antimonopólicas en el mundo mediático de su país”.

Da pavor. Es como una patada, un golpe seco en la boca del estómago. Se te van abriendo los ojos a medida que los nombres caen uno a uno desde el instante en que se tira del piolín que queda suelto en la telaraña. Pánico, alarma, asombro, horror, miedo, preocupación, zozobra. Y parálisis. O política.

¿Te acordás la sensación que te dio cuando viste por primera vez ese mapa de medios de la Argentina? ¿Ese, que a lo mejor te mostró uno que vos creías que en ese momento no era canalla? ¿Te acordás que te dio susto? ¿Que no lo podías creer? ¿Que te preguntaste dónde habías estado vos cuando eso se iba armando?

Bueno, igual, pero amplificalo al mundo. Agarrá un planisferio. Extendelo en el suelo. Miralo y escuchá.

Porque la cosa sigue. Porque, el periodista empresario de El ciudadano Kane, la obra maestra del cine de todos los tiempos, el Roberto Noble de la primera etapa, el Julio Ramos del papelucho financiero e incluso el Bartolomé Mitre abuelo de La Nación original ya no son más que figurones, papel glasé que sirve para cócteles y saladitos caros en embajadas del Norte ubicadas en la zona Norte de la ciudad.

Porque aquellos ya no toman las decisiones. Los que deciden son las grandes corporaciones; siempre detrás de todo y de hace unas décadas también detrás de la información. La banca es desde hace rato cuando no accionista, prestamista de medios. Y todas entre sí van cerrando el círculo hasta convertirse en una pitón que te aprieta, te comprime… y te mata.

La News Corp del cuestionadísimo Murdoch marcha de la mano de los negocios de Berlusconi, el grupo Cisneros en Venezuela, compra el Wall Street Journal y canales en Dubai. La cadena O Globo de Brasil es socia de Prisa, de Televisa y, a su vez, de la News Corp del hombrecito en cuestión. Antena 3 de España tiene los derechos exclusivos de Disney, cuyos muñequitos sólo se venden en Mc Donalds. NBC, de Estados Unidos, es de la General Electric. Y otra General, la Motors, se compró Direct TV.

En Italia, el grupo de medios RCS no es de periodistas, le pertenece a Pirelli y a la Fiat, los de los autos. En Portugal, el grupo de medios Media Capital tiene como accionista a Prisa y, ¿sabés a quién más? A la JP Morgan, el banco ese que se presenta como serio, te pone el numerito de riesgo país que les va conviniendo y lava la platita de los ricos del mundo.

Philips Petroleum, L´Oreal (que la eligió en Argentina a la Santillán como cara visible), para no quedarse atrás también compraron medios. Al igual que Dodge, que puso dinero en Televisa junto a la Time Warner. ¿Las agencias? Ah, igualito. AP se la quedó el CITICORP, a AFP la compró France Telecom, a UPI la secta Moon y EFE hizo convenio con Dow Jones.

“Las estructuras mediáticas del América Latina siguen las pautas propias de la mundialización de la economía”, dice Reig en su último libro y deja para el final la siguiente reflexión: “¿por qué me preocupa tanto esta dinámica propia de la economía de mercado? ¿Por qué me dedico a estudiarla? Porque empresarialmente puede ser lo habitual y lo lógico pero lo grave es que el totum revolutum (revoltijo, en criollo) que se ha esbozado afecta a la libertad del periodista y sin un periodismo realmente libre y riguroso no hay democracia que valga. Al periodismo habrá que llamarlo de otra manera y a la democracia también, pero no engañarnos a nosotros mismos ni que nos engañen torciendo y tergiversando el significado de los asuntos más relevantes para el avance cognitivo de los seres humanos”

Con ese señor me puse en contacto y me dijo así: “Gracias por acordarse de mi obra y de mí. Tiene usted el perfil que tanto defiendo: periodista y profesora en Comunicación. Pero cuídese, su línea de trabajo es molesta al Poder de siempre, como la mía, aunque están ustedes en un proceso ilusionante”.

Él sabe que molesta. Y yo también. Sabemos los dos que la telaraña mediática es un entramado de poderes económicos diversos que se comen a los medios de comunicación y al revés, grupos de medios que meten sus tentáculos en negocios ajenos a su supuesta razón de ser.

Pero este ya es dato trillado, así que no alcanza con repetir lo que se sabe. Hay que, de una buena vez, darlo vuelta.

Y porque lo sabe él. Y porque lo sé yo. Y porque hace décadas que lo estamos gritando, primero solos y ahora de a muchos, es que este 28 no va a ser un día más. Nos vamos a levantar. Los que podemos, haremos todo lo de la mañana en apenas un par de horitas. Pediremos reemplazo, quienes tenemos la posibilidad. Nos ausentaremos a otras actividades los que podemos correr el riesgo. Y partiremos a Tribunales. A decirle a esta ley que no está sola. Porque no es una normativa escrita en un papel. Es el grito desesperado de una democracia que está harta del discurso único; que está hasta el tuétano del versito del falso pluralismo que pone a opositores a matarse en un set de TV, pero que no se anima a ver qué le preocupa de verdad a un colla; que no da más de que su verdad sea sólo la mercantil y que quiere que al menos una, una solita vez, las corporaciones, en un paisito perdido de un continente olvidado, allá, por el sur de la razón, tengan que pedir, si no, perdón, por lo menos permiso.

jueves, 22 de agosto de 2013

programa SF 80 - Jorge Ferraresi y Maria Pia Lopez - 17 de Agosto de 2013


Suplentes.
por Mariana Moyano
Editorial del 17 de Agosto de 2013 

Probablemente porque algo del noventismo nos ha quedado incluso a los periodistas que lo padecimos sobre el lomo y no de la boca para afuera, a las seis menos un par de minutos ya estábamos hurgando en esa página mágica de internet que no sólo brinda los resultados en un minuto a minuto vertiginoso, sino que para bien de la soberanía ciberespacial el punto gob ya es con la b larga. Actualizar, actualizar y actualizar y los resultados iban llegando. Localidad a localidad; provincia por provincia; total país.

