Ellos, que son tan Blanco Villegas.
por Mariana Moyano
Editorial del 3 de Octubre de 2015
No se equivocó cuando el 4 de junio de 2007 lanzó una de sus frases
memorables. “No se olviden que Mauricio es Macri”, había dicho ceceoso y
pícaro el entonces Presidente Néstor Kirchner, metido de lleno en la
campaña por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Todos
entendimos, aunque sea cierto que no se le puede aplicar linealidad al
apellido Macri, lo que nos quiso decir con esa máxima pegadiza.
Franco siempre habló bien del peronismo del 45 porque, sobre todo, en
las décadas posteriores a la de los ochenta, le gustó el mote de
empresario industrial. Tuvo palabras más que elogiosas para con el
gobierno de Néstor Kirchner. Cuestionó lo que él llamó el “exceso
aperturista” de los noventas “por el cual el empresariado argentino fue
casi diezmado”. Habló bien de Hugo Chávez y de Cristina Fernández y de
las políticas llevadas adelante por estos años y hasta aparece, entre
quienes conocen los entretelones, como uno de los personajes que aceitó
los vínculos de Argentina con la República Popular China.
Por el
contrario, Mauricio, además de haber definido a Carlos Menem como el
“gran transformador” fue un karateca de la palabra con términos mucho
más fuertes: “No soy menemista; soy supermenemista. Soy menemista a
muerte. (…) En el 89 estábamos casi fuera del planeta, en un lugar
marginal. Nos hemos reinsertado en el mundo, se ha recuperado la
economía”, le dijo a la revista Viva.
Por estas diferencias entre
padre e hijo fue que quizás Federico Pinedo, titular de la bancada de
diputados PRO,comentó un poco en serio, un poco en tono de chanza en
julio de 2010, que “Mauricio es Macri, pero Franco es Kirchner", en
aquellos días en que Franco deslindó por completo al matrimonio Kirchner
del escándalo por el espionaje ilegal en la Ciudad de Buenos Aires.
“Pongo las manos en el fuego por ellos”, había dicho el empresario, algo
que no se le ha oído sobre su primogénito.
Estas disidencias
filiales parecerían indicar un error en aquella frase de Néstor Kirchner
lanzada como máxima y que tantos hemos usado tantas veces. Sin embargo,
probablemente apunte a algo mucho más profundo que lo que la misma
expresión dice. Quizás se refiera al comportamiento vampirizante de
algunas empresas para con el Estado y a la certeza con que viven de que
ellos nunca serán ni hundidos ni tocados por el modo en que se mueven en
el mundo de lo público.
En el año 1980, el 17 de febrero para
más detalles, el diario La Nación -esa voz siempre clara de los poderes
reales- mostraba su preocupación en un texto editorial en el cual
planteaba como un problema el pase de manos de poder de las familias
patricias agropecuarias, los proveedores de materia prima al Reino
Unido, hacia sectores nuevos de la economía de entonces, más ligados a
la patria financiera que a la bosta de vaca. “El viejo establishment
–decía el diario de Mitre-, como suele decirse, ha sido y es
genuinamente republicano, en su espíritu. En cambio no se sabe todavía
mucho de los grupos económicos emergentes”.
Escribe Norberto
Galasso en su último libro “Mauricio Macri, la vuelta al pasado”: “El
diario de los Mitre no da nombres de esa docena de peligrosos
contendientes pero en el mundo de los negocios resuenan novedosamente
los nombres de los nuevos dueños de la Argentina, tales como Techint,
Pérez Companc, Fortabat, Roggio, Pescarmona, Bulgheroni, Arcor, Ledesma,
al tiempo que todavía se mencionan a algunos de ´los tradicionales´
como Bunge y Born y Soldati. Y entre los primeros se encuentra el grupo
Macri”.
Esta preocupación tan “de clase” del diario La Nación es
la misma que Franco conocía y que Ana Ale en su libro “La Dinastía”
relata de este modo: “Franco es albañil, tal como gusta describirse y no
banquero. Son definiciones tajantes que incomodan a sus colegas
fabricantes de dinero (…) No es un Rocca, un Pérez Companc, un Escasany y
mucho menos un portavoz full time del poder internacional como los
Aleman. Macri les suena a marca de tuco, como se lo hicieron saber todas
las veces que pudieron. (…) En la carrera de la figuración, Franco
apenas ascendió al grado de Capitán de Industria, título que en la
década del 80 rebautizó y le puso maquillaje al viejo elenco de la
patria contratista… es un outsider”.
