sábado, 29 de agosto de 2015

Programa SF 172 - Fernando Sorrentino y Martin Rodriguez - 29 de Agosto de 2015



Marines y mandarines
Por Mariana Moyano
Editorial SF 29 de agosto de 2015

A los marines los conocemos. Los vemos a diario, son los que ponen la cara y el cuerpo en la primera línea de fuego. A los mandarines solíamos verlos poco. Porque no les gusta que se les conozcan sus rostros. Esta década que ellos odian los obligó a eso: a salir de la cueva. Y están molestos. Y cuando la derecha, derecha se enoja feo, feo, te lo hace saber. Y reitera para que te quede clarito,  clarito. En este caso no fue uno, fueron cuatro editoriales de La Nación en menos de dos semanas.
A veces oigo de boca de queridos compañeros: “lo de los juicios es increíble. Nunca lo hubiésemos imaginado, pero ya es más simbólico que otra cosa”. Pues parece que a la derecha, derecha, algunos símbolos les molestan más de lo que solemos pensar. “Memoria y reconciliación, titularon el 16 de agosto. Más o menos era fácil darse cuenta por qué lado iban a ir.
“La convocatoria de la UCA para reunir a víctimas de los dos contendientes de la violencia de los años 70 es un gran ejemplo en la búsqueda de la pacificación”. Los bandos y la reconciliación. Otra vez los demonios. Los protagonistas de este pase de pizarrón fueron monseñor Jorge Casaretto y la senadora Norma Morandini y Arturo Larrabure, quienes, según el centenario periódico  “representaron, cada uno por su lado, a las víctimas de la represión y la acción terrorista”.
“No es posible justificar los métodos aberrantes utilizados en la represión. Menos aún la desaparición de personas o la apropiación ilegal de menores”, aclara el diario mitrista, Pero pone el pero: “Tampoco es de ninguna manera aceptable justificar la violencia de los grupos terroristas con su secuela de asesinatos y destrucción de familias y daño moral”. Y siguen: “Las leyes de obediencia debida y punto final, así como los indultos a ambos bandos fueron pasos en búsqueda de la pacificación. Esta voluntad fue desautorizada en 2003 con la anulación, a nuestro juicio inconstitucional, de tales normas y la decisión hemipléjica de proceder sólo contra quienes habían reprimido.
“El encauzamiento hacia una reconciliación requiere un profundo y superador examen de conciencia de todos los involucrados y, particularmente, de la clase política. Su resultado debiera ser la reconciliación, traducida en una amnistía amplia que permita luego mirar hacia adelante”. Clarito, clarito. De la derecha, derecha. Pluma de mandarines.
El 3 de agosto habían iniciado ya esta nueva saga de condicionamientos al futuro gobierno. “Lesa venganza” titularon en aquella oportunidad. “Ideologización”, “odio”, “vulneración de principios legales universales”, “fraudulento armado de causas” y “venganza”, eran algunos de los calificativos con que describieron a los juicios de lesa humanidad que se llevan a cabo en la Argentina. El eje de la preocupación: los civiles y la punta de lanza: Jaime Smart “internado en la cárcel de máxima seguridad del Complejo Carcelario de Marcos Paz y próximo a cumplir ochenta años-, quien debió soportar ya dos juicios orales  celebrados en La Plata con bulliciosas audiencias plagadas de activistas y militantes que falsamente declaman una defensa de los derechos humanos, cuando está claro que sólo buscan agraviar y ofender a procesados”, según el relato de esta derecha, derecha.
Insistentes y persistentes como son –no en vano son los dueños de la Argentina desde los inicios de la Patria-  el viernes23 de agosto volvieron a la carga con “Reconciliación, indultos y amnistías”.  Allí la furia provenía de que “en julio pasado se sancionó una ley que prohíbe amnistiar, indultar o conmutar las penas respecto de los delitos de genocidio, lesa humanidad o crímenes de guerra”, según sus propias palabras. Y agregaban: “Lo cierto es que, después de más de una década de siembra constante y perversa de resentimientos, odios, divisiones y enfrentamientos entre los argentinos, nuestro país tendrá pronto una oportunidad para promover la reconciliación” y para “ingresar con la apertura y generosidad del caso en la etapa superadora que supone, luego de conocida la verdad, transitar hacia una reconciliación y pacificación que nos permita caminar juntos hacia el futuro en el clima de amplia unidad que supone la decisión de reconciliarse”.
Y 3 días después –se ve que los muchachos tenían el claro objetivo de que su propuesta no pasara desapercibida- llegó el “Justicia y condena: una frase con sed de venganza”. “A lo largo de la perversa década política del llamado "kirchnerismo" –arrancan así de livianitos- , la reiterada frase: "Justicia y condena", a veces reemplazada por "Juicio y Castigo", ha repiqueteado cual ariete en nuestros oídos (…) pese a la inmensidad de la verdadera depravación que su contenido real supone y procura imponer: el del bien llamado odio añejado”.
“Se trata de aquellos juicios en los que, con total descaro, se presiona a nuestros magistrados judiciales, cuyos despachos  y estrados fueron transformados en ámbitos vociferantes e intimidantes, muy similares a los que acompañaron el reiterado uso de la guillotina durante las etapas más sangrientas e irracionales de la Revolución Francesa. (…) Son un muro más en el que, quienes la pronuncian o gritan, pretenden hacer estrellar los esfuerzos de aquellos que creemos firmemente en la posibilidad de reconciliación”.
