Mi boquita no se calla más.
por Mariana Moyano
Editorial SF del 30 de Mayo de 2015.
Le había salido de las tripas. Luego se disculpó y, al igual que
sucedió en estas horas con otro que se había ido a la banquina con la
trompada a un periodista por una nota ofensiva, pareciera que ciertos
pedidos de perdón no sólo eximen, sino que borran el hecho. Lo cierto es
que había volcado en la afirmación. El ex gobernador de la provincia de
Misiones por la UCR Ricardo Barrios Arrechea había sostenido que su
candidato a la gobernación Gustavo González “tiene toda la posición para
triunfar; tiene pinta y el voto bombacha está asegurado”. Eso y decir
que las mujeres somos un ejército de boludas termocefálicas que metemos
en las urnas el nombre de un tipo sólo porque nos parece guapo es
bastante parecido.
Quienes no sólo no se disculparon sino que
cuando escuchan a alguien hablar de violencia simbólica miran como si
vieran llover, son los de la Revista Noticias. A Cristina Fernández la
habían usado ya como protagonista de la tapa para decir de ella que:
está como ausente, lleva adelante un extraño luto, es un enigma, que hay
un negocio en pegarle –y de paso mediante photoshop hacerle un
desagradable ojo en compota-, que hay un diagnóstico secreto sobre ella,
que irrita, que pasa por tapas eufóricas, que está deprimida, que está
bajo tratamiento psiquiátrico, que está medicada y que está bajo un
estado de shock. O sea, que está loca.
No se privaron de
mostrarla en un dibujo como una chica Divito masturbándose bajo el
título (ofensivo para decir lo menos) “El goce del poder”, efecto con lo
cual además de violar la intimidad femenina y presidencial, ridiculizan
la autosatisfacción de las mujeres.
Ayer hicieron una más:
salieron a la calle con otro montaje fotográfico a través del cual se la
ve arrugadísima, muy vieja y canosa y el título/espectro asustador es
“¿Y si no se va? Fantasma nacional: CFK en el poder hasta 2027”.
Paradojas de la impunidad editorial, en un título apartado hacen una
(correcta) condena de los dichos de Alberto Samid acerca de que “las
mujeres despiertan en los hombres algo que irrita”. Línea editorial
esquizoide o cinismo llevado al límite.
En la Argentina tenemos
varias pero, sobre todo, una ley. La normativa habla de mujeres y de
integralidad. Es la 26.485, la “Ley de protección integral para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”. Fue
sancionada en marzo de 2009 y promulgada el 1 de abril de ese mismo año.
En su artículo 5 explicita los tipos de violencia contra la mujer:
doméstica, física, psicológica, sexual, económica y patrimonial,
simbólica, institucional, laboral, obstétrica y mediática. Explicadito
cada tipo, con detalles y hasta ejemplos.
Por esa ley, tres
diputadas nacionales le pidieron, a través de una medida judicial, al
diario Clarín que se retracte por aquel violento y ofensivo “La fábrica
de hijos. Conciben en serie y obtienen una mejor pensión del Estado”. La
Corte, para variar, le salvó al grupo el estofado.
Ayer nos
enteramos que una mujer fue asesinada a mazazos en la frente por su ex
pareja delante de su hijo de 12 años. Fue en Florencio Varela. Veníamos
de conocer que el asesinato de la joven Nicole Sessarego Bórquez llega a
juicio oral con un acusado, Lucas Azcone, y con la calificación de
“homicidio agravado por odio de género”. Estábamos aún conmovidos por lo
ocurrido con Katherine Moscoso, de 18 años, en Monte Hermoso donde como
si no alcanzara con el horror de la muerte de la joven, vivimos un
linchamiento.
Cosecha Roja es una página web de noticias; de
noticias policiales -diría el vulgo- y que junto con Infojus hacen un
esfuerzo periodístico sobrehumano. Es por ese denuedo que me fascinan.