Un outsider que concreta
los negocios más importantes relacionándose con capitales externos. “En
1979 realiza un joint venture que bautiza MANLIBA (Mantenga Limpia a
Buenos Aires) entre Impresit Sideco (del cual Macri posee el 49%) y la
empresa estadounidense Waste Management International, la principal del
mundo en material de limpieza. Manliba empieza a operar en marzo de 1980
y es Mauricio quien firma el contrato con el intendente de la dictadura
Osvaldo Cacciatore”. (Galasso)
Pero –un dato no menor- a 15
años de su llegada a Buenos Aires, en 1958, Franco se había casado con
Alicia Blanco Villegas. Mauricio nace de esa unión y entre el colegio
Cardenal Newman y la Universidad Católica; la formación por parte del
empresario Gregorio Chodos, del peronista Jorge Haiek y del liberal
Ricardo Mansueto Zinn, específicamente pensada por su madre, el
primogénito es construido ya no como el empresario millonario, sino como
el del dinero fuerte, pero también el de la sangre azul. Un andarivel
más en la escalera de lo supremo, según el razonamiento de esta clase.
No se equivocó Kirchner, entonces, cuando en 2007 lanzó aquella
memorable “no se olviden que Mauricio es Macri”, pero debiéramos
completarla: No se olviden que Mauricio es Macri, pero que su columna
vertebral ideológica es Blanco Villegas. El mundo de las ideas, como
dice Galasso, había quedado a cargo de la rama materna de Mauricio.
Poquito tiempo después de la firma con Cacciatore, Mauricio trabó
relación con Donald Trump, el de los muros para mexicanos de esos días,
cuando en Nueva York firmó la venta de Lincoln West y le vendió a Trump
su opción por 118 millones de dólares.
Todas estas idas y
vueltas durante la dictadura harán que, tal como relata Galasso y según
un estudio de Eduardo Basualdo, Miguel Acevedo y Miguel Khavisse, los
Macri pasen de 7 empresas en 1973 a 47 al fin de la dictadura, entre las
que se cuentan Sevel, Sideco Americana, SOCMA y MANLIBA. Estas jugadas
empresariales, a los argentinos, nos terminan costando caras: según
explica Jorge Argüello, “la deuda de FIAT de 170 millones de pesos
terminó transformándose en bonos del Estado que le permitieron a los
Macri pagar su deuda a un valor que equivalió a 10% de la original.
Claudio Lozano sostiene, además, que importantes empresas controladas
y/o vinculadas al grupo Sideco Americana, Pluspetrol, SOCMA, Dragados y
Obras, RSZyA Producciones, Iecsa y MANLIBA acumulan endeudamientos en el
exterior cercanos a los 180 millones de dólares, que fueron
transferidos a la sociedad a través de los seguros de cambio”.
Por esos días Domingo Cavallo estaba en la Presidencia del Banco Central
y el economista de Mauricio, Carlos Melcoñián, fue quien se ocupó de
las cuestiones técnicas desde el Banco Central para que nos pasaran a
todos las deudas de los Macri-Blanco Villegas. Datitos, no más, para
quienes quieren comprender quiénes son los se quedaron con la platita
que pagamos como deuda externa y, sobre todo, para los tan preocupados
por el qué se hace “con el dinero de mis impuestos”. Un accionar bien
Macri y bien Blanco Villegas.
Por lo tanto, no puede sorprender
en nada que ponga en la lista de candidatos a diputados por la provincia
de Buenos Aires a un amigo/socio/vocero, ya que es la lógica de un
sector en funcionamiento: la cosa pública como casa propia. Tampoco
puede asombrar la barbaridad desprolija e impune del manejo de la pauta
con radios FM y canales de las provincias, ni que con total impunidad
aparezcan deudas sospechosas –por decir lo menos- con un
contratista/amigo y con ministro/candidato: como si nada, Mauricio
indica en su declaración jurada que le prestó a Nicolás Caputo 14
millones de pesos y a Néstor Grindetti, el encargado de las arcas
porteñas, algo más de 400 mil. No puede asombrar a nadie: es la lógica
Macri-Blanco Villegas del concepto del Estado, algo que para ellos no es
más que el patio trasero de lo propio.
Por eso es que las
mismas firmas que recorrieron la infancia y la formación de Mauricio son
las que hoy a través de comunicados tanto de la Unión Industrial
Argentina (que de industrialista tiene bastante poco) y de la Asociación
Empresarial Argentina (un sello de goma para hacer el lobby de los
poderosos de verdad) salieron con los tapones tan de punta a demoler al
proyecto de Comisión Bicameral que pretende terminar de hilvanar con
nombre y apellido el tejido de civiles que armaron la estructura
político ideológica que cumplieron los uniformados.