Toda esta trabajada pluma en medio de gritos escritos contra el Estado, el que, según este mismo diario La Nación “quiere crear una grieta entre la democracia y el mercado” y cuyo nudo conceptual está en la “teoría conspirativa (que) abreva de numerosas fuentes, desde el nacionalismo tradicional hasta el marxismo de la sociedad sin clases. Convoca tanto a los lectores del Manifiesto Comunista, como inspira a quienes celebran la Vuelta de Obligado y a quienes aplauden la base china en Neuquén. Movilizó tanto a los Montoneros expulsados en 1974 como a los sindicalistas que los hicieron expulsar”. Sumaron, como al pasar, enojos de tinta contra los ascensos post mortem de Manuel Dorrego y Juana Azurduy una reivindicación explícita de la guerra de la Triple Alianza.
En paralelo a este ciclo de presión para la amnistía a los genocidas y sobre todo de un feroz lobby para que no se abra la etapa de juicios contra los civiles mandarines de los uniformados presos, organizado por la Asociación Cristina de Dirigentes de Empresa (ACDE), la Asociación Empresaria Argentina (AEA) organizó también otro casual encuentro con el mismo eje temático de discusión. Jaime Campos –titular de la entidad- les juntó la cabeza a los empresarios y a varios candidatos a presidente de la Nación, incluso algunos que se dicen progres allí estaban, escuchando y sin protestar. Campos, el contratado, hizo su labor, pero como el asunto parece que es serio, los otros mandarines también salieron a la cancha: Héctor Magnetto y Paolo Rocca fueron de la partida y el retintín volvió a ser lo que ellos llaman su preocupación por una justicia independiente. Traducido, que ni se NOS ocurra avanzar un pasito más.
En la cancha, muchos marines, los de siempre haciendo su labor. Convencidos y por la paga, porque los hay de los dos. Pero los mandarines también a la luz del día. La pelea parece que va en serio.
¿Fue contra Cristina Fernández de Kirchner? No nos equivoquemos. No. No fue contra ella. Así como en 2003 José Claudio Escribano le elevó por escrito al entonces presidente Néstor Kirchner el pliego de condiciones que los mandarines le estaban estableciendo a través de la extorsión vuelva ya frase popular -aquello de “la Argentina ha decidido darse gobierno por un año”- en esta oportunidad el poder por encima de los gobiernos está jugando un mismo juego con operativo pinzas. Por un lado, el intento de que sea Mauricio Macri el futuro presidente -¿alguien piensa que lo elaborado en Tucumán no tiene vinculación con esto?- y si no es él sino Daniel Scioli, pues que asuma con la mayor ilegitimidad, toda la duda posible sobre la legalidad de su triunfo y con la cancha marcada con la agenda de los mandarines.
Tucumán arde fue un hecho artístico creado y montado en 1968 en las sedes de la
CGT de los Argentinos de Rosario y Buenos Aires. Fue realizada por intelectuales de diferentes disciplinas con la intención de mostrar el fenómeno pero sobre todo de trabajar incluso más allá de sus propias vanguardias.
En estos días no hubo artistas, pero si intelectuales orgánicos para que Tucumán ardiera, literal y metafóricamente. Primero quemaron urnas y denunciaron fraude. Claro, las irregularidades nunca fueron formalmente denunciadas, no se contabilizaban en las zonas donde esa derecha insistente había ganado y nada informaron acerca de que quien prendió fuego las urnas fue Hugo Alarcón, detenido por ese hecho, candidato opositor en Tucumán y que figura en la lista de José Cano.
No sabemos bien cómo pero lo que el domingo fue “fraude”;  el lunes fue “la vuelta de la violencia política” y la aceptación -de boca del propio dirigente radical Mario Barletta- de que “puede no haber habido fraude, pero el voto no es legítimo”; el martes, la compra de voluntades a través de lo que llamaron dádivas, que no eran otra cosa que los programas sociales que se implementan en la provincia y el miércoles –con la inestimable colaboración de la pésima decisión de poner a la policía a pegar-, la represión. Confusión, casos y sospechas. El escenario soñado por marines y mandarines.
El feudalismo provincial, dicen que les preocupa. El de algunos, en todo caso. Porque de los intentos de ascender a jueces ligados con el robo de bebés, como es el caso de la jueza de Familia Carmen Liliana Bertolotti -que aspiraba a ser Vocal de la Cámara de Apelaciones en Posadas- no molesta tanto. Su pliego fue observado, y no pasará a la siguiente instancia por tener antecedentes contrarios a la perspectiva de los Derechos Humanos. Se trata, entre otros, cuestionamientos de su accionar en el caso denominado Sarruggi-Flecha González sobre la apropiación de una niña de tres meses en noviembre del 2000.
De eso, nadita. Ni lo marines, ni los mandarines. Ahí no hay preocupación ni por la república, ni por las instituciones, ni por el tipo de Poder Judicial.
Y mientras los mandarines digitan, los marines ejecutan, liman y esmerilan:
-Miguel Kiguel, asesor de Macri y un hombre con historia entre los mandarines locales, lo dijo sencillito: “o se bajan salarios, o se devalúa, otra no queda”.
-Darío Cabezas, militante del PRO de Tucumán intentó meterse en el escrutinio con boletas en los bolsillos para, mínimo, que se  impugne y, máximo, pudrirla.
-El economista Nicolás Salvatore contratado por el candidato a gobernador de la oposición tucumana, José Cano, alentó al pueblo tucumano a realizar una “pueblada” con “bombas molotov”, “cascotes, palos y honderas”  para “romper todo”.
A esta altura, un grito de guerra revolucionario o ridículo, ya anda circulando en broma hasta que lo vuelvan bandera: "Boleta Única o Muerte". No le temen al absurdo. Los marines son muchos y hace rato están en el campo de batalla y ahora que ya están jugando fuerte, fuerte porque ya no es sólo el presente sino el futuro, vemos venir también a la cabeza a los mandarines.
Es obvia la pregunta, pero fíjate de qué lado de la mecha te encontrás.

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