Por ese permanente ejercicio de dar cuenta de que los crímenes que
suceden no son ni “casos”, es decir, situaciones aisladas, ni
“policiales” sino parte de todos nosotros y no sólo de quienes pueblan
comisarías o el mundo del delito. Me gusta lo que hacen porque nos
involucran, nos sopapean, nos espetan en medio de la jeta que esa muerte
relatada de esa crónica no es ajena a nuestro cotidiano comportamiento,
ni a un sistema que hace de la vida humana (y de las mujeres en
especial) algo con poco valor.
Escribieron allí: “’¿Viste la
piba que mataron?’. Hasta la semana pasada cualquiera respondía ‘sí,
Chiara’. Hace dos meses era ‘Daiana’, el año pasado Melina y, en 2013,
Ángeles. Tienen nombre: ellas son las marcas registradas de la violencia
contra las mujeres. Estos casos paradigmáticos llegaron a los medios y
sólo el de ‘Mumi’ Rawson y Mangeri ocupó 35 mil minutos de aire en
televisión. Pero en Argentina cada 32 horas aparece el cadáver de una
mujer que pasa desapercibido. Son los femicidios anónimos que quedan
ocultos en cada rincón del país”. El de Yesica Muñoz, golpeada, violada y
estrangulada por cuatro varones. El de Irma Rodríguez, asesinada por
Roberto López, su ex, que la acuchilló y luego intentó matarse. El de
Andrea Castana, que tenía 35 años y dos hijos y que luego de dejarlos en
la escuela decidió caminar por el cerro La Cruz y apareció muerta y
tapada con rocas y ramas. El de Pamela Arévalo, de 15 años y con un hijo
de 4 meses, que cuando quiso dejar a Marcelino Ríos, su pareja, él le
dijo “Si no sos mía, no vas a ser de nadie” y la mató de un disparo. El
de Giselle Páez que llegó muerta al hospital de Las Heras, en Mendoza
por las 10 puñaladas que le dio su marido, Horacio Romero, delante de
Thiago, el hijo mayor, de 4 añitos. Esta fue la causa que quedó
caratulada como homicidio agravado por femicidio y fue primer asesinato
que llega a los tribunales mendocinos como un crimen por la condición de
mujer.
Los nombres y situaciones particulares conforman,
lamentablemente, una lista muchísimo más extensa y parte del desafío es
despertar del letargo que propone una lectura morbosa de cada hecho como
un “caso” individual. Aquí no hablamos de mujeres que aparecen muertas
por razones psicológicas o psiquiátricas de quienes provocan el crimen.
Al menos no solamente.
El suplemento Las 12 de Página 12 nos
sorprendió gratamente ayer con una entrevista a la antropóloga argentina
residente en Brasil Rita Segato, una de las mentes más lúcidas a la
hora de pensar la violencia contra las mujeres.
“Se trata de una
‘pedagogía de la crueldad’ imposible de disociar de la violencia
mediática contra las mujeres, sostiene Segato y lo explica así: “es la
fase actual de la explotación, que involucra un tipo de retorno al
trabajo servil, semiesclavo e incluso esclavo, producido por la caída de
la centralidad del salario. Esta modalidad de sujeción de personas como
mercancía demanda una insensibilidad particular (…) esta modalidad de
explotación depende de la disminución de la empatía entre personas que
es el principio de la crueldad. De ahí hay sólo un paso a decir que el
capital hoy depende de una pedagogía de la crueldad, de acostumbrarnos
al espectáculo de la crueldad (…). La violencia íntima en el espacio
público, como está curiosamente ocurriendo hoy en la Argentina, no es
otra cosa que un enunciado del carácter también público del problema
íntimo (…). En este sentido, es muy importante no guetificar la cuestión
de género, es decir no considerarlo fuera de su contexto histórico, no
verlo sólo como una relación entre hombres y mujeres, sino como el modo
en que esas relaciones se producen en el contexto de sus circunstancias
históricas. No guetificar la violencia de género también quiere decir
que su carácter enigmático se esfuma y la violencia deja de ser un
misterio cuando ella se ilumina desde la actualidad del mundo en que
vivimos. Claro que la vemos de forma fragmentada, como casos dispersos
de letalidad de las mujeres –aunque cada vez más frecuentes–, pero son
epifenómenos que parten de circunstancias plenamente históricas de las
relaciones sociales y con la naturaleza.