La UIA
manifestó su rechazo al proyecto de ley para crear una Comisión
Bicameral de la Verdad, la Memoria, la Justicia, la Reparación y el
Fortalecimiento de las instituciones de la Democracia. “Cualquier
investigación sobre el particular, que se realice a ciudadanos u
organizaciones de la sociedad, debe llevarse a cabo por las vías
institucionales que corresponden", dijo la híper republicanista UIA. “El
derecho de defensa y la independencia de quienes deben juzgar los
eventuales ilícitos solamente pueden ser garantizados mediante procesos
realizados por el Poder Judicial".
La iniciativa para la creación
de la Comisión había obtenido 170 votos a favor, ninguno en contra,
disidencias parciales de la UCR, el Frente Renovador (y hasta José
Ignacio de Mendiguren votó afirmativamente en general), el Frente de
Izquierda y el interbloque FAP. Pero tuvo 14 abstenciones del PRO, tan
Macri y tan Blanco Villegas.
“Hay que dejar de mirar hacia
atrás, hay que pensar en positivo y resolver los temas del presente", le
dijo el nuevo titular de la UIA a Télam. Esas palabras mágicas que como
nos ha enseñado la derecha vernácula y sobre todo el diario La Nación
quieren siempre decir impunidad para los civiles que hicieron lo que
quisieron con nuestras vidas y nuestro dinero y sobre todo durante lo
que ellos llaman El Proceso.
Héctor Recalde –autor de la
iniciativa- consideró que la UIA “parte de conceptos erróneos porque la
comisión no tiene por objeto juzgar a nadie, no entiendo cuál es el
inconveniente para recibir información y testimonios, algo que ya
veníamos haciendo desde antes de que se comenzara a discutir la ley”.
“Es insólito pensar que no hubo complicidad cuando, a menos de un mes
del golpe, un general, un almirante y un brigadier, de la Ley de
Contratos de Trabajo que tenía 302 artículos, derogaron 27 y modificaron
99”. Agregó que la Comisión de Trabajo de Diputados, que preside,
recibió testimonios sobre Acindar, Ledesma, Techint, Mercedes-Benz,
Ford, Papel Prensa y La Nueva Provincia, entre otras empresas, informó
Página 12 esta semana.
“Crece la preocupación de las empresas por
un proyecto de ley kirchnrista”, nos asustó Clarín desde su versión
online y desde las páginas de la impresa. “Polémica”, le agregaron para
que no quedaran dudas de hacia dónde iba el diario. Mejor dicho, el
grupo.
“Es la norma que crea una Comisión Bicameral para
investigarel rol de las compañías durante la dictadura. Al rechazo de la
UIA, ahora se sumó AEA. Dicen que la iniciativa busca estigmatizar al
empresariado”, según la particular fórmula que eligió Adrián Kaufmann
Brea, flamante titular de la Unión Industrial.
"Este proyecto es
particularmente inoportuno en un momento en que debe fomentarse la
concordia entre todos los argentinos", sostuvo Kaufmann. Bingo. Si el
próximo comunicado sale con la palabra “reconciliación” ya no puede ni
debe quedar duda para nadie acerca de qué están hablando.
UIA y
AEA juntitas y codo a codo. Porque unidas, son mucho más que dos. Son,
por ejemplo: Aceitera General Deheza, Arcor, Bagó, Banco Santander Río,
Bayer, BGH, Cartellone, Cencosud, El Citi, Clarín, Control Unión
Argentina, Coto, Dow Argentina, Droguería de Sur, Endesa, Estrada,
Estrada Agropecuaria, Fiat, Grimoldi, Grupo Miguens, IBM, IRSA, La
Anónima, La Mercantil, La Nación, Los Grobo, Mastellone, Mercedes Benz,
OSDE, Peugeot, Citroen, Praxair, Price Waterhouse, QuickFood, Rimsa,
Roemmers, Roggio, San Jorge, Sidus, Southern Cross, Techint, Telecom,
TN&Platex y Volkswagen. Mucho más que dos y con más capacidad de
batir el parche que un power trío.
Parece que le hicieron caso a
lo que les pedía el –digámosle con generosidad- historiador José Luis
Romero desde las páginas de opinión de Clarín: “Los empresarios
necesitan más conciencia de clase”. Leí eso y me fue inevitable pensar
en cómo se revolcaba de furia y espanto cierto barbado de Tréveris que
nos enseñó la diferencia de la conciencia en sí y la para sí. Cosas
mías. Delirios mañaneros de alguien que aún –por suerte- no pierde la
capacidad de sorpresa.
