El P.J.
por Mariana Moyano
Editorial del 19 de setiembre de 2015.
Bombardean desde el aire. O minan el terreno. Según las épocas, los
contextos y las necesidades. Pero en la mira, pareciera que siempre
tienen lo mismo: el voto que no les gusta, de los que a ellos no les
gustan. Por pobres, por provincianos, por K, por desprolijos o por
peronistas.
La excusa la encuentran fácil. Y si no, la crean.
Queman urnas, por ejemplo. Hugo Alarcón, un candidato de la boleta del
opositor José Cano fue hallado como el responsable del escándalo de
incinerar esas cajas de cartón que no son otra cosa que la voluntad
popular. “La elección se vio empañada por hechos de violencia extrema,
que incluyeron el incendio de una treintena de urnas en el interior y el
ataque a balazos contra dos sedes de la oposición en la capital. (…) En
la comuna de Sargento Moya, 45 kilómetros al sur de la capital, donde
fueron quemadas las dos urnas en las que estaban habilitadas para votar
558 personas, lo que obligó a suspender la elección. Por el hecho,
fueron detenidos tres sospechosos, entre ellos Hugo Alarcón, candidato a
delegado comunal de esa localidad por el opositor Acuerdo para el
Bicentenario”, informó un diario y no uno que tenga especial simpatía
por Jorge Alperovich, José Manzur o Cristina Fernández. Eso dice la
crónica de La Nación del lunes 24 de agosto.
Pero la información
concreta, los datos puros y duros quedaron o en algún cesto de basura o
en algún pliegue cuando tiraron del mantel. Entonces, lo que primero fue
el grito histérico de “fraude, fraude”, se convirtió con los días en
otro alarido que crea sonido ambiente y mucha confusión: “clientelismo,
clientelismo”. Y aparecieron los famosos bolsones como argumento para
anular esa voluntad secreta que cada ciudadano introduce en la urna como
acto de soberanía individual y política.
La discusión quedó
enganchada, sucia, como ese ruido en el carburador que no deja a gamba
pero molesta y puede llevar el avance a complicaciones mayores.
De esa zona de sonidos confusos o humo negro tironean, borronean, nos
marean, meten denuncias judiciales en los fueros que no corresponden.
Logran que dos jueces del contencioso administrativo hagan usurpación de
competencias, se metan en el terreno de la justicia electoral y vetan
el voto. Ya no con botas, ahora con el PJ. Y no hablo de esa sigla que
tanto miedito les da a cierto “bienpensantismo impoluto” que escucha
Partido Justicialista y parece que hubieran visto al mismísimo demonio.
Me refiero al Poder Judicial, o mejor dicho, al Partido Judicial, la
pata letrada del Poder económico.
Las elecciones no valen, dice
este PJ. No valen porque no les gusta el resultado. Entonces, indican,
“va de nuevo”. Como si el sufragio popular fuese lo mismo que un tiro de
generala en que un dado cayó torcido. “Va de nuevo”, dicen. Y si uno
enfoca bien, se da cuenta que no podían decir otra cosa un 16 de
septiembre, porque son eso que siempre fueron.
Así, con un fallo
de decenas de páginas de hojarasca y saraza, dos magistrados, en 8
fojas resolutivas y 5 fundamentos cuyos cuatro principales argumentos
son un programa del showman de los domingos, el reconocmiento del
gobernador Alperovich que se repartió mercadería, una nota de La Gaceta
de Tucumán y una grabación de una pelea en una unidad básica nos dicen
que las elecciones no valen. Que pido gancho y que vamos de nuevo. Ni
una palabra en los espacios de la resolución sobre la quema de urnas.
“Mamarracho”, le dijo Raúl Zaffaroni, uno de los maestros, al fallo.
Otro de los troesmas, Julio Maier, escribió en Página 12 y lo puso en
estas palabras: “El desconocimiento de la voluntad de la mayoría para la
ocupación de cargos públicos de primera magnitud, base ineludible del
Estado democrático, sufre un golpe artero que, a decir verdad, se parece
mucho a las históricas ‘proclamas revolucionarias’ de los golpes
militares a los gobiernos civiles de turno, golpe ejecutado esta vez por
jueces a quienes la democracia no sabe contestarles, no tiene
experiencia en este tipo de lides y, por ende, acepta sus decisiones.
La ‘justicia’ del Poder Judicial ha cantado cuando salió la luna a la
manera de estos tiempos, en los cuales oposición significa confusión,
pura suma, el litigio parece representar al avasallamiento de las
instituciones y, por fin, la Justicia es aquel juego al que se dedica
una casta de juristas pagos por el Estado para instaurar el triunfo de
sus intereses de clase, y Derecho son las reglas y mecanismos
irracionales que gobiernan el juego de esos intereses”. En el ángulo la
pone Don Julio. Inatajable.
Leí en twitter algo genial por lo
gracioso si no fuera grave: “Mandemos a los jueces tucumanos a Brasil,
así jugamos de nuevo la final contra Alemania”. Buena la humorada si
esto no fuera un Golpe, un Golpe del nuevo PJ, un Golpe del Partido
Judicial.
