sábado, 29 de agosto de 2015

Programa SF 172 - Fernando Sorrentino y Martin Rodriguez - 29 de Agosto de 2015



Marines y mandarines
Por Mariana Moyano
Editorial SF 29 de agosto de 2015

A los marines los conocemos. Los vemos a diario, son los que ponen la cara y el cuerpo en la primera línea de fuego. A los mandarines solíamos verlos poco. Porque no les gusta que se les conozcan sus rostros. Esta década que ellos odian los obligó a eso: a salir de la cueva. Y están molestos. Y cuando la derecha, derecha se enoja feo, feo, te lo hace saber. Y reitera para que te quede clarito,  clarito. En este caso no fue uno, fueron cuatro editoriales de La Nación en menos de dos semanas.
A veces oigo de boca de queridos compañeros: “lo de los juicios es increíble. Nunca lo hubiésemos imaginado, pero ya es más simbólico que otra cosa”. Pues parece que a la derecha, derecha, algunos símbolos les molestan más de lo que solemos pensar. “Memoria y reconciliación, titularon el 16 de agosto. Más o menos era fácil darse cuenta por qué lado iban a ir.
“La convocatoria de la UCA para reunir a víctimas de los dos contendientes de la violencia de los años 70 es un gran ejemplo en la búsqueda de la pacificación”. Los bandos y la reconciliación. Otra vez los demonios. Los protagonistas de este pase de pizarrón fueron monseñor Jorge Casaretto y la senadora Norma Morandini y Arturo Larrabure, quienes, según el centenario periódico  “representaron, cada uno por su lado, a las víctimas de la represión y la acción terrorista”.
“No es posible justificar los métodos aberrantes utilizados en la represión. Menos aún la desaparición de personas o la apropiación ilegal de menores”, aclara el diario mitrista, Pero pone el pero: “Tampoco es de ninguna manera aceptable justificar la violencia de los grupos terroristas con su secuela de asesinatos y destrucción de familias y daño moral”. Y siguen: “Las leyes de obediencia debida y punto final, así como los indultos a ambos bandos fueron pasos en búsqueda de la pacificación. Esta voluntad fue desautorizada en 2003 con la anulación, a nuestro juicio inconstitucional, de tales normas y la decisión hemipléjica de proceder sólo contra quienes habían reprimido.
“El encauzamiento hacia una reconciliación requiere un profundo y superador examen de conciencia de todos los involucrados y, particularmente, de la clase política. Su resultado debiera ser la reconciliación, traducida en una amnistía amplia que permita luego mirar hacia adelante”. Clarito, clarito. De la derecha, derecha. Pluma de mandarines.
El 3 de agosto habían iniciado ya esta nueva saga de condicionamientos al futuro gobierno. “Lesa venganza” titularon en aquella oportunidad. “Ideologización”, “odio”, “vulneración de principios legales universales”, “fraudulento armado de causas” y “venganza”, eran algunos de los calificativos con que describieron a los juicios de lesa humanidad que se llevan a cabo en la Argentina. El eje de la preocupación: los civiles y la punta de lanza: Jaime Smart “internado en la cárcel de máxima seguridad del Complejo Carcelario de Marcos Paz y próximo a cumplir ochenta años-, quien debió soportar ya dos juicios orales  celebrados en La Plata con bulliciosas audiencias plagadas de activistas y militantes que falsamente declaman una defensa de los derechos humanos, cuando está claro que sólo buscan agraviar y ofender a procesados”, según el relato de esta derecha, derecha.
Insistentes y persistentes como son –no en vano son los dueños de la Argentina desde los inicios de la Patria-  el viernes23 de agosto volvieron a la carga con “Reconciliación, indultos y amnistías”.  Allí la furia provenía de que “en julio pasado se sancionó una ley que prohíbe amnistiar, indultar o conmutar las penas respecto de los delitos de genocidio, lesa humanidad o crímenes de guerra”, según sus propias palabras. Y agregaban: “Lo cierto es que, después de más de una década de siembra constante y perversa de resentimientos, odios, divisiones y enfrentamientos entre los argentinos, nuestro país tendrá pronto una oportunidad para promover la reconciliación” y para “ingresar con la apertura y generosidad del caso en la etapa superadora que supone, luego de conocida la verdad, transitar hacia una reconciliación y pacificación que nos permita caminar juntos hacia el futuro en el clima de amplia unidad que supone la decisión de reconciliarse”.
Y 3 días después –se ve que los muchachos tenían el claro objetivo de que su propuesta no pasara desapercibida- llegó el “Justicia y condena: una frase con sed de venganza”. “A lo largo de la perversa década política del llamado "kirchnerismo" –arrancan así de livianitos- , la reiterada frase: "Justicia y condena", a veces reemplazada por "Juicio y Castigo", ha repiqueteado cual ariete en nuestros oídos (…) pese a la inmensidad de la verdadera depravación que su contenido real supone y procura imponer: el del bien llamado odio añejado”.
“Se trata de aquellos juicios en los que, con total descaro, se presiona a nuestros magistrados judiciales, cuyos despachos  y estrados fueron transformados en ámbitos vociferantes e intimidantes, muy similares a los que acompañaron el reiterado uso de la guillotina durante las etapas más sangrientas e irracionales de la Revolución Francesa. (…) Son un muro más en el que, quienes la pronuncian o gritan, pretenden hacer estrellar los esfuerzos de aquellos que creemos firmemente en la posibilidad de reconciliación”.
Toda esta trabajada pluma en medio de gritos escritos contra el Estado, el que, según este mismo diario La Nación “quiere crear una grieta entre la democracia y el mercado” y cuyo nudo conceptual está en la “teoría conspirativa (que) abreva de numerosas fuentes, desde el nacionalismo tradicional hasta el marxismo de la sociedad sin clases. Convoca tanto a los lectores del Manifiesto Comunista, como inspira a quienes celebran la Vuelta de Obligado y a quienes aplauden la base china en Neuquén. Movilizó tanto a los Montoneros expulsados en 1974 como a los sindicalistas que los hicieron expulsar”. Sumaron, como al pasar, enojos de tinta contra los ascensos post mortem de Manuel Dorrego y Juana Azurduy una reivindicación explícita de la guerra de la Triple Alianza.
En paralelo a este ciclo de presión para la amnistía a los genocidas y sobre todo de un feroz lobby para que no se abra la etapa de juicios contra los civiles mandarines de los uniformados presos, organizado por la Asociación Cristina de Dirigentes de Empresa (ACDE), la Asociación Empresaria Argentina (AEA) organizó también otro casual encuentro con el mismo eje temático de discusión. Jaime Campos –titular de la entidad- les juntó la cabeza a los empresarios y a varios candidatos a presidente de la Nación, incluso algunos que se dicen progres allí estaban, escuchando y sin protestar. Campos, el contratado, hizo su labor, pero como el asunto parece que es serio, los otros mandarines también salieron a la cancha: Héctor Magnetto y Paolo Rocca fueron de la partida y el retintín volvió a ser lo que ellos llaman su preocupación por una justicia independiente. Traducido, que ni se NOS ocurra avanzar un pasito más.
En la cancha, muchos marines, los de siempre haciendo su labor. Convencidos y por la paga, porque los hay de los dos. Pero los mandarines también a la luz del día. La pelea parece que va en serio.
¿Fue contra Cristina Fernández de Kirchner? No nos equivoquemos. No. No fue contra ella. Así como en 2003 José Claudio Escribano le elevó por escrito al entonces presidente Néstor Kirchner el pliego de condiciones que los mandarines le estaban estableciendo a través de la extorsión vuelva ya frase popular -aquello de “la Argentina ha decidido darse gobierno por un año”- en esta oportunidad el poder por encima de los gobiernos está jugando un mismo juego con operativo pinzas. Por un lado, el intento de que sea Mauricio Macri el futuro presidente -¿alguien piensa que lo elaborado en Tucumán no tiene vinculación con esto?- y si no es él sino Daniel Scioli, pues que asuma con la mayor ilegitimidad, toda la duda posible sobre la legalidad de su triunfo y con la cancha marcada con la agenda de los mandarines.
Tucumán arde fue un hecho artístico creado y montado en 1968 en las sedes de la
CGT de los Argentinos de Rosario y Buenos Aires. Fue realizada por intelectuales de diferentes disciplinas con la intención de mostrar el fenómeno pero sobre todo de trabajar incluso más allá de sus propias vanguardias.
En estos días no hubo artistas, pero si intelectuales orgánicos para que Tucumán ardiera, literal y metafóricamente. Primero quemaron urnas y denunciaron fraude. Claro, las irregularidades nunca fueron formalmente denunciadas, no se contabilizaban en las zonas donde esa derecha insistente había ganado y nada informaron acerca de que quien prendió fuego las urnas fue Hugo Alarcón, detenido por ese hecho, candidato opositor en Tucumán y que figura en la lista de José Cano.
No sabemos bien cómo pero lo que el domingo fue “fraude”;  el lunes fue “la vuelta de la violencia política” y la aceptación -de boca del propio dirigente radical Mario Barletta- de que “puede no haber habido fraude, pero el voto no es legítimo”; el martes, la compra de voluntades a través de lo que llamaron dádivas, que no eran otra cosa que los programas sociales que se implementan en la provincia y el miércoles –con la inestimable colaboración de la pésima decisión de poner a la policía a pegar-, la represión. Confusión, casos y sospechas. El escenario soñado por marines y mandarines.
El feudalismo provincial, dicen que les preocupa. El de algunos, en todo caso. Porque de los intentos de ascender a jueces ligados con el robo de bebés, como es el caso de la jueza de Familia Carmen Liliana Bertolotti -que aspiraba a ser Vocal de la Cámara de Apelaciones en Posadas- no molesta tanto. Su pliego fue observado, y no pasará a la siguiente instancia por tener antecedentes contrarios a la perspectiva de los Derechos Humanos. Se trata, entre otros, cuestionamientos de su accionar en el caso denominado Sarruggi-Flecha González sobre la apropiación de una niña de tres meses en noviembre del 2000.
De eso, nadita. Ni lo marines, ni los mandarines. Ahí no hay preocupación ni por la república, ni por las instituciones, ni por el tipo de Poder Judicial.
Y mientras los mandarines digitan, los marines ejecutan, liman y esmerilan:
-Miguel Kiguel, asesor de Macri y un hombre con historia entre los mandarines locales, lo dijo sencillito: “o se bajan salarios, o se devalúa, otra no queda”.
-Darío Cabezas, militante del PRO de Tucumán intentó meterse en el escrutinio con boletas en los bolsillos para, mínimo, que se  impugne y, máximo, pudrirla.
-El economista Nicolás Salvatore contratado por el candidato a gobernador de la oposición tucumana, José Cano, alentó al pueblo tucumano a realizar una “pueblada” con “bombas molotov”, “cascotes, palos y honderas”  para “romper todo”.
A esta altura, un grito de guerra revolucionario o ridículo, ya anda circulando en broma hasta que lo vuelvan bandera: "Boleta Única o Muerte". No le temen al absurdo. Los marines son muchos y hace rato están en el campo de batalla y ahora que ya están jugando fuerte, fuerte porque ya no es sólo el presente sino el futuro, vemos venir también a la cabeza a los mandarines.
Es obvia la pregunta, pero fíjate de qué lado de la mecha te encontrás.