Para nadie será ninguna revelación y ninguno vivirá como una confesión que diga que los números que iban apareciendo no eran los que deseaba. Pero para quienes han tenido la gentileza y la amabilidad de escucharme y/o leerme con algún grado de atención, tampoco será una novedad si digo que si algo no me cooptó fue la sorpresa. Quienes conocen estos textos semanales saben que no suelo auto citarme, pero para prueba de lo que digo están aquellas dos columnas “El medio pelo versión 2013”, del 13 de julio y “Peronismo Ottinger”, de la primera semana de agosto. No creo merecer el calificativo de analista política, pero sé que no peco de soberbia si afirmo que poseo una dosis más o menos justa de intuición, olfato, curiosidad, capacidad de escucha, mirada aguda y la cuota necesaria de paranoia como para anticipar en alguito de qué viene el clima y el humor ciudadano.

Debe ser por eso que no me invadió la furia, sino la ratificación. Escuché en los días posteriores autoflagelaciones que dejaban heridas terminales; desbandes no sólo exagerados sino aviesos de quienes no esperaron ni al escrutinio definitivo para rajar; calificaciones y diagnósticos de situación de quienes observan desde un afuera bochornoso porque hasta hace apenas segundos eran los estandartes del proyecto del gobierno; autobautizados analistas políticos que de tanto pifie propio buscaron hasta vínculos extraterrestres para explicar el motivo de su error de cálculo; y, por supuesto, los canallas, oportunistas, manipuladores y enemigos de siempre, claro.

Dicen que para la muestra hay que buscar el botón. Bueno, hagámoslo. El Joaquín nuestro de cada día tituló rotundo: “El fracaso de la Presidenta” y sazonó su texto con aseveraciones del tono “empeoró fracasos”, “no funcionó el clientelismo” y “una soberbia que dejó a la democracia sin alma”. Exagerado, rococó y florido como es siempre le dio a la pluma y se sumó –por supuesto- al coro de los que demandan que una transición comience en este preciso instante. O no, mejor que hubiese comenzado en el minuto uno luego de finalizado el horario de sufragio. 18:05 era una hora prudente, según ellos, para que Cristina dejara la Casa Rosada. Quizás, en un gesto de generosidad republicana podían, por el consenso, obvio, darle hasta las y cuarto. Es todo ya tan evidente que da fiaca, pero hay que hacerlo. Y bueno, lo hice.

El juego era obvio; la dejaban picando, así que cabeceé: me fui al arcón de los papeles viejos (o a Internet, para el caso es lo mismo) y revolví. ¿Y qué encontré? Que en 2011 ni ese Joaquín ni el otro Eduardo que tira con la misma munición desde la otra esquinita habían hablado de “El triunfo de la Presidenta” ni en agosto ni en octubre. Habían tipeado: “Democracia carente de equilibrio” para describir las definitivas de octubre y habían sopapeado a sus gerentes con “una oposición incapaz y vapuleada” en el debut de las PASO. Para ellos, 54% fue un exceso.

Los odiadores seriales que escriben y votan junto a los que detestan por igual pero que sólo usan el teclado para verter veneno en las redes –y digamos de paso con una despreciable ortografía por lo general- emitieron su sufragio obvio. Está clarito. Es de clase, o están hartos, o no quieren –a su decir y saber- ni “negros” con netbooks, ni “sirvientas” que dejen de serlo, o son los VOS colorados que enfrentan a una ELLA construida como la maléfica de la bella durmiente.

Dentro de este montón humano, está el subgrupo que la abomina porque –nadie lo ha descripto mejor que Juan Carlos Volnovich en aquella genial nota titulada “La Presidenta sexy” - es “mujer a su manera, sin atenuantes que ejerce el poder también sin atenuantes. Mujer sexy en el máximo poder de la estructura de la Nación (…) despierta un plus de odio. Se vuelve insoportable. De modo tal que esa ira visceral no se explica sólo como reacción a una política equivocada. (…) Ejerce el poder Supremo de la Nación y no elude, no seduce, no apela a las ´malas artes´ femeninas, no se refugia detrás de varones poderosos y, para colmo, levanta el dedo como Lenin. (…) De modo tal que no son los enemigos lo que cuentan. Pero esa ira irracional que le hace perder la compostura a la gente ´bien´, ese exceso de indignación, ese ´no me la banco´, ´no la soporto´, ´la detesto´, viene de otra ´parte. Ese plus de odio habita en aquellos que se sienten agraviados, testigos involuntarios de valores mancillados. Son las consecuencias, inevitables, de una estructura patriarcal resentida en sus cimientos cuando una mujer sexy, no madre, no puta, no macho, nada tonta, se ubica en una pirámide jerárquica”.