Hace ya un rato que parecen estar más convencidos ellos
que el propio Frente para la Victoria de que no llegan. Y como ya no
son los dueños de la Fuerza Aérea, no bombardean. Ahora minan el
terreno. Con la otra pata del Poder Económico que labura en tándem con
el Partido Judicial: los “fierros mediáticos” como les dijo una vez un
ex Presidente al que algunos tildaron de exagerado por recordar, en
pleno destitucionismo agropecuario, la similitud de comportamientos con
los comandos civiles. Valgan estas fotos de tragedia y farsa para ver la
película completa: por aquellos días teníamos las rutas cortadas por
las máquinas camperas y las 4x4; hoy la Plaza Independencia tucumana
está cercada por tractores que, como dijo Eduardo Barcesat, son
vehículos cuya mayor similitud es con un tanque.
Vienen desde
las PASO. Porque, entendamos, desde el mismísimo 9 de agosto, la
operación ya no tiene más como blanco a CFK. Van por legitimidad del
próximo gobierno, si es del sello que a ellos se les ha vuelto
pesadilla. Quieren -si gana- un Daniel Scioli limado y deslegitimidad y
sospecha de ilegalidad del triunfo desde el minuto cero.
Muchos
ya conocen mi teoría del cuchillo y la piedra pómez aplicada a los
medios de comunicación. No me gano un Doctorado con esto. Pero es tan
visual que ayuda a que todo el mundo entienda. Sencillita, la cosa es
más o menos así: en las notas periodísticas se adjetiva, se
editorializa. Que es autoritaria, pedante, stalinista, fascista,
fachoprogresista, hipócrita y así… con ese siempre tan moderado tono van
calificando a la Presidenta. Que el hijo y una ex ministra tienen
cuentas que no tienen, que un ministro gana lo que no gana o que la que
habla tenía dólares que nunca tuvo. Esa es la herida con cuchillo
afilado. Va directo, se ve, se palpa, se observa, se nota y es,
básicamente, pasible de ser circunscripta.
Lo peligroso es lo
otro: el laburito de esmerilar. Aparece sutil, con medio dato. Verosímil
éste, o veraz, o cierto. Medio dato. De él se agarran. Ahí se afirman
para empezar. Y arrancan: que una sugerencia al pasar, que un comentario
de un dirigente en algún programa de cable de un canal en particular,
que la puesta en título de ese textual en el diario del día siguiente,
que una pregunta sobre la temática en otro espacio del mismo canal, que
un informe son testimonios individuales (la parte) que reemplazan a lo
general (el todo), que le pedimos notas sobre la temática a firmas con
cierto peso, por ejemplo “La fabricación del resultado electoral”, por
la politóloga –radical ella, dato que no nos dan- Liliana De Riz, en las
páginas de opinión; que una nota de uno de los más abyectos “El
fantasma de la trampa en la elección presidencial”, en las otras páginas
de opinión del otro diario que juega en esta operación; que una gran
crónica con el título rataplán de “El gobierno busca neutralizar el
pedido de transparencia electoral”. Escenario construido. Diagnóstico
instalado. Y entonces llega momento propuesta: la invalidación a futuro
de determinado resultado electoral que aún ni siquiera sucedió. Y para
variar, el que pone la pluma es el siempre dispuesto a colaborar con
toda posibilidad de debilitamiento de un proceso popular.
“¿Y si
Zamora es presidente?”, tituló su nota del 13 de septiembre. Y esto
sugería Joaquín Morales Solá: “Envuelto en la sospecha y el descrédito,
el viejo sistema electoral podría dejar a los argentinos sin un
presidente nuevo el 10 de diciembre. Habrá un presidente electo, pero
nadie sabe ahora cuándo estará en condiciones de asumir. La estrechísima
diferencia que señalaría un triunfo en primera vuelta o la necesidad de
una segunda ronda abrirían un período de alta conflictividad política y
electoral”. Temerario comentario que suena a propuesta, a proclama. Y
sigue: “Así como Scioli es el candidato más votado en las mediciones de
primera vuelta, Macri lo es en las encuestas sobre el ballottage. ¿Qué
sucedería si cualquiera que saliera segundo planteara la necesidad del
escrutinio definitivo o la revisión de muchas urnas en todo el país para
aceptar su derrota? ¿Cuándo los argentinos (y el próximo presidente)
sabrán quién ganó definitivamente? Un cuadro de extrema conflictividad
podría llevar la definición hasta más allá del 10 de diciembre.
Cristina Kirchner y Amado Boudou deberán irse el 10 de diciembre, pase
lo que pase. La única alternativa posible sería que Cristina le
entregara el gobierno al presidente provisional del Senado, el radical K
Gerardo Zamora, uno de los peores líderes feudales del país, hasta que
la Justicia proclame al nuevo presidente. Una fuente inmejorable de la
justicia electoral, consultada sobre la posibilidad de que Zamora
termine siendo presidente provisional del país, contestó con una frase
corta, seca: ‘No es imposible y ni siquiera improbable. Todo dependerá
del grado de los litigios políticos y judiciales’”. Este jueves 17, el
mismo escriba, fue por más, ya con ese fallo tan 16 de septiembre en sus
manos: “El oficialismo ha quedado en Tucumán en el peor de los mundos
(…) Podría ser un caso aislado en el turbulento norte argentino, pero no
lo será nunca cuando faltan apenas 40 días para las elecciones que
señalarán quién será el próximo presidente de la Nación”.