martes, 25 de agosto de 2015

Programa SF 152 - Bruno Nápoli - 21 de Marzo de 2015

La voz del poder.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 21 de Marzo de 2015.

El 14 de julio de 2011 el Centro de Estudios Legales y Sociales enviaba una carta al juez Daniel Rafecas, por ese entonces a cargo de la causa, en la cual hacían saber su preocupación respecto del comportamiento y los pareceres hechos públicos del fiscal Carlos Alberto Rívolo.
Por estos días de Partido Judicial actuando a diario y con todas las licencias y potestades a su cargo, las lecturas de estos textos del pasado reciente no sólo acomodan los trozos de memoria colectiva que se van construyendo, sino que ayudan a ubicar las piezas que creíamos sueltas de un rompecabezas que cada hora dibuja con mayor claridad el mapa completo.
En aquel texto, la entidad defensora de Derechos Humanos le planteaba al magistrado lo siguiente: “Tenemos el agrado de dirigirnos a usted a fin de manifestar nuestra preocupación por algunas expresiones vertidas en el dictamen del Sr Fiscal Carlos Alberto Rívolo, efectuado en fecha 27 de junio de 2011, en la causa 1875/09 Martínez de Hoz, José Alfredo; Reynal, Alejandro; y Reynal, William sobre delitos de lesa humanidad”.
“En primer lugar, llama la atención el tiempo transcurrido desde el momento en que el Sr. Fiscal tomó conocimiento de la denuncia y el dictamen de desistimiento realizado. Por otra parte, queremos expresar nuestra inquietud por los términos utilizados por el funcionario en su resolución para justificar el no sostenimiento de la acción. El Sr. Fiscal utiliza expresiones como ´es sabido que el único plan sistemático de la dictadura consistía en aniquilar la subversión tal y como expresamente lo reconoció, lenguaje sembrado y heredado además del gobierno antecesor cuando creó la desgraciadamente famosa fuerza paramilitar conocida como Triple A´, que reproduce un lenguaje y una terminología propios de aquella época. A más de 30 años de vida democrática y las sentencias recaídas en el marco del proceso de verdad y justicia que avanza en el país, esta manifestación significa un fuerte retroceso”.
Dos meses antes de esta carta había ocurrido un hecho nada menor en el cambio que empezaba a darse para erradicar la idea de dictadura militar y asentarle bases sólidas al paradigma más exacto, más preciso y más riguroso con lo ocurrido hace 40 años de nuestro país: ése que da cuenta de cómo los no uniformados no fueron ni acompañantes, ni cómplices y, las más de las veces, ni socios, sino ideólogos de lo que sucedió en aquellos años oscuros; y el mismo que explica que muerte, cama de tortura y desaparición tiene vinculación directa con empresas, patria financiera, dinero y poder.
En mayo de 2011, el entonces secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, se había presentado en nombre del Estado Nacional como co-querellante en la causa que Eduardo E. Saiegh había iniciado por su detención ilegal y las torturas sufridas y por las cuales pedía la detención de Martínez de Hoz y Alejandro Reynal, acusados de ser los autores intelectuales del secuestro del empresario.
Saiegh decidió dar cuenta de su “caso” a través de un blog que se ubica con facilidad en la web. En él cuenta que “El 31 de octubre de 1980 fue un día bisagra en mi vida, cuando la dictadura cívico militar me produjo una profunda y grave inflexión en el devenir de mi vida.
Ese día fue violentamente secuestrado “por una comisión de más de 30 parapoliciales y salvajemente torturado durante 7 días para que confesara ´voluntariamente´delitos inexistentes en el Banco Latinoamericano (BLA) del cual aún soy propietario, con el objetivo de que el Banco Central justificara su arbitraria e ilegal ´autoliquidación´para poder materializar la estatización de Austral Líneas Aéreas que ya había sido resuelta por decreto 1922/80 del 22 de septiembre de 1980”.
 
