lunes, 8 de junio de 2015

Programa SF 163 - Maria Laura Garrigós de Rébori y Claudia Acuña - 6 de Junio de 2015


Editorial 
por Mariana Moyano
sábado 6 de Junio de 2015.
En los rincones, en los márgenes y en el subsuelo siempre se debatió. Pero ni fuerza de murmullo tenía el intercambio. Apenas hubo un símil de democracia asamblearia cuando la Argentina voló por los aires, pero fue como una primaverita discursiva. Sin embargo, quienes disfrutamos entrarle a los temas duros desde la palabra, no nos podemos quejar.
En los últimos años hemos discutido sobre absolutamente todo y más. Hemos hablado en la escena pública sobre integración regional por primera vez en la historia de América Latina, sobre el rol del Mercosur y el por qué de decirle NO al ALCA; sobre que la economía no es ni ciencia exacta ni tecnocracia neutral sino economía política; sobre la cesación de pagos, sobre si está bien o no discutirle a un editorial de un diario y sobre si es o no conveniente incorporar cambios en el código penal a la luz de las velas de Blumberg. Hemos conversado in extenso acerca de: los cambios en la Corte Suprema de Justicia, la estatización del correo, qué hacer con la ESMA, las reservas del Banco Central, la anulación de leyes de impunidad, las papeleras, las paritarias, la creación de los ministerios de Ciencia y de Industria, el autoabastecimiento energético y el rol del Fondo Monetario y los organismos internacionales de crédito. Hemos hablado y escuchado hablar en voz alta sobre centrales térmicas, sobre Yaciretá y sobre Atucha. Debimos interesarnos en gasoductos, centrales termoeléctricas, petróleo, combustibles no tradicionales, biocombustibles, cooperativas y trabajo registrado para no quedar tan afuera de lo que iba ocurriendo en el país. Hablamos sobre trata, documentos de identidad y sistema ferroviario. Escuchamos mucho sobre índices del INDEC y sí o sí nos tuvimos que involucrarnos con los porotos de soja. Debatimos si un poco de inflación o enfriamiento de la economía, sobre la reestructuración de la deuda, los buitres, las autopistas, la fabricación de trenes y a quién le pertenecen los subtes. Sobre la estatización de las AFJP y sobre la recuperación de Aerolíneas Argentinas y de YPF; sobre los precios internacionales de los granos, el anarcocapitalismo y la independencia o no del BCRA y sobre su carta orgánica; sobre la ley nacional de educación y las escuelas técnicas. Se puso en el centro de la escena el conflicto por las FARC, la actuación de la CIA en nuestro continente y en Naciones Unidas hablamos de Cuba, de Malvinas, de Palestina y de los golpes suaves en la región. Vaya si debatimos sobre medios de Comunicación, la TDA y la despenalización de las calumnias e injurias. Hasta el fondo fuimos con la discusión sobre identidad de género, matrimonio entre personas del mismo sexo, los manejos financieros y sobre los beneficios al disfrute de la sexualidad que podía traernos el consumo de carne de cerdo. Hablamos fuerte sobre el precio de los tomates, sobre los satélites, sobre derecho civil, penal y procesal, sobre salud y sobre salud reproductiva y acerca de todo lo que vimos por escrito en las Actas de las dictaduras del 76 y del 55; sobre el funcionamiento de los partidos políticos, el tipo de cambio, los capitales golondrinas y los trabajadores golondrinas; sobre la distribución del ingreso, el mínimo no imponible, los genéricos y las ganancias; sobre las computadoras para estudiantes y sobre fútbol; sobre el plan federal de vivienda y los kilómetros de fibra óptica. Hablamos sobre arte, derechos humanos, ADN y salario familiar. Discutimos detalles sobre la fórmula para el aumento de las jubilaciones, sobre impuestos y sobre evasión. Debatimos sobre importación y exportación, sobre distribución y generación de energía, sobre política policial y sobre política internacional; sobre los derechos de las empleadas de casas de familia, el lugar de Irán en el mundo y el rol del Estado; sobre bonos, autonomía del Banco Central, emisión de moneda y contado con liqui; acerca del rol de la OEA, la ONU, el FMI y la multilateralidad; sobre ISIS y Al Qaeda; sobre la concentración de la economía y los monopolios; sobre el rol del pollo en la economía argentina, las operaciones en el cerebro y hasta sobre las calzas de CFK.
Hemos debatido sobre todo; sobre absolutamente todo. Y en estos días nos metimos con uno de los huesos más duros de roer: la violencia de género, el lugar de las mujeres en nuestras sociedades, el machismo y el feminismo.
Compañeros entrañables me saltaron a la yugular estos días apenas osé decir públicamente que iba a participar de la manifestación del 3 de junio antes de que el oficialismo en bloque y de modo homogéneo dijera pública y explícitamente que adhería a la convocatoria del Ni una menos.