En la esquina opuesta, básicamente porque no odian, sino que sufren, están otros. Los que pese a todo lo hecho la siguen pasando mal, pero mal, mal, y quizás hayan querido decir en voz más alta que se les está acabando la paciencia, que la suba de precios les pega fuerte y ellos creen -con franqueza- que lo que valen los alimentos depende directa y únicamente de un gobierno. Da rabia no haber llegado. Merece autocrítica la demora. Y es obligación ética preguntarse por qué ellos no han sido favorecidos más y mejor. Votaron por castigo, por advertencia, como alarido que busca llamar la atención. Atendible, comprensible. Bajar la cabeza, aceptar, hacer y remediar rápido.

Con velocidad de alguien en apuros y sin meditar, se le puede echar la culpa a la propaladora mediática y quedarse en ese mismo instante seco, hueco. Que están, claro que sí. A toda máquina. Con el vocero que se excede en ego, acusación y adjetivo (y ahora con productor procesado por chorro) en consonancia absoluta y perfecta con los que ponen la carita en las listas. Pero no vale quedarse sólo ahí. Debe uno preguntarse por qué el propagandismo de la mala onda encontró la hendija, se coló y construyó el imaginario colectivo ante el cual la realidad, los números, los datos duros y las políticas no pudieron.

Pero el amasijo, el revoltijo, el entrevero, el mazacote no está ni en el primero ni el segundo de estos sectores que aquí con mucha velocidad y, seguro, sin demasiado detalle han sido descriptos. Está en ese núcleo siempre difícil de la Argentina conformado por:

• El que es básicamente antiperonista pero a quien Menem o Massa no le molestan.
• El que en su vida compró dólares pero no puede evitar que lo crispe la limitación a la compra indiscriminada de verdes.
• El que no lee y se informa más por las emoticias del comunicador estrella de las denuncias que quedan en nada y por la reiteración de los crímenes que conforman un loop televisivo de sangre y tiros.
• El que tiene para irse a esquiar, a pasear fuera de su ciudad los fines de semana largos, las vacaciones y los feriados puente y piensa que eso ha sido obtenido sólo por mérito propio, sin siquiera interrogarse acerca de cómo ese mismo talento que los acompaña desde que nacieron les funciona ahora pero en los años noventa los llevó al fondo del más desamparado de los océanos sociales.
• El que quiere que el Estado se vaya al rincón en penitencia pero no duda en pedir intervención para bajar los precios.
• El que sale de las moles de tiendas carísimas que aquí llamamos shopping cargado de bolsas y ni se acuerda de lo que había en sus manos en los años del cambio del último siglo.
• El que alquila casa o auto para trabajar pero que se desvela por el precio internacional de la soja.
• El que acusa de nacionalismo con Z a la celebración de la vuelta a casa de la Fragata, pero que se pone de pie con el cuero erizado cuando la tarjeta multinacional VISA sponsorea con celeste y blanco a los Pumas.
• El que es incapaz de establecer la vinculación precisa entre que eso que mete en el Congreso no es Ejecutivo pero que es la llave para que él entre o vuelva a quedarse colgado del pincel. Menem (se) lo hizo. Podrían recordar.

Pero todos ellos son uno: son el que vota suplentes sin tener la más mínima idea de cómo se llaman y a qué juegan los titulares.
Y el problema es que los dueños de la pelota encontraron la cuña: ellos –e insisto en que muchos no supieron oír- no querían un pibe PRO porque a ese le tenían que armar el plan, dar las órdenes pero también construirle estructura. Buscaban un peronista. Alguno a quien el triunfo se le volviera almíbar y permitiese que se le pegoteasen todos los que anduvieran cerca.

Lo dije en su momento. No por brillante ni por anticipatoria. Sencillamente porque estaba escrito en textos que no pueden leerse como notas aisladas sino con la continuidad que dan los intelectuales orgánicos de esta nueva derecha que conoce de pe a… pe al peronismo que el poder real necesita. Y me cito:

“Lejos de ser todas éstas notas aisladas de un librepensador, su último texto cierra el círculo: a la operación de cercar al kirchnerismo, de señalarlo como Montonero, de intentar quitarle el ropaje y hasta la idiosincrasia peronista, le agregan ahora la puntada final, que no es otra que colocarlos en el lugar de los herejes. Discurso de derecha no barbárico sino escondido en la hojarasca de la caridad cristiana, en ese bla bla tan ONG de los años noventa de la solidaridad confundida con beneficencia, tan similar al verso de la Tercera Vía de los Tony Blair, que se jactaban de un capitalismo humanizado mientras se cargaban a medio millón de niños en Irak, tan de disfraz de progre… tan papista. (…)

Necesitan el aglutinador, precisan de un candidato, les urge la figura. Intentaron con Mauricio. Probaron con Binner. Y ahora llevan a Massa. Candidatos a la Ottinger”.

Kirchner dijo en una oportunidad “somos peronistas, pero nos llaman Kirchneristas para bajarnos el precio. Porque están jugando al 2015, no a las legislativas. Necesitan esmerilar, cansar, agobiar, marear, oprimir. Ahogar. Como en la imagen de la serpiente que abre sus fauces de un modo tan perfecto que se traga todo. Y que incluso hasta oculta ese comportamiento a veces tan, pero tan adolescente del electorado local. Ese proceder que se ha hecho hábito y que me permito describir con toda la incorrección política de la que pueda ser capaz.

Me refiero a la conducta que nos, los, les –no es lo que importa- hace votar legisladores cual chico de 14 en día de hormonas autosuficientes. “Soy independiente, maduro, adulto y hago lo que me antoja. A mí nadie me va a mandar. Yo elijo lo que se me canta, para algo ya estoy cursando la escuela secundaria”. Pero que a días de las presidenciales les agarra el susto infantil de que papi y mami no estén, no les den el dinero para salir con amigos, no les enseñen a manejar un auto familiar que, saben, algún día podrán usar y que mientras tanto no los busquen a la salida de un baile lejos de casita. Ahí sí. Ahí votito temeroso. Votito cuidadoso. Votito no me dejes. Votito de niñito que pide protección.

Y es allí donde los titulares, los dueños, los DT, los poseedores de la pelota, los que ponen los tiempos, las reglas y la copa del partido meten la cuña. Con gerentes, candidatitos y propaladores. Ahí cortan. Ahí tajean. Ahí le hacen piquete al razonamiento que puede establecer la tremendamente democrática y republicana relación entre un bloque parlamentario firme y un Poder Ejecutivo.

Porque en esa página web que a las 18 y un minuto los ansiosos y los periodistas clavamos nuestros ojos había una esquinita azul para hacerle click e ingresar a un simulador de bancas. 39 hombrecitos y mujeres celestes corrían con ventaja. El Frente para la Victoria seguía teniendo mayoría y de ahí para abajo otros hombrecitos y mujeres rojos, amarillos, verdes, ocres y grises lograban conformar bloques pequeños y hasta unipersonales.

En ese imaginario elaborado por los titulares, los dueños, los DT, los poseedores de la pelota, los que ponen los tiempos, las reglas y la copa del partido flamea la banderita mentirosa del “Únanse” demandado por esa supuesta gente presentada como sujeto superador de cualquier otro de la democracia.

Y entonces, uno imagina, a esas decenas de hombrecitos no celestes. A esos rojos, amarillos, verdes, ocres y grises reuniéndose, tramando, impidiendo votar… pero juntos. Todos ellos juntos contra los otros hombrecitos y mujercitas celestes del simulador de bancas, pero ante todo contra la jefa de esos bloques heterogéneos pero con dirección precisa.

Y los ve a los rojos, y a los amarillos, y a los ocres, y a los verdes, y a los grises… todos juntos… bien pegados. Y quizás hasta sean más. Y probablemente voten. Y seguramente ganen.

Y ojalá… ojalá no sea tarde. Para los que votaron suplentes sin siquiera saber quiénes eran los titulares.

lunes, 12 de agosto de 2013

Programa SF 79 - Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos y Catalina De Sanctis. - 10 de Agosto de 2013


El 109
por Mariana Moyano
Editorial SF del 10 de Agosto de 2013

Lo han gestado con el amor de la reparación y ha adquirido el carácter de ritual. Pagano, descontracturado y a veces hasta hereje, pero poderoso como la misa más pontificia. La secuencia es más o menos similar cada vez: llegar; comentar con una sonrisa o con un abrazo o apenas con los ojos la felicidad de la noticia; aceptar y reconocer que uno va por el gesto solidario de acompañar pero más por la necesidad propia de salir de allí con la energía y la ratificación del rumbo correcto que sólo ellas saben contagiar; permitirse la emoción y el llanto en esa ceremonia íntima aunque esté siendo televisada en vivo a cientos de miles; y al salir abrazarse fuerte, bien fuerte, para contagiar y contagiarse de la fraternidad sin venganza y de la memoria sin dobleces.

La escena, para el ojo poco atento y para quienes eligen la cultura de la prisa, también puede parecer una imagen repetida. Y si bien hay algo de reiteración respetuosa en los lugares a ocupar, en quiénes y cómo le ponen espalda al anuncio, la sensibilidad, la sutileza y lo que implica aquello que será dicho revelan que en cada una de estas ceremonias, hay algo que se juega diferente, que las entrañas cruje distinto y que la labor silenciosa de hormiga detrás del descubrimiento merece la misma admiración de la primera vez.

En primer plano las canas, el pasito lento, esas lágrimas tan únicas como son las que combinan dolor y emoción y esa bronca convertida en futuro. Un par de funcionarios que aceptan y acentúan su obligatorio segundo lugar. Amigos, familiares, militantes y los pañuelitos blancos siempre colocados sobre las cabezas con la misma delicadeza con la que, seguro, arroparon cuando eran pequeñitos a esos hijos que extrañan. Y los nietos: esos hombrones y mujerazas que cargan con la ausencia pero que miran más de frente que muchos a quienes les sobra, utilizan la cámara que les hace primeros planos para intentar atravesar toda la maquinaria mediática y que al menos una de sus palabras, de sus convocatorias, les llegue a ese y esa que comparte edad, generación, padecimiento y robo pero que no lo sabe... O que no lo quiere saber.

Ellos lo animan, le hablan, lo eligen como interlocutor. Y ahí, en un rinconcito, apretujada en ese piso en el cual se amontonan fotógrafos indiferentes y otros que eligen ser más personas que reporteros, y que se dan permiso para llorar a moco tendido, una escucha cómo van tomando el micrófono los más cancheros, los más locuaces, los más adiestrados y él. Uno de esos que necesitó décadas para dejar de odiar y el mismo tiempo para dejar de ser utilizado por la máquina de contarnos la historia falsa.

Toma la palabra y lo miro con detenimiento. No lo había notado. "¿Es uno de los Miara?", me interrogo un poco azorada. "Miara" había dicho. Cuánta contaminación. Si es, es un Reggiardo Tolosa, otro con ese doble apellido que los nietos han elegido -como ya dije una vez- no por alcurnia, sino como el nombre con el que le darán guerra a la impunidad.