“Este grave delito de Terrorismo de Estado y DDHH del que fui víctima propiciatoria en octubre de 1980, fue planeado desde el BCRA con el objetivo de desapoderarme de mi banco y hacer desaparecer -del tesoro del BLA- las acciones de Makin S.A., empresa controlante de Austral Líneas Aéreas, y los comprobantes de su deuda por más de 7 millones de dólares que tenían con el banco, garantizados por la caución de dichas acciones”.
“Dichas acciones las necesitaban -sí o sí- para poder transferirle la compañía aérea al Estado Nacional con un pasivo de más de 200 millones de dólares, y poder estatizarla de acuerdo al decreto 1922 del 22 setiembre de 1980, tramitado en 48 horas, a pedido de los accionistas de Austral por nota formal al entonces ministro de Economía y jefe civil de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz”.
“Para lograr esto se falsificó una denuncia anónima en el BCRA, y se dio su traslado inmediato a las fuerzas parapoliciales pidiéndoles -según consta en las actuaciones- mi detención y el allanamiento de domicilios a la autoridad “política” de la Policía Federal, a través de su División Bancos”.
“La estatización de Austral resultó una real estafa fraudulenta para el Estado Nacional, tal como el fiscal Ricardo Molinas lo denunciara ante la justicia federal penal en 1984, y también es un delito penal imprescriptible cometido por el gobierno de facto contra mi persona y contra mis bienes -por estar incluido en la caracterización de Terrorismo de Estado”.
“Mi secuestro, torturas y extorsión tuvieron el objetivo de “ablandarme” para lograr autoincriminaciones y confesiones falsas con el objetivo de desapoderarme y robarme el BLA y, por ende, quedarse con las acciones caucionadas de Austral. Para lograrlo necesitaban quebrarme en todos los aspectos y, finalmente, liquidarme físicamente”
“Lo económico lo lograron, pero el quiebre moral -a pesar de los terribles tormentos sufridos- nunca pudieron conseguirlo ya que logré soportar las torturas.El 7 de noviembre de 1980, por una situación fortuita del destino, pude negociar mi vida con mis secuestradores y me salvé de una muerte segura”.
“Desde entonces inicié una lucha sin cuartel en todos los frentes legales para reivindicar y denunciar -a nivel nacional e internacional- el arrasamiento de todos mis derechos más elementales y humanos”.
En el 2004, el Estado nacional a través del secretario Eduardo Luis Duhalde, emitió una resolución reconociendo al ‘Caso Saiegh’ como de Terrorismo de Estado agravado por la condición de judío de la víctima.
Así funcionó el genocidio: la muerte y tortura en tándem con –y con el objetivo de- la transformación completa de las bases económicas y culturales de la Argentina.
El así llamado “caso Saiegh” es uno de los que ha logrado mayor visibilidad y, probablemente, uno de los más conocidos. Pero está lejos de ser el único: Acindar o Papel Prensa son –por citar sólo los más emblemáticos- dos ejemplos más de cómo la maquinaria tuvo eje en la dimensión económica de la represión.
La noción de “dictadura militar” se ha ido desgastando y gracias a posibilidades de aperturas y complejizaciones que permiten dar cuenta con mayor exactitud de lo sucedido, se han ido agregando actores a la definición: el bloque civil, los empresarios y la Iglesia. Como indican Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky en su libro “Cuentas pendientes”: “empresarios que son procesados penalmente por contribuir a desaparecer a sus operarios, víctimas que demandan a los bancos que financiaron la dictadura, reclamos económicos en el fuero laboral por detenciones en el lugar de trabajo que se convierten en desapariciones y son declaradas imprescriptibles, sentencias que instruyen investigar la complicidad editorial de los diarios, pedidos efectivos de procesamiento contra empresarios de medios por connivencia con los planes represivos, procesamientos por extorsión de empresarios y usurpación de bienes, la investigación estatal de Papel Prensa, la creación de la unidad especial de investigación de los delitos de lesa humanidad con motivación económica en el ámbito de la Secretaria de Derechos Humanos y de una oficina de coordinación de políticas de derechos humanos dentro de la Comisión Nacional de Valores son algunas de las muestras de esta tendencia”.
Pero lo más novedoso ha sido la vuelta que desde, precisamente la CNV han podido encontrarle al período que transcurrió entre 1976 y 1983: en un libro reciente y valioso como pocos, “La dictadura del capital financiero”, los autores precisan –provocadoramente, por qué no- que “No es preciso el estribillo que durante años consumimos que se refiere a un plan maléfico trazado para implantar por las armas el neoliberalismo en la Argentina”. En este trabajo, sostienen que lo más valioso es conocer “un impactante mapa de relaciones legales, acciones coordinadas entre las instituciones y una presencia civil dominante en la toma de decisiones (...), un espacio de poder que logró perdurar en el tiempo y tener reverberancias no deseadas en la actualidad”. Esto nos obliga, proponen, a examinar “la relación compleja entre genocidio y dictadura y la necesidad de reflexionar de manera crítica sobre la noción de ´complicidad civil´”. Es decir, poner en cuestión esta idea para pasar a una superadora: la de dictadura militar corporativa (…) basados en que fueron las cúpulas de las corporaciones, sobre todo empresarias, diversificadas e integradas, nacionales y extranjeras junto a las estructuras jerárquicas eclesiásticas las que operaron activamente como coprotagonistas hacedoras del período”.
El inmenso intelectual de izquierda Silvio Frondizi, que estuvo muy vinculado con la Revolución Cubana, cerca del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), que fundara Praxis y que fuera fusilado por un comando de las Tres A acuñó una frase enorme, sobre todo para su tiempo y que deberíamos recordar bastante más seguido. Él dijo: “hay que leer La Nación porque es la voz del poder por encima de los gobiernos”, adelantándose con esta expresión varias décadas a un debate que recién estamos pudiendo dar casi de lleno: el que se afinca en comprender que el verdadero poder suele no ser el que a diario manda desde la Casa Rosada. Y que ésa es la única verdadera disputa importante.
El diario La Nación conoce bien de estas cosas. Sabe de sutilezas, de políticas a largo plazo y, sobre todo, de poder. Por eso, casi en soledad, aquel 23 de septiembre de 2011 titularon así la nota: “La persecución a Jaime Smart” y escribieron allí: “Han transcurrido ya más de tres años desde que el doctor Jaime Smart ha sido privado de su libertad sin que haya podido demostrarse hasta ahora su responsabilidad en los hechos que se le imputan. El 12 del actual comenzó a ser juzgado en La Plata, junto con otros acusados, por supuestos delitos de lesa humanidad cometidos durante la lucha antisubversiva en la provincia de Buenos Aires. El juzgamiento, a cargo del Tribunal Oral Criminal I de La Plata, está en la etapa de la lectura de las acusaciones para cumplir con los requerimientos de elevación a juicio. La razón alegada para el enjuiciamiento es haber desempeñado el cargo de ministro de Gobierno de la provincia entre 1976 y 1979. Se trata por lo tanto de la incorporación de un funcionario civil dentro del marco de acusaciones sobre delitos en acciones militares y de las fuerzas de seguridad en la lucha antisubversiva”.

