domingo, 12 de octubre de 2014

Programa SF 129 - Maria Laura Garrigós de Rébori y Graciana Peñafort - 11 de Octubre de 2014


Gramsci para todos y todas.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 11 de octubre de 2014 

Sepan disculparme los desesperados amantes de la más reciente novedad, quienes ven en ella la única posibilidad de andar el camino. Excúsenme los que creen que lo clásico no es el nudo de la modernidad sino un gesto anacrónico. Pero si queremos decirlo con precisión y rigurosidad, de los que estamos hablando es del bloque dominante, de la estructura, de la superestructura y, sobre todo, de hegemonía.

Estamos viendo, ahí nomás, a los medios de producción; a los medios de comunicación que legitiman y construyen el sentido que necesitan esos medios de producción para que la sociedad los considere lo único posible; a los andamiajes institucionales -los legales- instalados como fenómeno natural y que niegan su característica de construcción histórica; al horror que muestra la minoría de ese bloque de dominación frente a cualquier gesto de los representantes de las mayorías que ponga en duda el statu quo; al sistema financiero, pero sobre todo a su lógica, que además de moverse con dinero virtual, mercantiliza la vida cotidiana al punto de que la propiedad privada es biblia, el resto de los derechos son tema menor y la regla que manda es que a más dinero, menos delito.

Si hay dos zonceras sobre las cuales se ha montado el capitalismo actual y su construcción cultural, éstas son:

1) que el mercado tiene una mano invisible, es decir, no hay sujetos con intereses políticos y económicos detrás y que esos dedos manejan sabiamente los destinos de los pueblos. El autor de la frase es Adam Smith, pero fue Milton Friedman quien la propagó en sus años de gloria. Y por estas pampas, uno que nació en la húmeda y que se dice socialista, anda batiendo el parche con el slogan.

2) Que toda ley para la prensa es una ley contra la prensa. También. La glorificación de una supuesta y falsa autorregulación que pondrá las cosas en orden cuando alguna pieza se desajuste. El textual de Juan Luis Cebrián -en algún momento referente del periodismo libre de la España post Franco y desde 1988 consejero delegado del grupo Prisa- es así: “Toda ley especial para la prensa es una ley contra la prensa”. Se lo dijo a Clarín. Mejor dicho, Clarín lo fue a buscar para que dijese exactamente eso en noviembre de 2009, cuando las papas les empezaban a quemar a ellos. Claro que aquí, aunque no anden específicamente metidos ni Smith, ni Friedman, ni Binner, hay alguito de trampa también.

Y lo notamos cuando nos fuimos a leer una nota del mismo diario y con el mismo sujeto como protagonista en la cual ese vocero del grupo Prisa había sostenido que: “deben intervenir el Gobierno y el Parlamento para morigerar los efectos financieros de la muy mala temporada” y que “se sancione una ley que organice el sector audiovisual”. ¿Había pasado, efectivamente, del socialismo explícito al liberalismo más ruidoso? No. El Grupo que él representa tenía una deuda de 5.000 millones de euros y, entonces, ahí sí. Todos piden, exigen, extorsionan para que aparezca la mano visible del Estado y que les saque del fuego la solanum tuberosum, el tubérculo comestible, la papa de la que hablábamos, bah.

Es que la zancadilla está en la batalla que estamos dando para que el público (entendido como audiencias de rating) pase de una buena vez por todas a ser lo público (una sociedad con mirada crítica); para que las políticas de gobierno (las leyes) pasen de una buena vez por todas a ser políticas de Estado (fundamentos que van más allá de los períodos presidenciales). Y, ¿quién lo dice?, que algún día sean la lógica hegemónica, ese momento en el cual el sentido común se transforma en buen sentido.

