lunes, 13 de abril de 2015

Programa SF 155 - Jorge Taiana - 11 de Abril de 2015


Tabicados
Por Mariana Moyano
Editorial SF del 11 de Abril de 2015

Y que “Je Suis Charlie” desde apenas iniciado enero en el mundo entero. Y si no eras Charlie de modo absoluto y sin fisuras, los focos de toda la lógica hegemónica –cuando no imperial- te apuntaban directo a los ojos para que te entregaras y confesases tu pertenencia a algún sector del yijadismo terrorista ponebombas e integrista. Justo andaba por Madrid el director de orquesta Daniel Barenboim, quien junto al inmenso Edward Said creó la orquesta multiconfesional West-Eastern Divan Orchestra, en la que conviven jóvenes músicos de Israel, Palestina y otros países árabes. Le preguntaron si él también era Charlie -imagino que esperando una respuesta bien occidental y de ocasión-  pero se encontraron con una voz que los obligó a meter un cambio en el piloto automático de la siempre vacía hipocresía bienpensante: “Es un tema muy complejo", dijo el músico y fue bien categórico con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu quien había afirmado que de los judíos de Francia y Europa, Israel era "su hogar". Para Barenboim, esas apreciaciones eran equiparables "a una declaración antisemita, porque es lo que dicen los antisemitas: que los judíos son diferentes, que nunca van a ser franceses o alemanes o argentinos".
Menos mal que semejante voz se elevó frente al manto de artificio hipócrita que se extiende cuando las víctimas pertenecen a los países o a las zonas centrales, tanto en lo que respecta a lo geográfico como en lo referido a las lógicas hegemónicas. Porque acá, en la Argentina, uno de los más incorrectos de todos -y que apenas días después sería poco menos que acusado de poner él los inflamables que hicieron volar la mutual judía aquí- Luis DElía había twiteado: “Parece joda, Natanyahu, Rajoy, Cameron, Merkel y Hollande encabezando una marcha por la paz y contra el terrorismo”. O sea, lo que pensamos todos los que más o menos conocemos cómo funcionan las potencias. Pero a él le saltaron a la yugular, a la cabeza y a su columna vertebral. Menos mal, entonces por Baremboim. Aunque, de todos modos, si no vociferabas el “Je Suis Charlie” por toda respuesta pasaban a mirarte lombrosianamente como terrorista internacional.
Así que “Je Suis Charlie” varios días y nos tuvieron de carlitos por el atentado a Charlie Hebdo y porque la novela Nisman de ese mismo verano tuvo mucha propalación de información, detalle y dato local, pero un borramiento completo en los medios dominantes de las conexiones directas e indirectas de la muerte del fiscal y del fiscal mismo con los modos en que funciona el mundo.
No es sin querer. Esto es premeditado, maquinado y elaborado con toda precisión: nos lotean las cabezas y nos hacen compartimientos estancos con la información que nos venden como noticia. Cada cosa bien separadita de la otra, de modo que no hagamos puente entre el suceso local y el acontecimiento del exterior; entre la medida de gobierno argentina y la determinación del piraterío financiero estadounidense; entre la decisión latinoamericana y la fenomenal crisis europea; entre las cuentas bancarias de aquí y el lavado en bancos de afuera; entre un incendio en Barracas y el sistema especulativo mundial; entre la suba y baja del precio del petróleo y los países que sostienen al ISIS; entre una estructura productiva concentrada y la suba de precios.
Entienden perfectamente que necesitan que no entendamos, para que el malo al que tengamos de patearle la puerta sea el primero que tengamos enfrente: un iraní, un musulmán, un inmigrante, algún líder bolivariano, nuestro ministro de Economía o la Presidenta argentina. Funciona así porque la información sobre lo que pasa en el mundo debe serles funcional a cómo quieren que funcione el mundo. Si se escapa de esas coordenadas, no sucede, no ocurre, no está, "es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad. No está ni muerto ni vivo, está desaparecido”. Y no es una casualidad que cite la perversión retórica videleana. Porque –y aunque pueda sonar exagerado- con lo que suele denominarse información internacional nos hacen algo bastante parecido: nos la desaparecen, le quitan entidad, no nos la dan, ni muerta ni viva. Así los tabicados informativos somos nosotros.
Por eso, dale con que “Je suis Charlie”, pero nadie fue Nigeria cuando el grupo Boko Haram se apoderó de la ciudad de Baga el 3 de enero, fecha a partir de la cual realizaron ataques que terminaron con la vida de más de dos mil personas. Los cadáveres estaban apilados en el área de la basura y no se pudo por mucho tiempo ir a recogerlos para enterrarlos porque no era seguro pasar por ahí; a tal punto no lo era que muchos de quienes se escondían en sus casas fueron quemados vivos. Pero Nigeria no sólo no importaba, sino que cuando algunos pretendimos mencionar a estos muertos se nos burlaron de modo socarrón por intentar poner en una misma dimensión unos y otros muertos.