“Los procedimientos llevados a cabo en el marco de la lucha contra el terrorismo” –sigue La Nación- “se realizaban en el más absoluto secreto para los funcionarios civiles de los gobiernos nacional y provinciales. Esto quedó claramente acreditado en varios tramos de la sentencia emitida en el juicio contra los comandantes de las Fuerzas Armadas. La Corte Suprema de Justicia, al entender en los recursos extraordinarios deducidos por los condenados en la causa Nº 4485. A pesar de estas constancias, Jaime Smart es acusado de ser responsable, en su condición de ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, de las acciones de la policía provincial contra la guerrilla terrorista. Para poder hacerlo, 35 años después, no sólo se desconoce que fue ajeno a los hechos, sino que también se violentaron los principios básicos de la justicia como el de legalidad e irretroactividad de la ley penal”.
“El doctor Smart” –continúa La Nación- “tiene un ganado prestigio por sus condiciones personales y profesionales. En sus primeros años como abogado, se desempeñó en el Poder Judicial y, a comienzos de los años setenta, se incorporó a la Cámara Federal Penal de la Nación, que juzgó a miembros de los grupos terroristas que asolaban al país. Queda confiar en que se haga justicia y que se disponga el cese de la actual situación del doctor Smart. De lo contrario, no podrá evitarse que muchos entiendan que casi cuarenta años después, por su actuación en la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, Smart sea perseguido por un gobierno en el que algunos ex terroristas hoy se enseñorean en importantes puestos”.
Avisaban. Alertaban. Advertían. En diciembre de 2012, un tribunal de La Plata condenó al primer funcionario civil del gobierno de facto: Jaime Smart. Fue sentenciado a perpetua en un fallo que por primera vez consideró su rol en tanto funcionario público y lo ubicaron no como cómplice de la dictadura sino como autor de los hechos juzgados en el marco del aparato represivo que comandaba. Uno de los jueces recalcó en la sentencia que se trata de “un cambio de paradigma” porque “la figura del autor permite pensar en un Estado macrocriminal integrado por cuadros civiles, funcionarios y militares en una misma línea de autoría”.
Hay casi 500 represores condenados y decenas de juicios por crímenes de lesa humanidad se suceden uno tras otro. Con trabas y triquiñuelas, pero avanzan. Satisface, calma, cura y da un poco de paz a las víctimas directas y a sus familiares. Y sobre todo ordena a la sociedad toda. Pero en este preciso momento no es una casualidad que se haya alzado en armas de formalidad legal un partido judicial y que detenga, impida, anule o trabe, justamente, las causas donde los sentados no deben ser ya los uniformados sino señores y señoras de corbata y de falda.
La pulseada está asentada exactamente allí. A los uniformados ya los entregaron y no quieren permitir que las condenas lleguen a quienes no cargan grado militar. Lo avisaron, lo alertaron y lo advirtieron. Y están llevando adelante el plan que impida que la política de memoria, verdad y justicia los roce, los toque, los hunda y los lleve a eso que muchos merecen desde hace rato: perpetua y cárcel común.