El zoológico
Porque son como los caballos con anteojeras: hacia adelante, pase lo que pase alrededor.
Son como pájaros carpinteros y nos taladran: Que “entran por una puerta y salen por la otra”, que “no hay justicia porque no tenemos leyes lo suficientemente duras”, que “la caja” no es un Estado con espalda fuerte sino “un botín con el cual Cristina Fernández quiere comprarse muchas carteras”, que “la plata es la de los jubilados”, que “las leyes”, el nuevo código civil, por ejemplo, “tuvo trámite exprés”, y que “las leyes están para cumplirlas”, si se trata del fallo del juez municipal Griesa, pero que “cumplir la ley es ir en contra de la libertad de expresión”, si se refieren a la LSCA”. Agotan.
Son como buitres: rondan y esperan que la sangre se coagule para meter el diente.
Son como caranchos: en la miseria y la mugre es donde sacan ganancia.
Son como perritos falderos: les encanta que a los jueces que a ellos les sirven se les siga diciendo “su señoría”; a esos magistrados que le caen con todo el peso a un ladrón con moto, pero que absuelven a quien sometió al país a una deuda impagable.
Son como teros: chillan por una supuesta pesificación de los dólares ahorrados o porque –según inventan- el mismísimo Ministro de Justicia podría ir banco por banco quedándose con el contenido de cada una de las cajas de seguridad.
Son como arañas: tejen redes que uno no sabe hasta dónde llegan. Porque van de Paul Singer y la Elliot Management a la Twenty-First Century Fox; de Rupert Murdoch al JP Morgan; de la empresa de almacenamiento de datos EMC Corporation al incendio de Iron Mountain; de Goldman Sachs y Bank of New York Mellon a Interpublic; de IPG Mediabrands a MAGNA global. Y de todo eso a A +E Networks, AOL, Clear Channel Media and Entertainment y Cablevisión. Sí, así como suena, como lo dije ya y como no debemos cansarnos de reiterarlo, a esa zona común donde Clarín y Paul Singer se vuelven socios comerciales.
Son pulpos. Pero pulpos obscenos, lascivos, que tienen sociedades comerciales ligadas de modo ilegal y con tentáculos que llegan hasta el último de los miembros del propio bufete de abogados. Y como en toda pornografía, siempre hay un momento de orgía, como ese en que vimos cómo las flechas juntaban a todos con todos.
Son pirañas: trabajan por separado pero para comerse lo mismo. Mientras, nos aseguran, juran y perjuran que nada tienen que ver entre sí aunque por escrito ellos mismos expliciten que: “el comprador no podrá vender ni transferir por 6,7 u 8 años; que el grupo Clarín será el único que en ese plazo podrá readquirir los servicios vendidos; que vencido ese plazo el Grupo Clarín tendrá derecho preferencial para comprar cuando el cesionario decida vender; que el cesionario estará obligado a construir una prenda a favor del Grupo Clarín sobre las acciones; que habrá exclusividad del Grupo Clarín en el suministro de contenido a las señales televisivas vendidas y que el Grupo Clarín recibirá una comisión de más del 80% de la venta bruta de las señales”. Nada, hace cuac y tiene pico. No hay que ser muy astuto ni paranoide para darse cuenta que es un pato.
Son como hienas porque sin ponerse colorados usan como eje argumental el slogan “TN puede desaparecer” o “la adecuación es forzosa” sin que se les mueva un músculo.

A uno le corre frío por la espalda, se le hiela la sangre. Porque no paran, porque esperan vernos muertos para comer, porque son obsecuentes, porque engañan, porque tejen, y porque parecen sonreírse cuando nosotros nos horrorizamos de que a ellos las palabras “desaparición” y “forzosa” se les caigan con tanta facilidad de la boca. Uno, a esos términos, los guarda, los cobija, los cuida para cuando deba dar cuenta o testimonio del más espantoso horror atravesado.

Nombrar en la ESMA
En estos días, mientras pasaban cosas, en otros sitios, pasaban cosas. En la Ex ESMA, allí donde uno toma real dimensión de qué fue desaparición y qué fue lo forzoso, se realizó un Encuentro Internacional de Medios y Democracia. La necesidad era la de compartir experiencias con otros de otros países a quienes les pasa lo mismo pero que, como nos quieren tabicados para que perdamos perspectiva, a veces necesitamos estar hombro con hombro para darnos cabal cuenta. La excusa, los 5 años de la sanción de una ley que –como tantas- habla de bastante más que de lo que su articulado refiere.

Podríamos decir que hubo paneles sobre Estado, diversidad, periodismo, medios, concentración, gestión, audiencias, ficción, nuevas tecnologías, narrativas transmedia y políticas de inclusión. Podríamos decir que vino gente de todo el mundo. Podríamos decir que se notaba el interés.

Pero mejor que decir es decirnos.
Teresa Parodi cerró el Encuentro. Fue como Ministra de Cultura, pero habló como artista, con esa sensibilidad y capacidad de llevarnos a través de su relato de un modo que jamás un funcionario liso y llano podrá. Nos conmovió porque habló desde las entrañas, desde el corazón. Nos contó que desde la insolencia, desde la impertinencia de su juventud se le acercó por aquellos años a una mujer guaraní para casi exigirle que se sumara a su lucha militante y que siguiera su necesidad de cambiar el mundo ya.
Y esa mujer, con historia a cuestas, se le plantó, le respondió, le dijo, se dijo, esto que Teresa escribió “para aprender, para recordar y para saber qué decirme y con qué defenderme cuando vinieran por mí”.

"No digas de mí sin mí. / Mi voz sabrá cantar sobre tu imperio,
imperio de mostrar y decidir / lo que te sirve para reinar aquí.

Mi yo te niega ese derecho, / mi yo es mi pueblo
y no te da lugar, ni te permite / imponer tu voluntad ajena
a mi sentido último y primero.

Me levanto y te digo: / soy quien marca esta huella,
huele este limo, / habla esta lengua, / sabe este saber,
reina en este reino / donde todo me nombra,
donde todo me dice / el lugar de donde vengo.

Desconozco tu signo, / tu señal que me ciega.
Yo me llamo, / yo me nombro, / soy mi pueblo
Y elijo / y elijo / y vuelvo a elegir
estar viva”.

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