La foto hiela la sangre. Sobre un piso de grandes y perfectamente cuadrados baldosones entre pupitres que no pueden más que ser para estudiantes yacen los 147 cadáveres. Algunos parecen haber caído mientras se abrazaban para menguar el miedo. Están todos boca abajo, como si un capricho de este escalafón en el cual hay muertes de primera y muertes de segunda. Como si este mundo en el cual giramos se hubiera empacado en que ni siquiera pudiéramos verles el rostro a estos asesinados. 147 sin cara. Cada uno de ellos tenía un nombre, una historia, un sueño, un proyecto. Pero todavía –a fuerza también de los modos de producción noticiosa de las grandes agencias- no tienen cara. Por eso, en las redes, el enojo de quienes no quieren que se los borre se transformó en #147NotJustANumber y #TodosSomosKenia.
Este 11 de abril pasado, el inconsciente le jugó una mala pasada a quien -de modo bastante irresponsable- utiliza la página de la opinión corporativa del diario Clarín. Ricardo Roa no se puso colorado al escribir, al asumir por escrito, que existe una especia de ranqueo de las muertes. Dice él: “La vida parece valer menos y lo peor, la vida de jóvenes. En pleno Puerto Madero un muchacho de 28 años mató a cuchilladas a su novia Agustina Salinas, de 26, y a su vez él fue muerto por un prefecto. El crimen es el mismo en cualquier lugar pero un asesinato en ese barrio tiene otra trascendencia”.
No es casual que valga distinto el fallecimiento en González Catán que en Puerto Madero. No es casual que los kenianos asesinados no tengan rostro. No es una casualidad que la Cumbre de las Américas tenga gusto a barato. Y no es casualidad cómo nos relatan cada suceso. El plan original, la ceguera y los nervios han puesto al inconsciente en el primer plano periodístico. Han corrido al super yo.
Un acontecimiento histórico tuvo lugar en Panamá: Barak Obama y Raúl Castro protagonizaron una fotografía que dará cuenta de una nueva etapa que se abre en las vinculaciones entre Estados Unidos y Cuba. Pero eso, como reza el slogan, no fue magia: esa foto es hija del codo a codo y del hombro con hombro de los países de América Latina que en 2009 en Honduras bajo la batuta del –casualmente un mes después destituido- entonces presidente Zelaya le dijeron a la OEA que no iban a tolerar más que a la cumbre americana le faltara Cuba y es heredera de la cita del 2006 de Mar del Plata cuando el ALCA se fue –parafraseando a Hugo Chávez- “ALCArajo”, junto con el objetivo central por el cual esta cumbre había sido constituida: que todo el continente siguiera los lineamientos de los Estados Unidos. Tampoco es casualidad, ni magia, que justamente estos gobiernos que le han pulseado con dignidad, prestancia y hasta con fuerza a las potencias, hayan recibido y sigan resistiendo los niveles de embates de las fuerzas externas y de los representantes internos de éstos. Si nos corremos la venda, si nos atrevemos a destabicarnos, si nos permitimos deslotearnos los cerebros, notaremos cuán interconectados están cada uno de los sucesos que ocurren en el mundo. Y esto no se llama mentalidad conspirativa, ni paranoia. Es apenas lectura completa y mirada en perspectiva: es el esfuerzo de lograr la panorámica frente a quienes –siempre y en todo- nos quieren conformar con el plano corto.
En la edición de noviembre de 1960 de la revista Che y desde La Habana, Rodolfo Walsh escribió una –cuándo no- magnífica crónica burlona de los modos de cubrir del periodismo desconocedor. Y con el telón de fondo de un mundo al que sólo los buenos de verdad están pudiendo describir y con la cabeza tan alta en momentos como estos del pueblo cubano, bien vale la pena traerla al presente, rememorarla y disfrutarla textual. Así que aquí va el genial artículo que llevó el magnífico título de “No te fíes de un enviado especial”:
“Desde el anciano Repetto hasta Rogelio Frigerio, todos los que en Argentina creían políticamente oportuno pronunciarse contra Cuba, hablaban –hasta hace poco- ex cathedra. El método tenía sus inconvenientes. Obligaba a generalidades teóricas que estaban, por así decirlo, remanyadas. Supongo que fue entonces cuando surgió la idea de mandar algunos enviados especiales que pudieran decir, al menos, que estuvieron en la calle Zanja, o comieron en la Bodeguita del Medio. Con eso y algunas postales del Morro, se lograba la atmósfera necesaria para poder mentir con la impunidad del “yo estuve”.
El primero que vino fue un cronista hispánico, radicado en Argentina. Misteriosamente, lo que escribió en una revista donde alguna vez he trabajado, revertía al anchuroso mar de la generalización barata: el comunismo, la iglesia, todas esas cosas. Por lo que deduje que, en cuanto persona, no tenía nada contra lo que pasaba en Cuba; lo que podía tener en contra, era como enviado especial. Aun la referencia a la “formación marxista” de Fidel Castro parecía menos una maldad que una divertida distracción: como todo el mundo sabe, Fidel se educó con los jesuitas.