domingo, 16 de agosto de 2015

Programa SF 171 - Anibal Fernandez - 15 de Agosto de 2015

Chapotean en la política. 
por Mariana Moyano
Editorial SF del 15 de agosto de 2015.
Es facilísimo. No tienen idea de lo sencillo que es. Y sale a toda velocidad y sin necesidad de ensayar. Cara de circunstancia. Circunspección y ceño fruncido. Un plano corto sobre los ojos del conductor o conductora mientras él o ella lanzan vaguedades sobre los que a ellos les gusta llamar “los políticos”. Un pase melodramático al móvil en vivo con un o una cronista pertrechados con todo lo que tengan –y se note que es- de equipo de lluvia. Allí, in situ, alive, on national TV: el testimonio de alguien que la esté pasando mal en serio. Pero la idea inicial y que se lleva a cabo no es darle aire, espacio para su palabra. No. Es incentivar toda la justa bronca, el inevitable y legítimo dolor que esa persona que habla está verdaderamente sintiendo y hacer que de esa boca salga toda la rabia por lo que ha padecido. Un desconsuelo genuino tomado por cronistas y cámaras que lo convierten en desolación escenográfica. Minutos de aire, centímetros en papel dedicados a las historias de vida, a la historia individual. Nada, nada de contexto. Ningún parámetro. Se comparan (y encima con cifras falsas) lo destinado a obras hídricas con lo presupuestado para la línea de bandera. Peras con tomates, decía mi abuela. Agua y dolor. Jamás la pregunta franca de por qué. Por qué esto ocurre como ocurre. Por qué el agua llega como llega. Nunca un paseo por cuáles podrían ser las causas de modo de -en serio- encontrar soluciones. Es lógico, la mayoría de los que tienen enviados especiales no están tratando de colaborar, sino de aniquilarnos el raciocinio a fuerza de pura muestra del dolor. Escenas construidas y montadas sobre y encima de eso que sí es real, que sucede, y disfrazadas de acompañamiento. La generación de un abatimiento que anestesia. Y con varios propósitos, entre otros, que nadie vincule que esta narración es sobre los mismos a quienes ellos acusan de vagos y de vivir de planes sociales. Ahora los fotografían y los usan en la tapa de un diario –a pedido del propio periódico, según el mismo medio explica- con cartelitos escritos a mano con las demandas de lo que necesitan. Hace no mucho, a esas mismas mujeres, protagonistas de la tragedia de hoy, se las llamó “fábrica de hijos” porque,según entendía el otro diario socio,“conciben en serie para obtener más planes sociales”. Después del rato dedicado sólo y exclusivamente al dolor, el o la cronista vuelven su mirada a cámara y, compungidos, lanzan otra catarata de generalidades que afirma, sin ningún dato contrastable, que los gobiernos municipales, provincial y nacional no estuvieron presentes acompañando a estos vecinos. Y que si algo obtuvieron, los que de verdad tienen el metro y medio de agua, es, apenas, ayuda de ONGS y, por supuesto, de esos medios de comunicación que se hicieron un festival del minuto a minuto con la lágrima y la desazón ajena. La antipolítica como columna vertebral del discurso y la solidaridad hecha añicos y reemplazada por la lógica de la beneficencia. “No es momento para hablar de los medios”, escucho por ahí. Puede que no, si ese es el único eje de debate o si no se hace algo más que hablar de ellos. Pero hay un punto sobre el que sí hay que detenerse y en el cual ellos sí o sí formarán parte de la discusión. Es la política la que debe dar respuesta tanto a la angustia de coyuntura, al paliativo inmediato como a la mención y a la puesta en práctica de la solución definitiva, si es que ésta es acaso posible. Pero la política del hacer, la de transformar la realidad para que la Argentina sea un país vivible con toda la gente adentro, tiene en frente a otros modos de hacer política: a los del marketing y la fotografía por sobre la acción y la comprensión cabal. Y allí está el oportunismo partidario y mediático. Chapoteando juntos. E instalando una idea muy perversa: que es lo mismo pisar charcos que embarrarse hasta las orejas para llegar al fondo de las cosas. “Vidal recorrió Pilar junto al candidato a intendente de Cambiemos (…) Ambos llegaron con botas altas y caminaron por las calles embarradas y con diez centímetros de agua”, decía un diario que se hunde casi siempre en el lodo de los calificativos, en una neutral y, por ende, atípica crónica. La foto de la candidata PRO a la gobernación recorrió el espacio público mediático y virtual tanto por lo escenográfica de la composición como por sus palabras previas y posteriores que fueron de una utilización y un oportunismo dignos de mejor causa. Para variar, el que la cruzó fue el de la lengua más mordaz de la política argentina: “Salieron a chapotear. Se ponen las botitas, chapotean por el agua y con eso creen que está el tema resuelto", dijo Aníbal Fernández. ¿Quién si no? Alguien que tiene la capacidad de poner en dos o tres palabras lo que anda dando vueltas en el imaginario colectivo y que nadie logra sintetizar. “El PRO montó una gran mise-en-scène” en un gesto de un “oportunismo superlativo basado en esa politiquería berreta de los años cuarenta”, concluyó. Un exocet directo al corazón del duranbarbismo, un modo de construcción de discurso bien PRO, pero afín y propio del mecanismo de funcionamiento de los medios de comunicación, sobre todo de los audiovisuales: frases cortas, poca palabra, nada de explicación, ningún dato duro, escenas lacrimógenas y completa ausencia de contexto y de parámetros de comparación. Una escena única, acabada, recortadita. De la cual la cabeza distraída o atolondrada -por la causa que fuere- puede inferir sólo maldad y falta de un corazón sensible de quien no se presta a una dramatización similar. Está para “desatar nuestra tormenta, que va a tronar por el dolor. Juegan a ‘primero yo’ y ‘después también yo’. Y a ‘las migas para mí’ y cierran el juego porque ya saben que el tonto nunca puede oler al diablo ni si caga en su nariz”, me suena de fondo. Es inevitable. Y como la señora de