“Va a ser una marcha opositora”, fue lo primero que me tiraron. “A menos que una también se involucre”, respondí. “Además –agregué- yo no regalo ni la calle ni mis banderas históricas”. Esto no nació en twitter y vaya si teníamos derecho y obligación de participar las que nos fumamos todos los encuentros de mujeres, cuando debatir en el centro de la escena pública no era tan sencillo.
“¿Y por qué ir a una marcha contra la violencia de género y no hacer una contra todas las violencias, por ejemplo la institucional?”, fue otro de los argumentos con que pretendían bajarme de la participación. “Porque cada manifestación tiene su demanda o celebración específica. No es lo mismo lo que se dice un 24 de marzo que lo que nuestros cuerpos en la calle plantean un 25 de mayo, y sin embargo vamos a las dos y jamás se nos ocurriría hacer una misma marcha por ambos temas”, expliqué al borde de mi paciencia.
“Bueno, pero esto es feminismo y el feminismo es lo mismo que el machismo y los extremos siempre son malos”. Ya, al límite de mi desesperación pero en un intento sobrehumano por no perder los estribos, intentaba explicar que el machismo es una conducta y el feminismo, una corriente de pensamiento, una militancia, una teoría política que propone que varones y mujeres tengamos los mismos derechos.
No-fue-magia- le hacen decir a Cristina Fernández en modo rapero en el spot de ANSES. Bueno, amigos y amigas: No-fue-fácil atravesar estos días para algunas de nosotras. Acuñé por estas jornadas la siguiente frase: “Tengo más posibilidades de hacerle comprender a la Sociedad Rural las bondades de las retenciones móviles que de convencer a algunos y algunas queridos y queridas compañeros acerca de la existencia del patriarcado”.
Nadie –que no sea excesivamente cínico- niega la explotación que trae consigo el capitalismo. Casi 200 años de plusvalía parece que nos lo han hecho entender. Pero no es sencillo hacer ver 5000 años de dominación sobre las mujeres. “La mujer es el negro del mundo”, escribieron Lennon y Yoko. A esa canción también recurrí estos días en momentos de profunda desesperación argumental para no salirme de mi eje.
Algunos medios de comunicación, como punta de lanza de cualquier circunstancia que pueda lastimar al oficialismo, hicieron la intentona de convertir a la manifestación en una marcha anti gobierno. Les salió mal y les duró poco. En primer lugar porque la queja burda y burra televisada de que la ley de protección a las mujeres no estaba reglamentada se cayó rápido, básicamente por una razón: está a la vista de cualquiera que el decreto 1011 del 2010 existe. ¿Que falta mucho? Vaya si no. ¿Que hay críticas y cuestionamientos para hacer a lo que se ha hecho? Puff, parrafadas que cualquiera de nosotras firmaría. Pero una cosa es una marcha para pedir más y otra es el deseo de la muerte de la Kretina.
Así que no les funciónó. La marcha ocurrió. Fue masiva y en todos los rincones de la Argentina. Bien por la instalación del tema en agenda. Queda por ver cuánto de estornudo y espasmo tuvo y cuánto de momento bisagra.
Al minuto de sucedida la manifestación, la Corte Suprema de Justicia sumó un gesto hipócrita a la catarata de hipocresías que ya habían ocurrido como fue la cantidad de selfies de famosos y famosas que, lejos de colaborar con la erradicación de todas las violencias hacia las mujeres, lavan sus culpitas y se limpian en el agua bendita del “Ni una menos”, pero al instante están pensando en qué culo femenino funcionará mejor en el minuto a minuto.
Los Supremos y el jefe de gobierno porteño tuvieron la magnífica idea de no adherir al pedido de las convocantes de que todos los edificios públicos estuvieran iluminados de violeta y además de dejar en la zona gris el Palacio de Tribunales, apagaron las luces de la Plaza Lavalle, lugar en que una parte de la movilización –la que acentuaba su reclamo al Poder Judicial- iba a dirigirse para culminar su acto.
Pero no fue lo único que hicieron: la vicepresidenta de la Corte, Elena Highton de Nolasco, convocó a las cortes provinciales y a las cámaras federales de todo el país para trabajar juntos en la confección de un Registro de Femicidios de la Justicia argentina. El gesto provocó, por lo menos, sorpresa ya que hace menos de seis meses, apenas Raúl Zaffaroni dejara el máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti empezó a preparar la purga de todos quienes trabajaban con el ex Supremo, incluidos los miembros del Instituto de investigación que llevada adelante registros de, entre otros ítems, la cantidad de femicidios cometidos.
Como bien relata Página 12: “La decisión de la Corte Suprema de crear un registro propio sobre femicidios despertó sorpresa entre los integrantes del Poder Judicial. Bajo la presidencia de Lorenzetti se desplazó hace apenas dos meses a los integrantes del Instituto de Investigaciones creado por Zaffaroni, que entre otras funciones tenía la de realizar un monitoreo exhaustivo sobre los casos de conflictividad violenta, con especial atención en los femicidios. Mediante una acordada con pocos fundamentos, ese instituto fue desarticulado y trasladado en marzo a la órbita del Consejo de la Magistratura, luego de que Zaffaroni presentara su renuncia a fin del año pasado.