Pero después vino otro que -este sí- puede definirse como flor de mentiroso. Me refiero a un señor Chirusi, o Ciruzzi, por quien acabo de enterarme, después de un año y tres meses de estar en Cuba, de que hay “Nubes Rojas en la Noche Cubana”. Tal el título de una nota que publica en “Clarín” el 11 de octubre, y que al parecer forma parte de una serie.
Con gran curiosidad por presenciar ese fenómeno meteorológico, y aprovechando que es de noche, me asomo a la ciudad. Miro la curva suave del Malecón, con sus luces verdes, presiento el contorno semioculto de la bahía, observo los rascacielos del Vedado y el relumbrón de la ciudad vieja, algunas boyas en el Golfo de México, el destello del faro del Morro.
Nada. Lo único que pienso, es lo que he pensado tantas veces: que si hay en el mundo una ciudad fácil de ser amada, es La Habana.
No veo las nubes rojas que vio Chirusi. Me pregunto si las habrá visto en el letrero de neón del “Two Twelve”, en la calle Consulado, donde creo que lo llevaron.
Vagamente me pregunto si las nubes rojas serán una metáfora. Yo creía que esa clase de metáforas estaban fuera de uso. Después me pregunto, simplemente, si Chirusi no es un macaneador. Entonces lo leo con más atención.
Claro, yo comprendo. Este hombre viene impresionado de entrada. Le han dicho que aquí la cosa es terrible, y él se siente un héroe de película. Apenas sale del aeropuerto, ve signos alarmantes, que interpreta dirigidos contra él, Flash Gordon Chirusi.
Escuchemos su emocionante relato: “No bien abandonamos las instalaciones del aeropuerto, apareció ante nuestra vista un cartel desalentador: “No te fíes...de un extraño”. A partir de entonces, las seis palabras teníamos que encontrarlas hasta en los lugares más sorprendentes. Seis palabras que, como otros tantos candados, cerraban nuestra boca cada vez que decidíamos entablar charla con nuestro invitado, el cabo rebelde. La advertencia de marras nos recordó a otras similares en países en guerra, donde trata de formarse una conciencia de discreción para impedir, dentro de lo posible, la acción de espías y saboteadores”.
¡Coño!, como dicen aquí. Experiencia fuerte la que ha tenido que pasar este Flash Gordon Chirusi, que viene a Cuba con una misión especial, y no más desembarcado, se enfrenta con esos amenazantes cartelones urdidos, seguramente, por el INIT en combinación con la NKVD, más el Gosplan y el G-2, me llevo uno.
Pero el cartel lo obsesiona a Chirusi. ¿Si no lo obsesionara, cómo podría ponerlo de subtítulo en su nota?
Chirusi ha ido a comer y se ha encontrado (naturalmente) con checos y con chinos. Este encuentro le permite siniestras inferencias y un alegre olvido: los 30.000 chinos que viven aquí desde hace años. Pero el tema totalitario lo persigue: “Salimos de la cafetería y no podemos menos de sonreír cuando a la luz rojiza de un cartelón de propaganda leemos: “No te fíes...de un extraño”.
Ya antes ha descubierto. “El automóvil sigue su marcha, En todo el trayecto se suceden los cartelones con leyendas como estas: “Patria o Muerte”, “Venceremos”, “No te fíes... de un extraño...”
Pero aquí, confieso que yo estoy intrigado. En el tiempo que estoy, creo que he visto todos los carteles de La Habana. Pero éste, no te fíes de un extraño, no te fíes del as-repórter, no te fíes de Chirusi que viene a descubrir el secreto de Cubanacán, ése juro que no lo he visto. Entonces le pregunto a un amigo: -Che, decime, ¿qué es No te fíes... de un extraño?”
-¡Que va a ser! Una película.
Compro el diario, y al fin descubro el anuncio que  tanto alarmó a Chirusi: “Columbia  Pictures presenta: “No te fíes...de un extraño” en megascope, con Gwen Watford y Patrick Allen...”
¿Hace falta seguir? ¿Hace falta explicar que el artículo, la serie, todo lo que  escriba sobre Cuba este señor Chirusi es la versión novelada de una imaginaria aventura? Claro que el mismo lo dice cada vez que repite lacrimosamente: “Esta no es La Habana”. Claro que no lo es.
Contate otra, viejo. Esa, ya la vimos.


La batalla cultural
Primera vez fuera de ámbitos universitarios
2008
Cuando aún muchos no sabían como se llamaba eso que sufríamos y que quizás no sabían ni quién era gramsci
Pero era sentir en carne propia que teníamos el gobierno pero que no éramos hegemónicos

Casullo cuenta que en 1902 dos personajes marginales, sin patria, sin trabajo, sin un peso en el bolsillo, sufriendo la penuria de estar exiliados, deambulan por la Londres que por entonces era la capital del país dueño del mundo. Uno de ellos dice “La revolución pulverizará esto”. El otro responde “Algún día la revolución heredará toda esta belleza:”.
Y la disyuntiva subsiste mucho después de Trotsky y Lenin ¿hasta nuestros días?.

1 comentario:

  1. Espero la editorial del sábado 11 de abril por escrito...Gracias, Claudia de esquel- Chubut

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