Pero como si no estuvieran ya las piezas
suficientes sobre la mesa para entender a qué entramado se enfrenta la
próxima Argentina; quién es y con quién juega el candidato de Cambiemos,
Jorge Elbaum aportó el eslabón que faltaba para ver la cadena completa
de la que forman parte Mauricio -que es Macri y que es más Blanco
Villegas-, Alberto Natalio Nisman -que es el PJ, es decir, el Partido
Judicial- y los buitres –que son los que juegan en el tablero
internacional para arrancar carretillas de dólares de la Argentina,
llevarse puestos a gobiernos populares y cargarse a Barack Obama si es
necesario-.
“El grupo Israel Hayom pertenece al multimillonario
estadounidense Sheldon Adelson, el más importante socio de Paul Singer
en el fondo NML Elliot, y además mecenas de la American TaskForce
Argentina”, contó Elbaum en Página 12. A la TaskForce, muchos ya lo
saben, a mí me gusta decirle Grupo de Tarea. Creo que va más al punto de
lo que son.
Pero sigamos al ex Secretario Ejecutivo de la DAIA.
Continúa la nota con que “tanto Singer como Adelson aparecen como los
máximos donantes de la Fundación para la Defensa de la Democracia (FDD),
dirigida por quien se consideraba un gran amigo de Nisman, Mark
Dubowitz” (…) Singer y Adelson, además, han sido los billonarios que se
han opuesto con mayor determinación al acuerdo de Estados unidos con
Irán y han financiado a todos los congresistas que se expidieron contra
el acuerdo llevado a cabo por Obama”.
En junio de 2014 Macri
realizó una visita a Israel. “Un mes antes del viaje, uno de los
organizadores del mismo, Claudio Avruj, actual subsecretario de Derechos
Humanos de la Ciudad de Buenos Aires se contactó con el ex fiscal para
ampliar la agenda de las reuniones en Tel Aviv y en Jerusalén,
vinculadas específicamente con temáticas de seguridad internacional. El
entorno de Macri consideraba como referente a Nisman después de sus
dictámenes contra la infiltración iraní en Venezuela y América del Sur.
Avruj, además de funcionario público, es propietario de la cadena de
información judía VisaVis en sociedad con Guillermo Yanco, pareja de la
diputada Patricia Bullrich.
El portal noticioso de Avruj
sobrevive con un financiamiento similar al recibido por Fernando
Niembro. En su página de inicio se divisan claramente las publicidades
del Banco Ciudad, Subterráneos de Buenos Aires, la Legislatura porteña, y
el Instituto de Juego de Apuestas de la Ciudad de Buenos Aires. Los
contactos brindados por Nisman para la gira de Macri contribuyeron a la
realización de reuniones con referentes de la derecha israelí y
permitieron concluir la visita con una reunión con el primer ministro.
(…) Dicha coincidencia de 2014 quedó certificada por la posición tomada
el día 9 de septiembre último en la ONU por parte del gobierno israelí,
que votó contra las regulaciones de los fondos especulativos. La
posición argentina contó con 136 votos a favor, siete en contra y 41
abstenciones. El límite dispuesto a los fondos buitres es considerado
–incluso en medios de prensa israelíes, no precisamente Israel Hayom–
como uno de los más grandes éxitos de la historia diplomática
argentina”.
A este protegido y ateflonado personaje que lleva
sobre sus espaldas el no haber viajado jamás en colectivo, décadas de
vida pública, el roce con lo popular que le dio su amor por el fútbol y
el trampolín de Boca, una reclusión que huele más a auto que a secuestro
y que maneja ese desdén de quienes poseen cuantiosa cuenta bancaria y
se saben Blanco Villegas se le abrió una grieta. Y por ella entraron las
preguntas y la puesta en evidencia de las irregularidades. “Escándalos
–como dice el periodista Werner Pertot que sigue al macrismo como perro
prendido a los talones- que no parecen ser la excepción sino la regla”.
Mauricio Macri y Alberto Nisman representan todo lo que es pantalla,
vidriera, apariencia, el como sí. La clase de personajes que arengan con
el latiguillo de que son quienes cobran salarios del Estado los que
deben dar las únicas explicaciones; ésos a quienes ven y marcan como
parásitos y vagos. Pues algo –chiquito aún y esperemos que crezca- se
quebró porque han quedado por estos días ellos dos -justamente ellos,
que se y los quisieron erigir como banderas de republicanismo y
honestidad- como representantes de lo peor que se puede hacer con lo
público, con lo de todos, con lo de muchos, con lo común: los que no
sólo se lo quedan sino que lo usan y lo sienten como propio y con
derecho a no dar ninguna explicación. Algo que, justamente para no
olvidar, deberíamos empezar a rotular como actitud Nisman, mecanismo
Adelson, modelo Singer, gesto Macri y modo Blanco Villegas.
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