“(…) La fantástica
herramienta del concepto de violencia mediática contra las mujeres, que
ya forma parte de la ley 26.485, y que propongo aquí como categoría
jurídica en el campo de los derechos humanos a la que debemos dotar de
un elenco de contenidos precisos y activar con acciones concretas en la
Justicia. Para que la victimización de las mujeres deje de ser un
espectáculo de fin de tarde o de domingos después de misa (…).
Pasaríamos así a entender e interpelar a los medios con nociones afines a
la de “autoría intelectual” y a la de “instigación al delito”,
develando que, con relación a las mujeres y a los sujetos feminizados,
funcionan como “brazo ideológico de la estrategia de la crueldad”.
Por eso. No es privado: el crimen contra una mujer no es del ámbito de
psiquis de individuos sino un problema mayúsculo que sólo abordado
desde allí tendrá resultados positivos. Y por las mismas razones que no
es individual ese crimen, es que no es personal sino política cierta
bronca que sentimos algunas al escuchar o leer que la posibilidad de que
miles de mujeres (y hombres) nos encontremos el 3 de junio para darle
visibilidad al femicidio es hija de la interacción 4 o 5 chicas que
chateaban y se preguntaron qué hacer.
Aunque más no sea por
humildad démosle el crédito a 60, 70 años de luchas feministas y a
décadas en las Argentina de pelea de los movimientos de mujeres. Así
como el crimen lo es, un gesto individual de convocatoria nace de la
historia que lo precede. Sólo un exceso de ignorancia o pedantería
podría colocar a un homicidio o a una convocatoria en el grado cero de
la historia sobre la temática. Hay hilos invisibles pero sólidos que
unen la historia individual de cada una de nosotras con el batallar
histórico de otras y con la vida de las que no están. Como dice María
Florencia Alcaraz, también en Cosecha Roja: “A ‘Ni una menos’ no la
parió twitter, ni la foto de un famoso, ni la adhesión de un candidato,
ni siquiera una maratón de lectura: la parió el feminismo. Salió de esa
concha amplia, estrecha, rapada, peluda, homo, hétero, lesbiana y trans,
fresca y vieja. Esas múltiples conchas vivas que conforman al
movimiento nacional de mujeres en Argentina. Dicen que las que estamos
atrás de la convocatoria somos periodistas, escritoras y activistas. Yo
digo que somos las sobrevivientes del patriarcado y que caminaremos las
calles con la memoria histórica de las que estuvieron antes. No somos
superheroínas, no descubrimos nada. Canalizamos una demanda, un hartazgo
colectivo”.
Un agotamiento que va desde sentirse agobiada por la
espectacularización de un cadáver femenino; un fastidio por tener que
insistir ante algunos varones que sí existe el patriarcado; un agobio
por tener que explicar que cuando un tipo habla de nuestra vagina en la
calle no nos resulta halagador.
Nadia Lihuel lo cuenta hermoso y
me representa tanto hasta en los detalles, nos representa tanto hasta
en la minucia, que no seré yo, sino ella quien cierre este texto: “Acabo
de pegarle una cachetada a un tipo en la calle. Corrientes, hora pico,
territorio complicado de transitar en días de calor, con ropa liviana,
con algo de piel al descubierto. Lo sé. Por eso uso auriculares grandes,
de los que se escuchan con buen volumen incluso en el subte.