Imprudente fin de nota le podríamos decir si a él le importara algo la
responsabilidad de lo escrito en un medio sobre el acontecer
democrático. Pero no podemos perder el tiempo. Ya sabemos lo que él
piensa del sistema.
Y la costurita la terminan con notitas al
pasar: En Misiones, en las PASO, el FPV ganó por 40 puntos de
diferencia. Sin embargo, el diputado de la UCR Luis Pastori denunció un
intento de fraude para octubre. “Están ocurriendo hechos que confirman
el clima fraudulento”, dijo en ese tono de nada, vaguedades e
instalación de sospechas que de tan difuso es tan complicado de
combatir. Porque es como el humo, se cuela. Porque es humo, pero nubla
la vista. “En Chaco, la oposición volvió a denunciar irregularidades”,
publican hoy. 60/40, 70/30 les va a salir, pero en lugar de aceptar la
voluntad popular recurrirán al gritito histérico y al PJ, o sea, al
Partido Judicial. Ganaron en Córdoba; ni pío hemos dicho. Una década
completa de menemato nos fumamos y nunca jamás gritamos “fraude”, porque
el problema siempre es político y no de mecanismo electoral. Ni esa la
saben jugar limpia.
Sucios como papa andan. Fernando Niembro
(que es Macri) imputado por la posibilidad de haber lavado guita
pública; el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que clausura un galpón
donde se guardan los móviles de un canal de cable que no les simpatiza
por supuestas irregularidades en la habilitación. Sin que medie ninguna
modificación de nada en el estacionamiento, ese mismo gobierno de la
ciudad desclausura el sitio. Leí por ahí que parece que el Muro de
Clarín llega hasta la puerta de C5N y no es un disparate. Primero porque
es la Agencia gubernamental de Control a cargo del ex carapintada Juan
José Gómez Centurión la encargada tanto de decidir la clausura como de
no tirar abajo el paredón y segundo, porque son los que decían que TN
podía desaparecer los que ni se inmutan (y aplauden o justifican) ante
la puesta de obstáculos a otro canal de noticias. Y el juez Carlos Fayt
la corona: él avisa que renuncia, pero el 11 de diciembre, cosa de
llegar a fin de año con todo bien, bien, enredado.
Todo este
panorama es temerario. De aventureros. Pero lo que más me impactó de la
semana fueron dos aspectos de todo esto. Por un lado, la profunda,
despreciable, ruin, indigna y descarada falta de respeto por ciertos
votantes. Hubo cajas PAN en la Argentina y no fue lo mejor, pero eso no
hizo despreciable a quienes las recibieron. ¿Realmente en nuestra
política hay dirigentes que creen que por dos kilos de papa, cuatro
paquetes de arroz y un par de zapatillas un ser humano, un padre, una
madre, un joven que vota por primera vez emitirá su sufragio
referenciado sólo en ese paquete de productos? ¿Es en serio que piensan
eso? Si es así y acaso les importa, sepan que tienen todo mi desprecio.
Así como la posesión de pocos recursos no es sinónimo de delincuencia
tampoco lo es de indignidad. Sépanlo. Los desprecio a quienes piensan
eso. Por ignorantes, por soberbios, y por elitistas.
Lo otro que
llamó mi atención fue que quienes barrenan la política y que no la
nadan, estaban convencidos que “los K” estaban ocupados operando contra
Niembro. Se les cayó rápido esa certeza. Encima, sobre sus cabezas. Y
quedaron con la mandíbula por el piso cuando se dieron cuenta que la
“operación” estaba apuntando a lograr que 136 países de las Naciones
Unidas contra 6 votaran a favor de la patriada más grande que un Estado
ha dado en un intento por ser soberano y pelearles de igual a igual a
los poderosos.
Señores que desprecio: sepan que quizás sea por
cosas como éstas que quienes aceptan ayudas del Estado que está ahí para
protegerlos luego terminan votando como lo hacen. Sepan que quizás a
ésos que menos tienen los pone orgullosos que su celeste y blanca esté
dando batalla contra los que en el mundo se quedan con lo que a ellos
les corresponde. Sepan que tal vez valoran que día a día y pasito a
pasito se tire de la cuerda para volver al fifty- fifty.
Señores que desprecio: ustedes no son ni tan honestos ni tan republicanos. Ya quemaron todas las naves.
Y no quiero reiterarme, pero voy a terminar estas palabras como lo hice
hace poquito. Esta pelea va por los que aún falta subir al tren, por
los que quedaron en el camino, por los despreciados por no tener más de
eso material que para ellos es igual a conciencia. Pero sobre todo, el
voto y la batalla que se viene es, sepámoslo, en defensa propia.
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