las botitas que anda impostada por zonas que le quedan incómodas no habla para dar explicaciones, sino apenas para sacar tajada y quedarse con todas las miguitas, no se ahonda, no se dice, no se cuenta. Ni ella, ni sus socios, ni los dueños, ni los empleados que pasean los micrófonos. Entonces no hay puente: porque se lo llevó el agua y porque ellos colaboran llenando todo de lodo. No se dice lo que dice el que dice, que ahora se dice nac and pop. Pero ése habló: el que quiere ser presidente -y confesó que esta semana conoció el mate- dijo suelto de cuerpo ante los empresarios del Consejo Interamericano de Comercio y Producción que “el mercado va a fijar el tipo de cambio”, lo que traducido es, sencillamente, una fenomenal devaluación con millones a la vera de la vida y que va a impulsar el desplazamiento de Alejandro Vanoli del Banco Central y de Alejandra Gils Carbó de la Procuraduría General de la Nación, lo que traducido es, sencillamente, pasarle topadora a cualquier atisbo de respeto republicano de las instituciones. Eso no se dice, de eso no se habla porque lo importante es chapotear y llenar de barro a la política para que gobiernen las apariencias y que no haya convicciones que dejar en la puerta de la Casa Rosada. Total, ya están acordadas en los verdaderos centros de poder. No importa explicar. Es más, parecen querer que no se comprenda. Mauricio Macri aún no pagó las indemnizaciones de las inundaciones de la ciudad de Buenos Aires y eso no se comenta. Se equiparan territorios incomparables: la ciudad de Buenos Aires tiene 3 cuencas hídricas; la provincia de Buenos Aires, decenas. El humorista plagiador serial de La Nación postea como bonaerense una foto de una inundación de Costa Rica del 4 de agosto de 2011, y nada. No pasa nada. La cifra de inversión en obras hídricas por parte del Estado Nacional ha sido de 60 mil millones de pesos, pero sueltos de cuerpo dicen que no se hizo nada de nada de nada. Dos diarios afirmaron que fue subjecutado el presupuesto destinado a obras hídricas y del Fondo Hídrico de Infraestructura (FHI). Sonsonete con eso por parte de radios y canales. Los funcionarios aclaran, explican, dan datos, muestran que los 10.500 millones de pesos desde 2003, se han aplicado en su totalidad y en forma exclusiva a obras de control y prevención de inundaciones; que más de un 60 por ciento corresponde a la Provincia de Buenos Aires, donde se concretaron 131 obras en 45 municipios que beneficiaron a 4 millones de personas y permitieron la recuperación de 2 millones de hectáreas productivas. Y que no, que no y que no. Y que el Estado está ausente. Luján es una de las zonas más afectadas. Macri le da y le da a que la provincia abandonó a los municipios. Y ciertos voceros insisten en el abandono por parte de la Nación, la provincia y los intendentes. Y apenas algunas vocecitas sin capacidad de propalación informan que el jefe comunal de la “capital de la fe” es Oscar Luciani, un ex UCR, ex denarvaista, ex massista y actual candidato a la reelección por el PRO. No tiene repercusión ni el agradecimiento del secretario General de la Presidencia, Wado de Pedro, a todas las fuerzas políticas que se han unido para poner el hombro en el momento de la vuelta a casa de los inundados, ni el reconocimiento del intendente de San Antonio de Areco, Francisco Durañona, por el comportamiento igual de solidario de todos los partidos políticos zonales. Nada dicen ni de los canales clandestinos, ni de la siembra directa, ni de la urbanización en humedales, ni de la necesidad de que sea el Estado el que reglamente con firmeza qué y dónde se construye, ni de cómo roban tierra de los deltas para ganarle metros al río y construir los mega barrios privados donde duermen los que critican al Estado y veneran al libre mercado. No se brinda el servicio de informar que ANSES otorgará una ayuda a través de jubilaciones y Asignaciones extras, que la provincia ya puso en marcha otorgamientos de entre 7000 y 10000 pesos para los más afectados, que los bancos nacionales y provincial brindarán créditos blandos, que se enviaron provisiones, que las fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas estén en las zonas y que desde hoy –que el sol finalmente volvió- miles de pibes y pibas con y sin pechera se pondrán al hombro el acompañamiento de sus hermanos afectados, o sea, la Patria. ¿Hay que agradecerle al Estado por cumplir con su función? Desde ya que no. Pero sí hay que castigar a quienes muy livianos de boca, de cuerpo y de conciencia sueltan las ideas de liberar las fuerzas productivas, a los que quieren destrozar la gestión estatal para llevarse puesta la política a través de comentarios vagos y banales y a los que se pasan relatando sufrimientos en sus miles de hectáreas propias para que el subsidio les llegue a fuerzas de lobby mientras no ahorran desprecio cuando se refieren a esa inmensa porción de dinero que se brinda a quienes fueron despojados de sus derechos como “gasto público inaudito”. Alguna vez Cristina Fernández dijo que del peronismo “se habla haciéndolo”. El jefe de Gabinete, en una entrevista con el suplemento Ni a Palos impostó la voz para imitar al jefe de ese movimiento y dijo: “como decía Juan Perón. Dejame de hinchar las pelotas con pelotudeces, ¿qué vas a hacer con el tema del hambre? ¿Los pibes van a morfar o no? ¿La asignación universal por hijo sale o no sale? Sí, salió, ¿sabés qué? Esto es peronismo ABC1” Clarito. Hay algunos que se ponen botitas hasta la rodilla y chapotean en el agua. Hay otros que salen a recorrer con ropa cómoda pero sin alharaca. En lo personal, me quedo con ésos. Me dan asco los atuendos, el dolor y el sufrimiento impostados. No quiero gente que camine por el lodo en un asqueroso como sí. Me gustan los que meten las patas en el barro, todos los días, a cada rato, para sacar la mugre haya o no venido la crecida, los que no tienen problema en pisar el fango, pero no para ensuciar al resto sino para intentar que al menos en ese suelo algún día florezca la flor.