Y si, es. Y no sólo que es, sino que dice exactamente eso que alguien debe decirle al que acaba de cruzar al mundo de la verdad y por quien todos estamos ahí y a todos  esos jóvenes ya maduros a los que uno les sigue diciendo chicos y que aunque estén con vida, todavía siguen siendo desaparecidos. "Nadie como nosotros sabe lo que se vive durante ese proceso en que uno se enfrenta con esa verdad, por eso el mejor lugar para que estés es este. Acá, con nosotros", lo invita.

Y cuando ellos y ellas hablan así, nosotros, todos, les ganamos a los más malos de todos los malos. Porque como dijo Estela en ese mediodía de anuncio y calorcito: "ellos querían romper los lazos, las familias, pero cuando cada domingo hay un asado o en la mesa esperan los tallarines alrededor de la cual seres que se quieren se reunirán, nos damos cuenta que perdieron, que triunfamos nosotros".

Y los aplausos estallan, como aceptación y aprobación de lo dicho, pero también para encontrar cómo contener el grito que atraviesa la garganta.

Se habla de historias individuales, de costumbres mínimas, de datos chiquitos, de pequeños gestos. Pero es que eso, precisamente, lo que habían arrancado. Se dice rápido y al pasar: Terrorismo de Estado. Y uno piensa en las mega planes de exterminio y de muerte general que implicaron esos años. Pero el sufrimiento, el padecimiento personal es el de esas diminutas cotidianeidades que de un sablazo habían sido quitadas de cuajo.

Y en esa humanidad, en ese mundo de simplezas, de fotos borroneadas guardadas como documento, en esos escarpines atesorados, en ese dato suelto que se vuelve nodal es que el terror adquiere la dimensión que tuvo y deja en evidencia cuán involucrado está uno en lo que le pasó al otro.

En lo que le pasó a

Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas
A Tatiana Mabel Ruarte Britos y Laura Malena Jotar Britos, las dos Sfiligoy
A Juan Pablo Moyano
A Tamara Ana María Arze
A Martín Baamonde
A Humberto Ernesto Colautti Fransicetti y Elena Noemí Ferri Fransicetti
A Sebastián Rosenfeld Marcuzzo
A Eduardo Garbarin
A Ana Laura Hisi.
A Astrid Patiño Carabelli
A Federico Luis Spoturno
A Andrés La Blunda Fontana
A Amaral García Hernández
A Diego Mendizabal Zermoglio
A Paula Eva Logares
A Sebastián Ariel Juárez
A Felipe Martín y a María Eugenia Gatica Caracoche
A Carla Graciela López Rutila Artes
A Jorgelina Paula Molina Planas
A María Fernanda Álvarez.
A Marina Leonor y a Liliana Bau Delgado
A Paula Eliana y a Esteban Javier Badell Acosta
A Ramón Ángel Pintos
A Laura Ernestina Scaccheri
A Marcos Lino Moscazo
A Paula Orlando Cancela
A Elena Gallinari Abinet
A Gabriela Alejandra Gallardo
A María José Lavalle Lemos
A Hugo Ducca
A María Victoria Moyano Artigas
A Ximena Vicario
A Gonzalo Javier y a Matías Ángel Reggiardo Tolosa
A Marcelo Mariano Ruiz Dameri
A Emiliano Carlos Castro Tortrino
A Mariana Zaffaroni Islas
A José Sabino Abdala Falabella
A María Alejandra; Stella Maris y Raúl Roberto Fuente Alcocer
A Carlos D`Elia Casco
A Laura Fernanda Acosta
A Manuel Goncalves Granada.
A Javier Gonzalo Penino Viñas
A Paula Cortassa
A Andrea Viviana Hernández Hobbas
A Carmen Gallo Sanz
A María de las Victorias Ruiz Dameri
A Claudia Victoria Poblete Hlaczik (LACSIK p pronunciar)
A Hilda Victoria Montenegro
A María Macarena Gelman García
A Guillermo Rodolfo F. Perez Roisinblit;
A Martín Castro Rocchi
A Gabriel Matías Cevasco
A Simón Antonio Gatti Méndez
A María Eugenia Sampallo Barragán
A Susana Coloma Larrubia
A Horacio Pietragalla Corti
A Gustavo Godoy Ferreira
A Juan Cabandié Alfonsín
A Victoria Donda Pérez
A Pedro Luis Nadal García
A Leonardo Fossati Ortega
A Sebastián José Casado Tasca
A (Natalia) Suárez Nelson
A Alejandro Pedro Sandoval Fontana
A Marcos Suárez Vedota
A (Pablo Hernán) Casariego Tato
A Celina Rebeca Manrique Terrera
A Belén Altamiranda Taranto
A (Evelin) Bauer Pegoraro
A Laura (Carla) Ruis Dameri
A (Milagros) Castelli Trotta
A Jorge Guillermo Goya Martínez Aranda
A (Alejandra) Cugura Casado
A Laura Catalina De Sanctis Ovando
Federido Cagnola Pereyra y Sabrina Valenzuela Negro
A (Bárbara) García Recchia
A (Martín) Amarilla Molfino
A Matías Nicolás Espinosa Valenzuela
A Francisco Madariaga Quintela
Al hijo de María Graciela Tauro y Jorge Daniel Rochistein.
A María Pía, hija de Cecilia Beatriz Barral y Ricardo Horacio Klotzman
Al hijo de Liliana Ross que tenía apenas 5 meses y murió cuando su mamá fue asesinada.
A Laura Reinhold Siver
A Pablo Gaona Miranda
Al bebé de Mirta Noelia Cautoné que no tampoco llegó a nacer.
A la hija de María de las Mercedes Moreno y Carlos Héctor Oviedo
Y, ahora lo sabemos, a Pablo Germán Athanasiu Laschan

Les pasó a los 109. Pero nos ocurrió a todos. En siete años. Y ya con tres décadas de democracia a cuestas para aprender y reparar.