Zaffaroni impulsó durante su paso por la Corte Suprema los estudios sobre violencia intrafamiliar, concepto que incluye al femicidio pero que es más amplio, así como no toda muerte violenta de una mujer es un femicidio. El Instituto de Investigación creado por la acordada 51/2009 dependía de la Dirección General de Biblioteca e Investigaciones de la Corte. En 2010 publicó su primer Mapa Interactivo de Homicidios Dolosos, que abarcaba los delitos de esa índole ocurridos en la ciudad de Buenos Aires y que luego se extendió a provincias como Corrientes, La Rioja, Misiones, San Luis y Tucumán. En marzo último, tras la renuncia de Zaffaroni, los supremos Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda, Elena Highton de Nolasco y Carlos Fayt separaron al Instituto de la Dirección de la que dependía. El paso siguiente fue su traspaso al Consejo, que implicó dispersar a quince investigadores en distintos destinos. Ante el “desarrollo de las distintas disciplinas jurídicas, tanto mediante el auxilio a los órganos jurisdiccionales como a través de la promoción de ciencia jurídica”, resulta “conveniente” enviarlo a la “órbita del Consejo”, fue el escueto fundamento de los magistrados.
En 2010 no era técnicamente posible llevar registros sobre femicidios porque la figura no estaba prevista en la ley. Ese paso se concretó recién con la reforma penal de 2012. Al año siguiente, el femicidio apareció incluido dentro del concepto más amplio de violencia intrafamiliar como caso de violencia producto del odio contra la mujer. Recién en el estudio de expedientes de 2014 se analizan por primera vez los femicidios específicamente. “Estamos relevando y analizando causas. Particularmente y como titular del Instituto me estoy dedicando en persona al estudio de las causas de femicidio”, afirmó Rodrigo Codino, actual director del Instituto.
Durante 2014, en su último año bajo jurisdicción de la Corte Suprema y en línea con el objetivo que se había trazado Zaffaroni de extenderlo a todo el país, el Instituto extendió su monitoreo sobre conflictividad violenta a varias provincias en base a convenio que el máximo tribunal había firmado con los ministerios de Justicia y de Seguridad. Ese trabajo de investigación fue interrumpido por el traspaso al Consejo. “Lo que está haciendo ahora el Instituto, por las directivas expresas del Consejo de la Magistratura, es analizar específicamente el delito de femicidio, todos los supuestos de femicidio”, explicó Codina. Para llevar adelante ese trabajo cuentan con autorizaciones expresas de la Cámara del Crimen, la Cámara de Casación y la Procuración General de la Nación para poder acceder a los expedientes”.
Una más de esta Corte de cuatro –que sabemos son tres- que viene agotando la paciencia de nosotras y de nosotros desde hace ya un tiempito prudente. Por eso es obligatorio dar cuenta de estos contrasentidos, de estos dobleces y de estas medidas de híper coyuntura que terminan siendo mentirosas.
El miércoles hubo 5 o 9 puntos, según se quiera explicar, y un extenso documento presentado por el Frente para la Victoria -y todos los espacios políticos que a él adhieren- en el cual –para gratificación de varias de nosotras y nosotros- se dijo explícitamente: “reconocemos el dolor que producen las muertes de mujeres por la ilegalidad del aborto y como parte de un debate pendiente en el Congreso Nacional”. Chapeau porque lo escribieran, pero también porque lo dijeran en voz bien alta sin que importara que a poquitos días de la marcha, la presidenta de la Nación iba a tener una nueva audiencia con el Papa.
En cualquiera de los documentos, un eje recorría el escrito: la necesidad de un Estado presente, activo y ocupado en cuidarnos a todas. Suena lindo a todos los oídos dicho así, pero eso implica un Estado interventor –interviniendo- con fondos y con poder, y con capacidad de decisión. Se pidió eso y las que estábamos ahí -como estuvimos todos estos años sosteniendo y acompañando la lucha del movimiento de mujeres de la Argentina- así lo demandamos. Le exigimos eso al Estado. Esperemos que los y las de las selfie fácil y los que toman medidas impulsivas estén y apoyen si el Estado – ese que cotidianamente denigran y presentan como cuco- finalmente toma de modo más contundente la perspectiva de género de modo transversal en todas sus políticas. Personalmente no les creo, pero la fotito y el cartel me autoriza a ser perra de caza con ésos que son puro bla bla y no tienen palabra.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Mariana Moyano por este editorial que me conmueve hasta las lágrimas. Esa enumeración de los logros de estos años en los que sentimos esta Argentina, dichos todos unidos como en un collar de perlas me parece un hallazgo periodístico de nota. Gracias.

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