martes, 11 de agosto de 2015

Programa SF 170 - Marisa Herrera y Natalia de la Torre - 8 de Agosto de 2015

Bang, bang: nos quieren liquidados. 
por Mariana Moyano 
Editorial SF del 8 de agosto de 2015

Hoy ya no hay otra forma de decirlo: tiran con munición de la gruesa. Nos quieren liquidados.
Es común utilizar el lenguaje bélico en política y en debates sobre la cultura: que las batallas, que el campo de batalla, que las trincheras, que los soldados. Pero, como decimos en las ciencias de la comunicación, todo depende del lugar desde el cual se enuncia. Es decir, en criollo, depende de quién habla y desde qué sitio de pertenencia lo hace. Uno que la va de crítico de televisión –o algo así- en un diario centenario, me tiene de punto y cada vez que puede, palo y palo con que éste es un gobierno autoritario porque yo (o sea un cuatro de copas en el inmenso entramado institucional) uso ese tipo de terminología. En fin, allá él con sus obsesiones. Lo cierto es que es bastante corriente hablar con estas palabras en estas disciplinas. Ya lo han dicho: la política no es más que la guerra por otros métodos. Y que se espanten los pacatos si quieren.
Lo extraño –por decirlo con toda la ironía de que soy capaz- es que a ninguno de estos timoratos que hacen el vade retro ante un enérgico “vamos por todo”, se les mueva un músculo cuando el Presidente de la Sociedad Rural habla de “armas” para definir a los votos. Porque –y disculpen que vuelva a eso del lugar de la enunciación tan de los adeptos a los conceptos comunicacionales- esa entidad sí puso literalmente armas al servicio de sus intereses. Vaya el apellido Martínez de Hoz como símbolo si hay alguien que no entiende de qué hablo.
Vienen haciendo un “vale todo” desde hace rato. No hay novedad. Que las bóvedas, que los bolsos a Carmelo, que las cuentas de Máximo Kirchner y Nilda Garré, que los sueldos de cientos de miles de Axel Kicillof, que las cifras millonarias en hoteles franceses e italianos de la Presidenta, que las valijas de Antonini Wilson, que las embajadas paralelas de Sadous, que los comandos cubano-venezolano-iraní y que los encubrimientos nismaneanos, que las interferencias a sus canales, que la renuncia de la jefa de Estado o que la búsqueda de fueros para huir quién sabe de qué causa judicial, que la desaparición de TN y, ahora, que los atentados a la libertad de expresión porque dos que estaban borrachos se agarraron a trompadas y terminaron a los piedrazos. Ah. Y casquillos, tan verosímiles como los pitutos de otra novela de enredos y mentiras. Todo desmentido. Pero no por boca oficial solamente. Por datos duros y por documentos.
Pensábamos que habían recurrido a todo. Pero no, siempre les queda algo. Siguiendo con la terminología invitada: siempre tienen una bala en la recámara. Ahora fueron por la autoría intelectual de un asesinato.
Que acusen falsamente a un funcionario de coima es desagradable y poco ético, pero que lo señalen como instigador de un crimen, eso ya es una raya que no puede parecernos normal.
Con la seriedad periodística de algún capítulo de Patoruzú, el showman en estado de delirium tremens le adjudicó a un precandidato oficialista la autoría de un asesinato en el cual la DEA, las policías mexicana y argentina y libros de algunos de los reporteros más serios en la temática, pudieron constatar que se trató de un crimen vinculado con lo que muchos especialistas llaman la “macdonalización” del negocio narco.
El experto en seguridad Internacional Mariano Bartolomé explica en el libro NarcoSur de Cecilia González que “Los grupos criminales de la actualidad operan como empresas trasnacionales. Tenemos el estereotipo de Don Corleone. Mucha gente cree aún en el gran capo, con gente que lo rodea y lo obedece a ciegas, pero esto ya no es tan cierto. Hay un alto grado de especialización donde hay abogados, economistas expertos en lavado de dinero, gente de informática, ingenieros agrónomos o biotecnólogos dedicados a mejorar los cultivos y las cosechas, hasta pilotos de avión, constructores de barcos y submarinos”. Así que si quiere saber lo que realmente ocurre con el mundo narco, el showman debería ir rumbeando sus visitas más que a un penal carcelario, a bancos suizos y a los paraísos de Delaware, donde sus patrones del mal tienen la platita.
Pero claro, él no quiere conocer los caminos de la efedrina. Él quiere ensuciar. Quiere esnifarnos la cabeza. Y pareciera que nada ni nadie lo puede parar. En este mundo, en esta empresa, en este mundo de hoy que nos esnifa la cabeza una y otra vez; es una línea y otra línea y otra línea más, y él va cumpliendo como puede, porque él trabaja allá. Y, así, bang, bang, nos quiere liquidar.
Con munición de la gruesa, con calibres 22 o con la tortura china de la gotita que horada. Este mecanismo que uno no termina de comprender si es llevado adelante por ignorantes, vagos y fiacas, a quienes leer y pensar antes de escribir les implicaría un enorme esfuerzo, o si lo ejecutan los burros del último eslabón de la cadena y los autores intelectuales –acá sí- son los astutos que quieren detener ya todo y que nadie vaya por nada. Y juegan y operan y atacan con el desconocimiento, la distracción y el manto de generalizaciones incorrectas sobre todo, para que la ignorancia de ellos y la ajena ponga el eje del debate.
Con el desconocimiento –elaborado por ellos mismos, porque no es sin querer que no nos informen- pueden hacernos tragar la píldora del miedo. Y así, un código civil de la democracia, de 2671 artículos, de 4 años de trabajo, uno que vino a reemplazar a otros dos que poseían 4500 disposiciones y que databan de 145 años atrás, uno cuyo anteproyecto fue elaborado por una comisión conformada por Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci, un código que pasó por una Comisión Bicameral del Congreso, que se debatió en foros de todo el país, que tuvo más de 150 modificaciones tomadas de los debates realizados a lo largo y ancho de todo el país, ese código quedó reducido a:
“Pesificación: pese a las afirmaciones de Cristina, persisten las dudas”(1), “El nuevo Código Civil puede generar interpretaciones distintas” (2) o al chorro de pánico expandido por Cadena 3 con el siguiente líquido alienante: “Con el nuevo Código Civil, lo bautizaron Fakundo (con K´, por supuesto) Máximo" (3). Horroroso para la gente de bien.
Y luego hacen como que informan y nos invitan a leer notas mal hechas, con fuentes que no son cita de autoridad y con confusiones indignas de quien sabe que su texto será público.
“Para salir del país con un hijo mayor de 13 años no alcanza con que viajen los dos padres”. Y uno lee y relee y no hay forma de que se entienda. ¿Sabrán las periodistas lo que quisieron decir?
“En el nuevo Código se eliminó el término "útero". ¿Sabrán que se eliminó “seno materno” porque ya se había aprobado la ley de identidad de género?
“Se reconoce el derecho de los hijos a ser escuchados”, dicen. ¿Sabrán que con anterioridad a este nuevo código la Argentina ya había adherido a la Convención sobre los Derechos del Niño y que existe la ley de protección integral de derechos de niños y adolescentes?
“Para casarse hay que tener 18 años y los conceptos de hombre o mujer se reemplazan por "contrayentes", escriben. ¿Sabrán que la edad de 18 para casarse está estipulada desde 2009 y que la palabra contrayentes o cónyuges vinieron de la mano de la ley de matrimonio igualitario?
“Cuando el hijo nazca será considerado hijo legítimo de la pareja”, publican. ¿Sabrán que hace añares fue derogada la noción de “hijos legítimos”?
¿Sabían ellas que lo que dijo Pablo Tonelli en la nota es falso? ¿Sabían ellas que el consultado docente de Derecho civil Julio César Rivera es el marido de Graciela Medina, recusada junto con Ricardo Recondo por ser una de las camaristas que tanto ha hecho por el grupo Clarín en el Poder Judicial? ¿Sabían que Osvaldo Ortemberg es abogado especialista en Derecho de Familia y, en realidad, no es un conocedor del tema? ¿Sabían que no publicaron lo que Stella Lancuba, especialista en reproducción asistida y Luisa Barón, directora de un departamento de Reproducción Asistida, dijeron específicamente sobre la temática?
Si lo sabían y no lo aclararon, mal por ellas porque juegan con nuestras cabezas. Si no lo sabían, mal por los que permiten que algo así se publique porque nos entrampan.
Y lo hacen cada vez que nos tiran con munición de la gruesa o con estas sutiles cooptaciones de nuestros modos de entender. No quieren que comprendamos que el todo es algo más complejos que pedacitos de chicanas. No quieren que detectemos que dos datos sueltos y un “entonces” colocado como conector son el armado argumental para que nos creamos tramas macabras. No quieren que comprendamos que la arquitectura cívica de nuestras vidas no es una serie de tomos que Cristina Fernández de Kirchner nos tira por la cabeza sino una serie de complejas regulaciones vinculadas entre sí, para formar una urdimbre legal que nos permite vivir en sociedad.
29 reuniones, 18 audiencias públicas en todo el país, dos mil ponencias, 168 modificaciones y los cambios en la vida cotidiana de cada uno de nosotros puestos en marcha esta semana quedaron en el fondo del mar porque en la superficie ellos ordenaron que estuvieran los residuos cloacales de sus operaciones.
De “cambio de paradigma”, de “construcción colectiva” que “mira a la Constitución y los Derechos Humanos” y que “habla de la democracia, del pluralismo y la inclusión”, hablaron los que saben del tema. Marisa Herrera -investigadora de Conicet e integrante de la comisión que comenzó a elaborar el proyecto-, fue terminante en una de sus exposiciones: “El derecho de familia es lo más retrógrado. El Código Civil toca muchas estructuras conservadoras. Las leyes son política, el Código Civil también. No hay que tener miedo de decirlo. Y no hay que tenerle miedo a las leyes. En este mundo entramos todos: el tema es que el derecho nos deje entrar”, dijo y agregó sobre el lenguaje de este nuevo código: “No es inocente. Ya no decimos concubino, decimos conviviente. Ya no decimos patria potestad, decimos responsabilidad parental. Este Código tiene cara de mujer. Este es un Código más de Mafaldas que de Susanitas”.
La prestigiosa jurista mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci también recurrió a una figura menos leguleya y más artística: pidió a los profesionales del derecho que “estudien este código que es el archipiélago de las certezas, nada más que para poder entrar en el mar de las incertezas” (4).
Los que más saben pusieron cabeza, pluma, palabra y tiempo para que la arquitectura legal de nuestras vidas fuese más acorde a lo que somos, pero nada de esto pareció realmente importar. En este mundo, en esta empresa, en este mundo de hoy, nos esnifan la cabeza una y otra vez. Y escriben en una línea y otra línea y otra línea más.
Bang, bang. Nos quieren liquidados.
Pero fijate, prestá atención, ahora más que nunca, de qué lado de la mecha te encontrás. Fijate porque, a veces, con tanto humo, el bello fiero fuego no se ve. Fijate, en serio, si querés que te liquiden en esta guerra de pesadas municiones o si vas a elegir vos de qué lado de la mecha te vas a encontrar.