Y estos 30 años no transcurrieron en vano, demostremos que los hemos caminado para saber que si todo se hunde, yo entraré en el fango; para entender que si la mayoría no se salva, me llevan a mí también; para sentir que si un bebé fue arrancado, ninguna familia está a salvo.

Para captar que si un edificio se desploma, entre los escombros quedamos todos.
Para intuir que si el más poderoso de todos se las agarra con una voz del micrófono es porque quiere callar a las mayorías.

Son los 109 que nos permiten ser todos.
Y si son más de 100 y si son 30 años es para que haya uno más. Porque como ella, la representante, pero como voz de esas grandes sabias: “Cuando uno dice 109 es que hemos le hemos ganado a esos siempre de pie y amenazadores NO”.

lunes, 5 de agosto de 2013

Programa SF 78 - Luis Alberto Quevedo - 3 de Agosto de 2013


Peronismo a la Ottinger.
por Mariana Moyano

Editorial SF del 3 de agosto de 2013

Clarín tiene un ejército de soldados rasos que le siguen la agenda al pie de la letra. Puertas adentro y rotativas afuera. Posee un grupo comando que lleva adelante hasta las más insólitas tareas y que no sólo no se pone colorado, sino que se jacta de estar haciendo periodismo. Cuenta con una tropa leal que no pregunta ni se pregunta, que no cuestiona ni se cuestiona; que sólo repite y hace. Y ha conseguido conformar una cuadrilla compuesta por viejos y por jóvenes que, además de tener el nivel de profundización intelectual de una pelopincho, provocan ese escozor que es igualito a lo que el decir popular llama vergüencita ajena.
Clarín es dueño, además de licencias, de empresas, de compañías, de servicios financieros, de dispositivos culturales y de mecanismos de construcción de sentido.
Pero Clarín también cuenta con profesionales periodistas -que ya hace rato han cambiado el oficio por el traje de intelectuales de la derecha- muy inteligentes. No se trata de los todoterreno televisivos que a cambio de aumentar su cuota de ego entregan el alma y todo lo que alguna vez dijeron -aunque aquello dicho también contenía una importante cuota de cinismo e hipocresía, digámoslo- sino de sutiles constructores que caminan por la línea delgada, por la sutileza, por la ruta de la puntadita ligera y bien dada; los que hacen sintonía fina.
Hay uno, de apellido cortito, como un personaje adorado por el público infantil, que siempre ha andado por el caminito refinado. Es perspicaz, astuto, sabe cuál es el problema nodal de la política argentina, conoce el peronismo porque lo ha recorrido como periodista y como militante y entiende que los verdaderos andamiajes que sostienen las medidas que hacen a un país no nacen ni del tachín tachín oficialista u opositor, ni del soplar fuerte para hacer botellas rápido.
Hace un tiempo, no mucho, este sagaz y extremadamente hábil escriba lanzó el guante, primero a los pies de Néstor Kirchner y cuando él ya no estuvo en este mundo, siguió con su convocatoria a duelo con Cristina.
En el junio de 2009 -mes de bombardeos literales y de los otros- este periodista peronista escribió un texto que tituló “Néstor Kirchner y los periodistas” (1). En esa especie de Carta abierta, de lo más pública, al ex primer mandatario le habló en este tono:
“Señor Néstor Kirchner, ex presidente de la Nación y presidente del Partido Justicialista. Me presento, me llamo Osvaldo Pepe, tengo 56 años y 37 de periodista profesional (…) hace 15 que llegué a Clarín, después de un paréntesis de trabajo político junto a un maestro de dirigentes como Antonio Cafiero”.
“Toda la vida fui peronista (…) No me considero su enemigo, pero empiezo a dudar de que usted no me incluya en un colectivo al que se castiga y anatemiza (…) con retórica antigua que el propio Perón hoy, arriesgo, desaprobaría por extemporánea y, sobre todo, por inservible. Basta recordar la sabia ironía del viejo General al decir aquello de "cuando tenía todos los medios a favor me derrocaron y con todos los medios en contra el pueblo me volvió a elegir”.
“Usted debe estar pensando que alguien me ordenó escribir estas líneas. Se equivoca. (…) Se las propuse yo al editor general. Porque sigo siendo un periodista que se siente peronista. Y que no lo niega”.
“En Clarín escribí con admiración sobre Perón y el peronismo, me expresé en contra de los intereses del campo, critiqué alguna cobertura televisiva del grupo en medio del fragor de aquel conflicto y salí en defensa de la Presidenta cuando un extraviado colega español la humilló con alguna cuestión estética intrascendente en materia política. Eso está escrito”.
“Voté dos veces por usted y una por la Presidenta. Y después del 28 a la noche, le puedo asegurar, seguiré durmiendo tranquilo. Espero que usted también lo haga, sabiendo que la democracia es sólo eso: una compulsa de voluntades, no un duelo a muerte con quienes piensan diferente”.
Era, lo supimos al instante, una nota que sonaba extraña, extemporánea, diría Pepe que diría el General, si se la miraba desde el sentido común mediático o con ojo de cacerolo con pretensiones. Pero era toda una declaración para los conocedores de cómo operan los titiriteros que saben tanto de dinero como de triunfos culturales: fue esa la nota que inauguró esta etapa en la que quedaría claro que el verdadero poder iba a buscar a su hombre en las filas del peronismo. Los Kirchner estaban acabados, pensaron. El reemplazo hay que conseguirlo ya, dedujeron.
La derrota del 28 de junio de ese 2009, tan bañada por el conflicto que le selló el ismo para siempre al presidente patagónico, parecía darles la razón. Muchos pensaron que era el tiro de gracia y apuradísimos firmaron un “fin del ciclo”. Pero vinieron las leyes y las medidas que más a fondo llevaron el acelerador K. Vinieron cataratas de pequeñas revoluciones cotidianas en decisiones y cabezas. Y se fue Él.
Un año y medio después de la partida de Kirchner, la cuña que le disputa el peronismo a los K volvió a hincarse. Esta vez, de la mano de una de las palabras que más lastiman el alma de este movimiento popular: “imberbe”. “Los imberbes de Aerolíneas”(2), fue el título que eligió esta vez. Y como en una especie de mensaje cifrado, este otro texto también tuvo la posibilidad de una doble lectura, como en capas. Una, la más superficial, para quienes eligen ese diario como medio de información y otra, más profunda, para quienes le conocen al diario su capacidad de partido político y que entienden de modo más cabal al peronismo.
Allí, en ese puesto de lucha que el matutino ha denominado “Del editor al lector”, este jerarca del periodismo poderoso habló de la empresa de bandera como la “gran caja de la agrupación juvenil”, a la cual ubicó de modo ladino en el espacio del “kirchnerismo cristinista”.
La operación estaba en marcha: el primer paso había sido disputarle el peronismo al gobierno, el segundo, quitar del partido del general popular a quienes hoy estaban a cargo del gobierno nacional. Sectorizarlos, mantenerlos encerrados y echarlos. Una reedición berreta y –como toda repetición histórica- farsesca, de aquella Plaza de aquel 1974.
“Jóvenes imberbes capítulo II”, adjetivó Pepe. Y fue por más, por mucho:
“La Presidenta (abrió) las puertas para el “trasvasamiento generacional” capítulo II. Muchos de ellos son hijos o familiares de militantes montoneros. (…) Los identifica el mismo gen que a sus padres. (…) No es el coraje que, aun en el error, mostraron aquellos cuadros armados que desafiaron al propio Perón, sino la soberbia. (…) Esta nueva versión de la “juventud maravillosa” capítulo II podría decirse que encarna una “soberbia desarmada”.
Pepe había ido a fondo, hasta el final. Había elegido nada menos que el título del libro de Pablo Giussani que –queriéndolo o no, sabrá el autor sus intenciones- redujo la militancia setentista a un listado de asesinos o de tontos incautos llevados a la tortura y a la muerte por una decisión lineal del propio Perón.
La respuesta de Cristina no se hizo esperar. Era obvio. La buscaron… y la encontraron. No es muy difícil ni hay ningún mérito especial en ello. Cuando sabe que algo que se dice o se hace va al nudo de lo que realmente está en juego, ella recoge el guante. Se la comprenda o no en el momento. Pero planta bandera y deja para la historia inmediata memoria de la disputa.
Genes, biologización de la política. No hay que ser muy perspicaz. Da nazi. Y eso dijo Ella.
“Señora presidenta, estuvo injusta”, tituló el periodista como respuesta a lo que de modo corajudo, aunque mentiroso, llamaron “en letras de molde”, “debate”. (3)
“Respuesta al ataque de la jefa de Estado” editó Clarín y Pepe se tomó el trabajo de colocarse en víctima y en el sillón de un inocente, cándido e inexperto señor que, apenas, si había lanzado una opinión al aire:
“Los periodistas podemos y debemos ser criticados”. “Le hubiese bastado una respuesta con altura acorde a su investidura”. Indicó.
“Lo que dije fue que el estilo político de La Cámpora observaba el mismo gen (político) que la conducción de Montoneros, no de sus bases, peronistas”. Justificó
“La Presidenta hizo abuso de poder para castigar el derecho a expresar mis ideas”. “Estuvo injusta y desacertada. No por rechazar mi escrito, sino por el modo en que lo hizo”. Criticó
“Presidenta, se equivoca, no en criticarme, sino en pretender descalificarme sin conocer mi historia personal y profesional”. Avanzó
“Muchos piensan ahora lo mismo y creen que el peronismo sólo fue Evita, gloriosa y enorme como lo fue”. Cercó
“Coincido con usted en que los jóvenes que hoy hacen política son bienvenidos, también los de La Cámpora. Pero no si lo hacen en base a una reescritura parcial de la historia”. Amenazó.
No un duelo a muerte con quienes piensan diferente, los modos, el derecho a expresarse. El sonsonete habitual, pero esta vez con certificado de peronismo.
Hubo un tiempo de sosiego, pero nada quedó ahí. Porque la operación de búsqueda de la persona que puede recomponerles su lugar en la esfera de las decisiones grandes no puede cesar. “La letra chica del kirchnerismo” (4) fue el título de la última avanzada. Y allí habló de “razones ocultas”, de “negociados contrarios a la ética”, del “desgaste de 10 años en el poder”, de los “justificadores a ultranza de la real politik K, nacionalistas de café, beligerantes berretas, ignorantes de toda ignorancia política (que), ni siquiera saben cómo fue todo” y de “la máscara del relato que cae y deja al descubierto el rostro verdadero de la impostura kirchnerista”. La catarata de adjetivos tenía una excusa: Milani, el nuevo estandarte del grupo en una –ahí sí- impostada supuesta defensa a ultranza de los Derechos Humanos. Si no fuera porque tienen poder, sería ridículo.
