miércoles, 17 de octubre de 2012

Programa SF 36 - Jose Natanson - 13 de Octubre de 2012



La juventud, la política, Chávez y los medios
Por Mariana Moyano

Editorial Sintonía Fina del 13-10-2012.

Se jugaban una fuerte. Lo demostraron con millaje y con foto. Viajaron munidos de lugares comunes, prejuicios, falta de información, desconocimiento y en el equipaje no faltó una operación político mediática que, de tanto repetirla y propalarla, se la terminaron creyendo. Y les fue mal. Les

salió mal. Porque la realidad suele hacer eso: se encapricha con que los hechos sean más contundentes que los climas creados, incluso por quienes tienen décadas, poder y expertise en construir esos escenarios.

Hubo un balcón, muy parecido a otro que tanto duele a algunos. Y fue un cachetazo. Un baldazo de realismo -mágico, por qué no, de tan caribeño- que se hizo sentir. Y atronó a tal punto que debieron escuchar, incluso los que casi nunca quieren oír.

A ellos no les faltan ni asesores, ni estudios, ni consultoras, ni contactos. No es por ahí que transcurre su debilidad. Tienen un problema de oído. No es sordera. Tienen la incapacidad muy bien delimitada de escucha. Es a un sector en particular de la sociedad (de las sociedades, se ha demostrado) que ellos no pueden, no quieren o no saben ponerle oído.

Los subsuelos, lo subordinado, lo sublevado cada tanto, grita, pero carece del poder de propalación de, por ejemplo, las cacerolas. Son siempre más, pero en el mundo de lo obvio, de lo superficial, de lo funcional, suenan menos.

Funciona así. Y quedó a la vista que no es sólo por estas tierras. La derecha oportunista, la boba, la que gerencia y no es dueña, se ciega, niega y se enreda en sus propias trampas y queda atrapada en su propia red. Igual que con el 54 por ciento de aquí, les ocurrió con el de allá. No oyeron, no vieron, no estaban atentos.

Y por eso fue tan estrepitosa la caída, tan brutal el baño de realidad y tan extendida la derrota. Toda la Patria Grande vio en directo el papelón. Y hasta un candidato profundamente antidemocrático en otros tiempos quedó a la vanguardia del cuidado institucional frente a esta nueva derecha improvisada y escurridiza que por apelar al más absoluto descuido republicano termina no cuidándose siquiera a sí misma.

En el mismísimo momento en que el pueblo venezolano los dejaba boquiabiertos, por estas pampas se debatían y se sucedían acontecimientos que no tienen vinculación directa con los comicios de las tierras bolivarianas, pero que forman parte del mismo proceso político. Porque como dicen los que entienden, es la derecha la que segmenta, compartimenta, separa y no pone en contexto.

¿O acaso los padecimientos que le provocan a la democracia argentina la concentración mediática y el monopolio de la palabra no se replican en el resto del continente y provocan terremotos políticos en Buenos Aires, Brasilia y Caracas?

¿O no es cierto que fueron las armas de las fuerzas de seguridad de Quito las que pusieron en jaque a Ecuador y un frío similar corrió por las espaldas criollas en estos días?

¿O acaso no es verdad que cuando se pronuncia el nombre de Paolo Rocca en una punta de América Latina, el otro extremo para la oreja porque sabe que le afecta?

No, no es papel de calcar. Por supuesto que no. Se trata, simplemente, de no hacer de la zoncera ideología suprema y ver que los vasos comunicantes son algo más que un dato en un libro de anatomía.

Porque cuando los que siempre soñaron con la Patria Grande encuentran la grieta y construyen poder adquieren una capacidad: la de crear una especie de falla que en lugar de geológica es política. Y recorre y atraviesa los pueblos y los suelos y los une, y los vincula y pone en evidencia que padecimientos y recuperaciones andan por avenidas muy parecidas.

Esto es algo de lo bueno de estos tiempos: se ve más, lo inocultable ya no lo es tanto y lo que hace apenas un ratito era natural empieza a ser interrogado. La derecha mediático-ideológica se ha visto obligada a explicitar sus apoyos y adhesiones externas, muy a contrapelo de la comodidad que siempre le provocó funcionar en las sombras.

Y esos que partieron, con sus maletas cargadas de quejas y de denuncias volvieron, livianos de triunfos pero con sus equipajes repletos de derrotas y desdichas. Y aquí los esperaba una pelea que es la misma; y un impulso, que es el mismo; y un "¿Vieron?", que es igual.

Y los aguardaba un acto, y un aniversario, y un nombramiento, y un Parlamento y una renuncia y alguna resolución. En medio de ese clima de aplausos, abrazos, saludos de unos y pases de facturas y decepciones de otros, en un rincón, en el mismo rincón de siempre, se asomó esta semana otra ratificación, la constatación permanente de cuál es el lado bueno de la historia.

Escuchen aquí. Y escuchen en Venezuela. Y escuchen los que saben. Y escuchen otros, sordos... Simplemente para que aprendan.

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