lunes, 3 de agosto de 2015

Programa SF 169 - Matías Molle y Agustín D'Attellis - 1 de Agosto de 2015

Los cínicos.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 1 de agosto de 2015
Fue una construcción cultural solidificada a fuerza de muerte, represión y tortura, primero. Después la cimentaron gracias a la creación de consenso: dólares que –supuestamente- valían nada y góndolas repletas de salmones, juguetes y vida importados armaron una Plaza del Sí y nos instalaron Miami como único horizonte posible.
Tiempo, discurso efectivo y una urdimbre argumental bien lanzada desde medios socios fue lo que necesitaron para que las medidas económicas fuesen, sobre todo, un plan de fabricación de ideas.
Y lo hicieron creer; lo instalaron como verdad. Así fue que los cientos de miles de hombres y mujeres que a mediados de los años noventa se quedaron con esa fuerte suma de dinero del retiro voluntario –que se esfumó en el intento de empezar de nuevo en un país que se iba a pique- quedaron convencidos de que el no poder recomenzar no estaba vinculado a un modelo que los excluía, sino que la razón era pura y exclusivamente una falla individual: incapacidad para la reconversión, falta de conocimientos de computación o no haber estudiado inglés.
Nada le funcionaba mejor a quienes nos querían derrotados que el aislamiento y nuestra sensación de fracaso individual. Nadie le cuenta a nadie la desazón, por vergüenza. Y nadie comenta con nadie la frustración, por bochorno. Solitos padeciendo: ése fue el triunfo de la guerra cultural. En casa viendo la tele, como nos extorsionaba el canal del solcito.
“Nos quieren tristes para que nos sintamos vencidos. Nada grande se puede hacer con la tristeza”, escribió Arturo Jauretche y hoy es a veces un mantra esa frase. Nos tuvieron tristes y nos sentimos vencidos. Y no fue una casualidad. Estuvo premeditado para que no pudiéramos hacer nada grande. Nos anularon con la tristeza.
Los cínicos. Ellos nos lo hicieron. No los de la escuela cínica griega de los discípulos de Sócrates; de Antístenes y Diógenes de Sinope. Ellos no. Los que nos mintieron con descaro, con impudicia. Los que convencieron con la inmensa falsedad de que el desempleo era un resultado no deseado de un modelo que funcionaba bien salvo por ese “efecto colateral”. Quienes nos tabicaron para que no pudiésemos ver que la falta de trabajo no era una consecuencia no buscada sino, justamente, el objetivo.
Necesitaban ejércitos de hombres y mujeres dispuestos a ser esclavos. Temerosos. Competitivos con el de al lado. Que ése no fuera un otro/hermano sino un contrincante.
Nada mejor para estos cínicos que una milicia de derrotados y egoístas aislados uno del otro para que los trabajadores no estuvieran juntos y, por ende, no tuvieran poder. Nada más efectivo para ellos que un poder político acorralado. Nada más poderoso para poder manejarla que una democracia encadenada. Y el efecto perfecto de aquella cínica y perversa –y muy elaborada- construcción fue que la mayoría de los dirigentes políticos -supuestos guardianes de la democracia y la república de iguales- fueron, además de gerenciadores de las decisiones de los más poderosos, los mejores bufones de ellos para que una sociedad entera se riera y se burlase de la propia política.
Carlos Melconián, a quien no se le mueve ni un pelo del bigote al insistir con su supuesta asepsia económica al mismísimo tiempo en que uno le refresca su candidatura amarilla en el PRO; José Luis Espert, el autor de la memorable idea escrita en el diario La Nación acerca del “estatismo stalinista que nos regala casi a diario la pingüinera gobernante” y Miguel Ángel Broda, el así llamado gurú durante la década cínica, fueron protagonistas esta semana junto con Federico Sturzenegger por sincerar en encuentros privados lo que muchos sabemos y decimos que ellos piensan, desean y sostienen pero que sistemáticamente niegan. Por cínicos.
En la reunión con empresarios del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, los tres voceros del más rancio poder económico habían bregado por la necesidad de un "Estado pequeño", la eliminación de lo que les gusta llamar “cepo” y “subsidios", de un “ajuste inexorable” y la muerte de las paritarias por considerarlas “fascistas”.
Sturzenegger, en tanto, se convirtió en otra involuntaria estrella al conocerse un video de una charla que brindó el 14 de abril de 2014 en la Universidad de Columbia, en la cual el actual diputado PRO cuenta cómo el asesor todoterreno Jaime Durán Barba le pide que no proponga nada. Porque “la gente no está particularmente preocupada por esas cosas. Así que no pierdas tu tiempo, eso no es relevante. No expliques nada. Si vos explicás qué es la inflación, vas a tener que explicar que tendrías que hacer un ajuste fiscal, y que si hacés un ajuste fiscal entonces la gente va a perder su trabajo y eso es lo que no queremos que digas. Cuando seas gobierno hacé lo que vos creas, pero no lo digas ahora en medio del debate. Sólo di que están mintiendo con la inflación. O decí cualquier cosa, hablá de tus hijos…”. Así cuenta –en un muy fluido inglés- el legislador y ex presidente del club de fans del Megacanje que el ecuatoriano le dijo.
Cínicos. Porque mienten, porque ocultan y porque con descaro niegan hasta la más evidente realidad. “Hay un video circulando donde estamos Broda, Espert y yo… no lo abras, es un virus”, twitteó Carlos Melconián a poco de conocida la grabación.
Una los escucha, los ve en acción, trabaja de desarmarles la trampa, de desmalezar su construcción y, así y todo, se sorprende. Por el descaro, por la impudicia, por la obscenidad pornográfica. “Acá no hay ideología, hay capitalismo”, fue la gran y memorable frase del bigotoso economista PRO. Al oírla, debo reconocer, cierta furia se apoderó de mi espina dorsal y cada vértebra logró crisparse.
No hay operación más ideológica que la de negar la ideología. Eso es tráfico ilegal de sentido, es venta inescrupulosa de un muy tramado y trabajado armazón de ideas. Parte del nudo de la operación es hablar con términos huecos. Pero sobre todo, consiste en vaciar las palabras más llenas de contenido y reemplazarlas con conceptos supuestamente inofensivos, esos que parecen no hacer ninguna mella, ni daño, ni rozar nuestras propias vidas. Así es como pueden decirle austeridad al ajuste, gasto a la inversión y, despectivamente, planes a las políticas de reparación de derechos.
Pueden hacerlo si nos aíslan, si nos mantienen con la cabeza loteada. Así la economía puede pasearse oronda como ciencia exacta sin el supuesto lastre de ser una disciplina social y, por ende, enteramente política. La vacían y nos vacían de sentido, de deseos, de autoestima, de rabia, de ganas de que lo que se desea, sea.
Así son los cínicos. Nos dicen que hablan de políticas económicas cuando, en realidad, van por toda nuestra estructura de pensamiento. Mienten y pretenden que todos finjamos demencia. Quieren que nos burlemos de la política y que ella sea el mal encarnado. Les urge despolitizarse y volver aséptica a la prensa que nos alimenta a diario.
Nos necesitan tristes para que estemos vencidos. Quieren volver a aislarnos. Les apremia volver a romper el tejido que, de a poquito, hemos vuelto a trenzar. Por eso no estamos tanto hablando de propuestas económicas ni de medidas monetarias, como de modos de pensarnos y encarar lo que se viene. Se trata, después de todo, de lo que se trató siempre. De eso para el que el mejor de todos tenía el siguiente antídoto: “reproducir la información, hacerla circular por los medios a nuestro alcance. Mandar copias a nuestros amigos porque nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados”. Él lo supo, lo sabía y ya lo sabemos. “El terror se basa en la incomunicación”. Tenemos que seguir rompiendo el aislamiento; ése que necesita el cinismo para instalarse y separarnos. Porque, tenía razón, “no hay mayor satisfacción moral que ese acto de libertad” que ése de derrotar al terror, lo que no es otra cosa que ganarle a los cínicos.