Pero lejos de ser todas estas notas aisladas de un librepensador que se expresa, su último texto cierra el círculo: a la operación de cercar al kirchnerismo, de señalarlo como Montonero, de intentar quitarle el ropaje y hasta la idiosincrasia peronista, le agregan ahora la puntada final, que no es otra que colocarlos en el lugar de los herejes. Discurso de derecha no barbárico sino escondido en la hojarasca de la caridad cristiana, en ese bla bla tan ONG de los años noventa de la solidaridad confundida con beneficencia, tan similar al verso de la Tercera Vía de los Tony Blair, que se jactaban de un capitalismo humanizado mientras se cargaban a medio millón de niños en Irak, tan de disfraz de progre… tan papista.
“Cómo colgarse de la sotana del Papa” (5), fue la munición del titular. Y desde allí habló de gigantescas multitudes, de “muchedumbres conmovidas y conmovedoras” y de la “tarea esencial de pastor de almas con sus artes de un auténtico militante social” que hizo la “opción preferencial por los pobres”, para referirse a lo que ocurrió con Bergoglio en tanto Francisco en Brasil. Y le dio duro a la jefa de Estado de Argentina.
“Colgarse de la sotana” fue el modo con que definió la foto de Cristina con el jefe de la Iglesia Católica Oficial. “La lección está a la vista y no es difícil discernir quién es sincero y quién no. El poder no son obras ni fotos en campaña. Francisco ya lo había dicho en sus primeros días de papado: “El poder es servicio””, fue el párrafo con que eligió finalizar. Tenían a su hombre. Les faltaba candidato.
A la hoguera, pedía a gritos ese texto. “Montoneros revanchistas”, les dice el diario socio. Porque los dos (con varios más y con la tele empalagando con la Papamanía) han decidido escindir a la persona de Jorge Bergoglio de Francisco. Pero no porque comprendan –lo que es un hecho obvio- que el Papa es algo bien distinto de un cardenal local aunque sean la misma persona, sino porque han decidido convertir a esa figura en el polo de atracción de todo aquello que desprecia el mundo, la era, la década y el modo K. Volver al barniz, al como si mientras se ajusta. Ese gatopardismo que tanto le gusta a la derecha mundial.
Y allí tapan, ocultan o minimizan que ese Papa, ese ser no terrenal –según la construcción con que vienen machacando- juega fuerte en la política doméstica. Mide cada gesto y manda símbolos: su vocera, su hermana de la vida, su amiga de hace cuatro décadas, Alicia Oliveira, era la candidata a senadora -en una lista sin chances- por el partido del Momo Venegas -un dirigente que sí sabe herir-. Y Gustavo Vera -la voz de la organización La Alameda que no titubeó en denunciar a Raúl Zaffaroni de proxeneta y en dejarse usar por el pasquín Muy- había puesto su nombre en las listas de UNEN. Datos. De color, para los que se hacen los zonzos. Mensajes, para los que leen finito.
Necesitan el aglutinador, precisan de un candidato, les urge la figura. Intentaron con Mauricio. Probaron con Binner. Y ahora llevan a Massa. Candidatos a la Ottinger.
Richard Ottinger fue un político estadounidense que no es ni conocido, ni popular, pero que su apellido ha llegado a la cúspide, a punto tal que le ha dado nombre a un síndrome. Se trata de esas figuras armadas a imagen y semejanza de lo que se supone escupen las encuestas como demanda general. Sondeos, consultores, asesores de imagen y mucho marketing elaboran a una persona que nada tiene que ver con ese de carne y hueso que existe en la vida real.
Ocurrió en las elecciones de 1976 para el Senado de los Estados Unidos. Un candidato joven e inexperto fue presentado como alguien con confianza en sí mismo, capacidad de gestión, agresivo y sin temor a tomar las decisiones más fuertes. Ottinger crecía en la consideración social y parecía el hombre predestinado.
Tan arriba estuvo, que sus contrincantes, durante el debate previo a los comicios, comenzaron a acribillarlo a preguntas para que respondiese con datos y especificaciones cómo resolvería problemas precisos. El hombre se desmoronó, se vino abajo y le ganó la inseguridad. Quedaron al descubierto sus pies de barro.
Es como si aquí, en estas elecciones, en una provincia argentina, un precandidato que se dice peronista no pudiera, no sólo repetir de memoria, sino siquiera reconocer una máxima del jefe absoluto del movimiento al que dice pertenecer. Ah ¿que eso ocurrió? Será el fantasma. Será el síndrome.
Esta construcción viene de largo. La de Ottinger y la argentina. Hace ya media década que están intentando encontrar o elaborar la figura que les quite a los K esa costumbre de mandar y resolver, de decidir y hacer, de insistir en que la Casa Rosada no es sede de otros poderes sino el espacio físico, simbólico e institucional en el cual se toman las decisiones de las grandes líneas políticas de la República.
A cara descubierta no han podido. Les viene fallando el termómetro y la pitonisa. Parecen haber encontrado a uno.
El 11 de agosto se verá qué pasa. Pero mientras se coloca toda la atención en ese domingo de comicios, no estaría nada mal mantener un ojo despierto y atento en cómo alguien ha metido la cola. Reza el dicho popular que es el Diablo. Puede que sea, aunque a veces se vista con ropaje celestial.
Referencias: (1) Clarín, 17-6-2009 (2) Clarin, 12-3-2012 (3) Clarín, 13-3-2012 (4) Clarin, 21-7-2013 (5) Clarin, 29-7-2013