Un
chabón de unos treinta, boligoma en mano, pegaba papelitos de puteríos
en los carteles de la avenida. Nunca, por más apurada que esté, puedo
resistirme a arrancar aunque sea algunos papelitos mirando a la jeta de
quien los pega. En el tumulto de la gente apurada no encontré tacho a la
mano y opté por dejar la bola de papeles en la estructura de un puesto
de flores cerrado. A unos diez metros un grupo que asumí de taxistas
conversaba en el cordón. Uno de ellos me habla pero no le entiendo. Me
saco los auriculares preguntándole:
- Perdón, ¿qué?
- Si me dejaste anotado tu teléfono ahí…
En mi cabeza el silencio de haber frenado la arenga enojada de PJ
Harvey con la que venía embalada. Le estampé la mano en la cara y un
“¡Sí, pelotudo!”. Fue una reacción, no una decisión. Me salió así. Del
grupo de tipos, que serían tres o cuatro, brotó el “uhhhhh” grave de un
penal errado.
Seguro no estuve bien. Pero no me arrepiento. De haberla planificado le escupía la cara. Va más conmigo.
Pero vaya una por tantas.
Ayer iba otra vez por Corrientes con los auriculares grandes puestos.
En el silencio que hay entre tema y tema se cuela una vez más un “mi
amor, esa boquita… vení chupámela un rato”. Otro tipo más que se siente
habilitado a interpelarme con su deseo. Me harté de bancarme al chabón
que susurra que me quiere pegar una cogida y hace como que se tropieza
conmigo mientras cruzo la calle. Me asqueé de escabullirme entre la
gente, de bajar unas cuadras antes porque una erección me apoya en el
bondi. No aguanto más el corazón en la boca cada vez que volviendo de
noche a casa un auto acompaña la caminata a paso de hombre y desde
adentro un tipo me va diciendo lo que tiene ganas de hacerme mientras lo
que se hace es una paja.
Mi cuerpo, ese envase que me contiene y
que recibe cada descarga de opinión masculina, se rebela y como un
huracán entro al lobby del hotel con lirios en los floreros de la
vidriera donde el tipo evidentemente trabaja.
- Ese tipo que tenés parado en la puerta nos dice barbaridades a las chicas que pasamos por la calle.
- Te pido mil disculpas… – pálido, el recepcionista no sabe cómo reaccionar.
- No me pidas disculpas, asegurate que no vuelva a pasar.
Con la sensación de que no va a cambiar nada, pero que al menos no me
guardé nada, sigo caminando. Sé que no es un hecho aislado, me pasa
desde los 11 o 12 años cada vez que salgo a la calle y desde hace un
tiempo sospecho que en esa estructura naturalizada está el primer
eslabón de una cadena que termina con una bolsa en un zanja y en esa
bolsa las sobras de una piba en la que alguien cumplió las amenazas que
nos hacen habitualmente a todas. No creo que tenga ninguna trascendencia
mi actitud, pero por algún lado empezamos a desnaturalizar la violencia
simbólica que deviene en femicidio.
Las pulsaciones bajan de a
poco. Subo al bondi, abro twitter y leo que Yésica Romina Muñoz de 16
años apareció muerta en un descampado en Corrientes. El diario zonal
dice que hoy, jueves 21 de mayo, iba a cumplir 17 años. Mi boquita no se
calla más”.
hola, ayer en la tele la directora del consejo federal de mujeres(creo que ese es el cargo y sólo recuerdo el nombre, Mariana?)
ResponderEliminardij que la inversio... no el gasto, era de 3mil millones
hoy sale esto
http://www.diarioregistrado.com/politica/120887-cuanto-invierte-el-gobierno-en-politicas-contra-la-violencia-de-genero.html
digo, ¿se podrá averiguar cuanta guita se invierte? ayer ella dijo el valor anual, supongo que estas cifras de DR, son desde el 2010, quiero creer, porque la mayoria de los opinantes radiales se quejan 1 que no hay reglamentacion, 2) presupuesto
si la cifra de DR, es acertada en 5 años son, por año, seis mil, millones, es mucha diferencia y muy mala difusión e información, que llega recién ayer y hoy x la marcha, sino, ni ahí, nadie se entera...
gracias
https://www.facebook.com/julia.fontanie