lunes, 25 de junio de 2012

Programa SF 20 - Juan Cruz Daffunchio 23 de Junio de 2012


Editorial Sintonía Fina del 23 de junio de 2012
A 10 años de la Masacre de Avellaneda. (Por Mariana Moyano)
Podríamos haber preparado una efemérides prolijita, limpia, con –ante todo- la corrección política de los bien pensantes. Hablar de los dos piqueteros muertos solamente como jóvenes idealistas y ni siquiera sugerir a quiénes ellos estaban enfrentando. No mencionar la molestia que implica siempre un corte de calles o de puentes. Transformarles la cara y la ideología hasta volverlos dignos miembros de una ong preocupadísima en la caridad. Aplicarles a ellos lo mismo que se hace con algunos desaparecidos. La lógica de la agenda. Y robarles lo que sí les queda aunque no estén: su condición de militantes. No cuenten conmigo para esa operación La realidad es siempre más barrosa y sucia. Elegimos entonces embarrarnos y ensuciarnos. Con gusto. Porque en las zonas grises suelen estar las respuestas. Este 26 de junio se cumplen 10 años del asesinato de Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. Una década de lo que se llamó, con razón, la Masacre de Avellaneda. Y ese hecho tiene varias, pero dos connotaciones fundamentales: una) cambió de un sopapo lo que se pensaba era la coyuntura que estaba instalándose y dos) hizo que a la Casa Rosada llegara otra mirada sobre qué significaba la protesta y quiénes eran los referentes de eso que estaba pasando. Para decirlo de otro modo: no podemos comprender nuestro presente sin un ojo en aquella masacre. La imagen de la Gendarmería el miércoles en la refinería de Ezeiza y esa inacción tan activa es hija y al mismo tiempo contracara buscada de aquello que la bonaerense hizo en la estación de Avellaneda. Fue y sigue siendo un tema incómodo: los movimientos sociales más afines al mundo K nunca se llevaron bien con las organizaciones que protagonizaron aquel corte; los referentes y familiares de las víctimas de esa protesta no sienten por el actual gobierno una simpatía especial y salvo en los últimos años, la militancia kirchnerista no había podido tomar como propias las banderas de aquellos movimientos. Pero hay una parte del proceso actual que no puede comprenderse sin las lecciones de aquellos asesinatos y solo los necios pueden hoy negar que el paradigma ha cambiado de modo casi absoluto. “El problema es con el Estado”, decían los líderes de aquellas protestas y hoy se sabe que el único que puede proteger a los más débiles es ese Estado que por aquellos años se presentaba ante los pobres con la única cara visible que tenía: la represión. “Desempleo record: más de tres millones sin trabajo”, “En la última semana la canasta básica subió otro 2,8%”, “Los piquetes se reforzaron ayer en todo el país”, “La mitad de la población es pobre”, eran algunos de los títulos de los diarios de esos días. Algo cambió ¿Qué cambió? Todo cambió, dice La Nación del 7 de octubre de 2009 “Todo cambió a poco de llegar a la presidencia, cuando apareció un Kirchner diferente respecto de sus lazos con las organizaciones sociales. Ensayó entonces una estrategia de subsidios generalizados que los líderes piqueteros pasaron a manejar de manera inescrupulosa. A cambio de no entorpecer la marcha de su gobierno, se acercaron al poder y a las arcas oficiales los D´Elía, Pérsico, Tumini y tantos otros que no dejaron de cortar rutas y ejercer distintas formas de violencia con el guiño gubernamental”. Todo había cambiado, pero “ellos”, los siempre “ellos, decían lo mismo. Nada, supuestamente, une a aquella masacre con e golpe de Estado de ayer en Paraguay. Ningún hecho histórico parece poder reunir estos dos acontecimientos. Sin embargo, una palabra aparece, se hace presente y enciende las alarmas de los atentos, a quienes suelen decirnos paranoicos. “Crisis en Asunción”, titulan hoy los mismos que hace 10 años habían dicho que “la crisis causó dos nuevas muertes”. Dicen lo mismo. Escriben lo mismo. Hacen lo mismo. Nada, supuestamente, une a aquella masacre con e golpe de Estado de ayer en Paraguay. Pero es que dicen lo mismo, escriben lo mismo, hacen lo mismo. Será porque, sencillamente, los “ellos”, son lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario